lunes, 22 de junio de 2020

Participación Ciudadana y Voluntariado en Tiempos de Pandemia

Rubén D Solano S
rdsolano@gmail.com

El título original de esta charla es un poco más largo del que ya es: “Participación Ciudadana, Voluntariado y Organizaciones Sociales y Comunitarias[1] en Tiempos de Pandemia. Los Desafíos del Adulto Mayor”. Esto es así, porque que considero que estos conceptos se entrelazan fuertemente en estos momentos de crisis sanitaria, social y económica por las que atraviesa nuestro país.

“Insuficiente” es una palabra recurrente en Chile y para estar a la moda, la incluiré en las siguientes conclusiones y recomendaciones que anticiparé, para darle gusto a mis amigos que gustan más de los postres que de los platos de fondo:

a)  La calidad y el número de Voluntarios en Chile es insuficiente para enfrentar las consecuencias de la crisis social, económica y sanitaria que hoy padecemos y que amenaza con escalar a niveles superiores.

o  Recomendación: Promover el Decálogo del Voluntario e invitar a las personas con vocación solidaria y cooperativa a formar parte de las Organizaciones Sociales y Comunitarias.

b) La calidad de nuestra Participación Ciudadana no es suficiente para revertir la desconfianza en la actual élite política, empresarial y social de nuestro país.

Recomendación: Promover una Participación Ciudadana más Informada, más Inteligente y más Inclusiva. Hacer de las Organizaciones Sociales y Comunitarias una escuela para su aprendizaje y práctica.

c) Las Organizaciones Sociales y Comunitarias deben replantear su estructura y crear una red lo suficientemente fuerte y autónoma para incidir en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y pacífica.

o  Recomendación: Contribuir al Mejoramiento de la Gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Promover un Sector Social con organizaciones auxiliares, que proporcionen servicios esenciales al conjunto de Organizaciones Sociales y Comunitarias.    

d) Los Adultos Mayores tenemos una gran oportunidad y enorme desafío para contribuir en la reconstrucción post-crisis de nuestro país, participando en el mejoramiento de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, en la calidad de la Participación Ciudadana y en el aumento del número y la calidad de los Voluntarios.

o  Recomendación: Invitar a las Personas Mayores a integrarse a una Red de Voluntarios Consultores, Asesores, Cocaching o Mentoring Senior. Invitarles a formar y liderar equipos que contribuyan a hacer realidad las recomendaciones.

Veamos la importancia de los conceptos en un par de ejemplos: El pasado 17 de mayo, el gobierno nacional, dentro de su estrategia para enfrentar la crisis sanitaria y social que afecta con mayor fuerza a muchas familias chilenas, que padecen desabastecimiento en sus comunas y pérdida de sus ingresos desde el 18 de octubre de 2019, decidió llevar a cada una de ellas una caja de alimentos. Esta decisión desató una ola de críticas que al día de hoy no paran. No vamos a hacer un debate en este espacio sobre la idea en sí misma, ni sobre el abanico de alternativas que pudo o puede tener el gobierno en sus manos, sino sobre las dificultades en su entrega, que muchos denunciaron tan pronto se anunció la medida, junto a las quejas que surgieron con el paso de los días hasta el presente…  ¿Pero, por qué tanta critica? Me pregunto:  si estamos hablando de 2.5 millones de cajas, para un país que tiene 18.0 millones de habitantes, cerca de 300 mil organizaciones sociales y comunitarias, más de 80 mil voluntarios y un “ejército” de estudiantes. ¿Cuál es el problema de fondo?

