La nueva ola migratoria de venezolanos que amenaza con llegar a Chile, deja en evidencia el grave deterioro y distanciamiento de nuestras relaciones con los países vecinos, toda vez que el problema de la migración de venezolanos debería abordarse de manera multilateral, con acuerdos que firmen todos los países de la región.
Chile está en el extremo sur del continente americano y los venezolanos que vienen por carretera detrás del "sueño chileno", deben cruzar al menos cinco fronteras: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, aunque se sabe que otros utilizan rutas diferentes, por Brasil y Argentina, pero son más largas e igual de peligrosas. En este sentido, es con todos estos países que se debe abordar las consecuencias de la migración, producto de la grave situación por la que atraviesa el pueblo venezolano, que en entre otras cosas, duplica y hasta triplica en población a muchos países de la región, entre ellos el nuestro.
La falta de coordinación y acuerdos entre los países de la región, deja en evidencia la ausencia de liderazgo en Latinoamérica. Ningún país, ni presidente se vislumbra como un líder confiable, que pueda conducir al resto a una solución de atención a los migrantes más equilibrada y que de respuesta a la preocupación por la enorme presión a los servicios asistenciales de los países anfitriones y a la creciente inseguridad que representa para todos el ingreso de personas sin control alguno.
Todos los países de la región son responsables del control de ingreso de los extranjeros, incluyendo los migrantes y han exigido una documentación del país de origen a quienes desean ingresar. En el caso de los migrantes de países totalitarios como Venezuela, que han salido sin documentación, el primer país fronterizo donde lleguen les debe proveer de una identificación especial con la cual puedan presentarse e identificarse y continuar su camino a otras fronteras o países. De esta manera, ningún migrante tendría excusa para no tener una documentación válida que lo identifique. Encuentro incomprensible que a Chile lleguen venezolanos indocumentados después de haber cruzado cuatro países. De ninguna manera estas personas, deberían ingresar al país. Deben regresar al último país en donde quedaron o perdieron su documentación para regularizar su situación y continuar su viaje de destino.
Los países anfitriones deben acordar una cuota de migrantes a recibir, la cual debe ser de público conocimiento, de tal manera, que los migrantes tengan información a cuáles países pueden llegar e ingresar sin mayor trámite.
Por último, los países democráticos del mundo y de la región, deben perseverar en la recuperación de los países secuestrados por regímenes totalitarios, que provocan la migración en masa y le causan dolor y sufrimiento a sus habitantes. Una vez recuperados, los países anfitriones deben recibir una compensación por los perjuicios causados. Ningún rincón del mundo debe estar gobernado por mentes criminales, ni reservado como paraísos para ellos, salvo la cárcel y el cementerio. -Rubén Solano
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