Otro ejemplo: Durante la primera quincena de diciembre de 2019, participé como voluntario en la entrega de regalos de Navidad a los niños y niñas de una comuna del sur de Santiago. Un poco más de 10 mil regalos que cada año y desde hace tiempo, entrega la municipalidad a través de las Juntas de Vecinos. Una actividad que resultó muy compleja y escasa de voluntarios, que además, no estuvo exenta de críticas ni decepciones por parte de la comunidad en cuanto a su contenido, oportunidad y cobertura… Por ello, igual me pregunto: ¿Por qué tan difícil realizar esta actividad? Si son 100 mil habitantes en la comuna, 1.555 Organizaciones Sociales, 40 de ellas son Juntas de Vecinos y es una actividad repetida varias veces. De nuevo: ¿Cuál es el problema de fondo?

En ambos ejemplos podemos concluir que el problema de fondo está asociado a: Ingratitud, descoordinación, incapacidad de gestión, improvisación, obstrucción política de la oposición, etc.  Para no entrar en polémica, digamos que hay un poco de todas ellas y más. Pero, quiero llamar la atención a partir de este interrogante: ¿Cuál es entonces, la responsabilidad que le cabe a las Organizaciones Sociales y Comunitarias o a nuestra Sociedad Civil en el éxito o en el fracaso de una gestión de gobierno? Porque el común denominador en estos dos ejemplos y en otros que tienen que ver con la ayuda que requieren las comunidades en tiempos de paz o de desastre, es la ausencia y/o debilidad de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, sumado a la desconexión que tienen con sus bases sociales, actuales o potenciales. Además, está claro que hay un déficit de Voluntarios en nuestro país y una ausencia de Participación Ciudadana más y mejor comprometida.

Muchas de las Juntas de Vecinos, por ejemplo, no tienen idea de quiénes son sus vecinos, dónde viven, cómo están conformadas las familias, cuáles son sus fuentes de ingreso, etc. Para no decir que en tiempos de pandemia algunas no han llamado a sus afiliados y mucho menos les han preguntado cómo están o qué les hace falta. Desde luego e insisto que debe haber honrosas excepciones que me gustaría conocer.

Esta crisis social y sanitaria no solamente ha dejado en evidencia nuestra desconexión con las comunidades a las que hemos prometido ayudar, sino que ha demostrado la débil o inexistente relación que hay entre las autoridades de gobierno local con los dirigentes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Para no hablar de la relación con el gobierno central, la cual prácticamente no existe.  Recientemente escuche en una vídeo-reunión un comentario de un líder social, que celebraba el último acuerdo del gobierno con el parlamento, en que se incluyó una partida de 20 millones de dólares para el sector social, al tiempo que exclamaba la frase cliché: ¡Pero es insuficiente! en circunstancias que todavía no conocemos ni las demandas ni las prioridades de las organizaciones, ni mucho menos el costo de ellas para todo el sector.  Un poco de tiempo atrás, otros celebraban que las Organizaciones Sociales y Comunitarias pudieran participar en la franja publicitaria del plebiscito yendo de la “mano” de un partido político, sin medir las consecuencias de esta odiosa dependencia e innecesario paternalismo.

Estamos de acuerdo que una de las razones de la desconexión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias con sus comunidades de base, es consecuencia de la falta de recursos económicos para cumplir sus objetivos. Pero también y quizás es lo más importante, es la ausencia de una dirigencia preparada y con competencias adecuadas para conducir los destinos de las organizaciones, y este es un tremendo desafío para instituciones que aspiran a aportar en la cualificación del Sector Social. Pero, también lo es para el Sector Social en su conjunto. Toda vez que más y mejores Organizaciones Sociales y Comunitarias, significan más lugares para los Voluntarios y mejores espacios para el ejercicio de una Participación Ciudadana más Inclusiva, más Inteligente y mejor Informada.

Porque las Organizaciones Sociales y Comunitarias deben ser una “Casa de Puertas Abiertas” para las personas que estamos convencidas que tenemos un compromiso con el bienestar de todos nuestros semejantes. Sin una “casa” acogedora y sin miembros capaces de conducirla adecuadamente, los voluntarios desaparecen y la comunidad se queda sin el apoyo que necesita.

Un Estudio del Centro de Políticas Públicas de la UC, que recopila un conjunto de iniciativas, desafíos y propuestas conocido como “Nuevo Trato para las Organizaciones de la Sociedad Civil”, publicado a comienzos del 2019. Dirigido por Ignacio Irarrázaval, María Paz Sagredo y Paula Streeter, dice que “… más del 40% de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que figuran en el catastro del Registro Civil no están vigentes porque no han renovado sus directivos desde hace más de tres años.” Lamentablemente, esto demuestra la fragilidad de muchas Organizaciones Sociales y Comunitarias, que además, se hacen presa fácil de la manipulación de políticos y funcionarios públicos corruptos y abusadores del poder, que transforman las organizaciones en un espacio de interés y de apoyo particular, cuando lo que se necesita es que el Sector Social sea autónomo e independiente y que esté al nivel de los demás sectores, especialmente del Sector Público y del Sector Empresarial, para incidir en la formulación de las políticas sociales y realizar alianzas estratégicas de impacto social.

¡Qué distinto sería si las Cajas de Alimentación se entregaran a las familias que las necesitan a través de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que hay en las comunas!

¡Qué distinto hubiera sido si los regalos a los niños y niñas se hubiera hecho con la participación de los voluntarios y los dirigentes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que hay en la comuna!

Esta realidad nos lleva como Sector Social a descubrir lo poco que valoramos y reconocemos el trabajo que los voluntarios y las Organizaciones Sociales y Comunitarias realizan. Aunque tenemos claro que la humanidad no podría sobrevivir a los desastres ocasionados por la naturaleza o por el hombre sin la existencia de los voluntarios, que por fortuna crecen en número a nivel mundial.

Según un estudio comparativo sobre el Sector No Lucrativo realizado por la Universidad de Johns Hopkins y publicado por Naciones Unidas en el 2011,” … si los voluntarios de todo el mundo vivieran en un mismo lugar, representarían el noveno país en cantidad poblacional. Unos 140 millones de habitantes.”

Kofi Annan decía, en un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: «Si queremos progresar en la aplicación de la Declaración del Milenio y avanzar resueltamente en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, será necesario contar con la colaboración de personas de todo el mundo, y el voluntariado sigue siendo un poderoso y eficaz instrumento de participación».

Mirko Salfate, director del INJUV considera que “el voluntariado es crucial para empoderar a las personas en su rol ciudadano y así construir una mayor sustentabilidad social entre todos”. 

Me llena de orgullo y esperanza todas esas declaraciones y más aún, saber que el número de personas voluntarias por cada persona empleada y remunerada, es muy superior en muchas instituciones. Según el informe sobre el estado del voluntariado en el mundo denominado: Valores Universales para Alcanzar el Bienestar Mundial, realizado por Naciones Unidas en 2011, la Cruz Roja, por ejemplo, con más de 13.0 millones de voluntarios activos que prestaron servicios en 2009, tiene una relación de una persona empleada por cada veinte voluntarios. En África Subsahariana, la proporción asciende a 327 voluntarios por cada persona empleada y en Asia Sudoriental a 432. La proporción más baja está en USA y Canadá con 11 voluntarios por empleado.
   
En nuestro país hay déficit y por lo tanto tenemos un enorme desafío, porque según el estudio realizado por INJUV y la dirección de estudios sociales de la UC (DESUC) realizado en 2018 arrojó resultados similares al Estudio Anual de Voluntariado realizada en 2014 por Adimark y la Fundación Trascender al encontrar que sólo el 6% de los chilenos participa en un voluntariado. Sin embargo, según el mismo estudio, el 70% de los encuestados cree que Chile es un país solidario y más de la mitad de los encuestados favorece al voluntariado como una herramienta contra la pobreza y la desigualdad. Creen que es mejor para construir un país más desarrollado, con mayor integración social, más participativo y menos desigual. El estudio agrega que sólo un 16% de los jóvenes participa de un voluntariado frente a otros países en donde el nivel de participación de los jóvenes en el voluntariado está por encima del 50%.

No deberíamos perder de vista que la crisis sanitaria que vive el mundo y de manera particular nuestro país, sumado a la crisis social y económica que se destapó el pasado mes de octubre, nos ha obligado a solicitar la solidaridad y el comportamiento cooperativo de todas las personas, como jamás lo habíamos hecho ni imaginado que tendríamos que hacerlo. Es que el cierre de empresas y establecimientos de comercio por causa de la cuarentena o de los actos de saqueo y vandalismo cometidos por delincuentes, han dejado muchas personas sin empleo, sin la posibilidad de generar ingresos y de encontrar un espacio cómodo, económico y cercano para abastecerse. Realmente, no será fácil sobrevivir a esta crisis sanitaria sin el apoyo y colaboración de los demás.

Pero, aquí se levanta el otro elemento de esta charla que tiene que ver con la clase de Participación Ciudadana que existe y promovemos en nuestro país, porque no tiene mucho sentido que la labor que se realiza en favor de las comunidades más vulnerables por parte del Sector Social, con el apoyo y esfuerzo de miles de voluntarios se vea opacada y obstaculizada por la acción de quienes creen que el caos, la violencia, la destrucción, el saqueo y el vandalismo son la mejor estrategia para alcanzar sus ideales, por muy legítimos que sean. Creo que también es obligación del Sector Social promover una Participación Ciudadana para el siglo XXI, que deje atrás las estrategias de bloque y autoinmolación propias de la Edad Media, cuando se debieran utilizar y fortalecer los mecanismos de participación conseguidos a través del tiempo en cientos de revoluciones sociales y crear otros nuevos igualmente efectivos y pacíficos.

Personalmente, entiendo la Participación Ciudadana como el compromiso voluntario y consciente, que declara públicamente un ciudadano, de ser parte y ayudar en la solución de los problemas sociales. Contribuir en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional. Denunciar los abusos y ejercer libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y constitucionales.

La ley 20.500, promulgada en el 2012, conocida como la ley de Asociatividad y Participación Ciudadana, dio un paso importante en Chile, al abrir las puertas a la organización y participación de los ciudadanos, junto con la Ley de Transparencia y la Ley del Lobby, promulgadas en la misma época. Ellas nos dan la posibilidad de acceder a una información que tradicionalmente se consideraba inexistente o era inaccesible para los ciudadanos. Hoy también podemos interactuar con las autoridades de gobierno y la clase política dejando un registro o huella de las actuaciones para seguimiento y garantía de compromisos. Personalmente soy usuario de estas plataformas, en donde observo que todavía hay que avanzar en transparencia, interacción con las autoridades y participación ciudadana. Sin embargo, considero que cualquier mejora o avance en estos temas, sería mucho mejor que estuviera liderado por un Sector Social organizado.  

Permítanme destacar la necesidad de avanzar en una Participación Ciudadana que esté más involucrada en la toma de decisiones. Chile a diferencia de muchos países de América Latina y de Europa, no cuenta con mecanismos de participación ciudadana resolutivos y son muy pocos los mecanismos que tenemos de consulta a la ciudadanía. Sólo se ha avanzado en la disponibilidad que tenemos los ciudadanos de la información, la cual requiere mejoras en la calidad de la misma y ampliación a muchas otras instituciones, como la que deben entregar los centros de formación superior y nuestro Sector Social.

Una pregunta que quizás debemos hacernos para avanzar en más participación ciudadana es: Si la ciudadanía ha demostrado tener capacidad para cambiar, por la vía de la protesta y la marcha, la agenda al gobierno de turno, estrategia que arrastra destrucción, violencia y parálisis de la economía ¿por qué razón no ofrecer a la ciudadanía el uso de mecanismos de participación democráticos, pacíficos y civilizados como los hay en otros países del mundo? ¿Por qué no pasar de una Democracia Representativa agotada y desprestigiada a una Democracia Participativa?

En el libro el “El Pasillo Estrecho” de D. Acemoglu y J. Robinson publicado a finales de 2019, autores también del libro “Por qué Fracasan los Países,” que recomiendo a quienes no los hayan leído, dice que “la clave para hacer este mundo más estable y menos tendiente a salirse del pasillo (en donde se juega y es posible encontrar el necesario equilibrio entre el Estado y la Sociedad) es intentar crear y recrear el equilibrio de poder entre … quienes tienen el poder y quienes no lo tienen y en donde en última instancia el poder de la sociedad es fundamental y tiene que ver con la organización y la movilización social.”

En este sentido y en la búsqueda de ese equilibrio, también recomiendo retomar el estudio del Centro de Políticas Públicas de la UC, mencionado al comienzo de esta charla, que además, dedica un capítulo al recuento de lo que ha sido la relación del Estado chileno con las Organizaciones Sociales y Comunitarias.

Finalmente, en relación con la necesidad de contar con un Sector Social fuerte y sólido, es importante reflexionar sobre los resultados de la labor realizada por el conjunto de Organizaciones Sociales y Comunitarias en el país, especialmente en estos tiempos de crisis social y sanitaria. Sobre el particular, también es importante conocer el Estudio realizado recientemente por la alianza entre la Comunidad Organizaciones Solidarias, la Fundación Lealtad Chile y la Fundación PWc, con el título de “Efectos del Covid-19 en Organizaciones de la Sociedad Civil”, toda vez que dado los preocupantes resultados encontrados y que pronostican imposibilidad de sobrevivencia para muchas de ellas. He imposibilidad de poder dar continuidad a sus programas y operaciones, me sumo a quienes consideran importante promover la realización de proyectos sociales colectivos o asociativos y no individuales y agrego que también sería el momento de promover la fusión de organizaciones sociales y comunitarias, para evitar que algunas comunidades se queden sin el apoyo de la sociedad civil.

En Chile debe haber muchos Voluntarios que no conocemos porque no pertenecen a ninguna una Organización Social y Comunitaria, o que pertenecen a una muy débil o muy frágil. Si queremos y necesitamos Voluntarios de calidad debemos invitarles y comprometerlos desde un comienzo con los principios y valores del voluntariado, para lo cual hay una propuesta que está circulando por la Redes Sociales como Decálogo del Voluntario.  

El fortalecimiento de las Organizaciones Sociales y Comunitarias es otro gran desafío, porque una mejor Participación Ciudadana debe cultivarse y ejercitarse en el espacio natural que ofrecen las propias comunidades y las organizaciones son la puerta de acceso a ellas. 

Las Organizaciones Sociales y Comunitarias en manos de dirigentes capaces y con voluntarios comprometidos, son el mejor vehículo con que puede contar un gobierno local, regional y nacional para llegar a las comunidades y ayudar con oportunidad y eficiencia en la solución de los problemas sociales.

Sólo me resta decir que en nadie converge mejor, la experiencia, la sabiduría, la paciencia y el tiempo para emprender todos estos desafíos que han aflorado con esta crisis sanitaria, social y económica, que en las Personas Mayores, que podemos promover con humildad alianzas interdisciplinarias, intersectoriales e intergeneracionales y compartir el espacio con las jóvenes generaciones para que vayan asumiendo el liderazgo y el control de su tiempo y espacio. Es probable que no alcancemos a ver coronado nuestro sueño, pero la decisión de abrir la ventana para permitir la entrada de un nuevo aire, será nuestro mejor legado, en circunstancias que han pasado muchos años respirando el mismo aire ya contaminado, en un espacio cerrado que ya no tiene contento a nadie. RDS



[1] Organizaciones Sociales y Comunitarias. No hay consenso sobre un solo nombre para este conjunto de empresas sin ánimo de lucro que se preocupa de ir en ayuda de los demás. Por ello, utilizaré indistintamente este término y los siguientes para referirme a ellas: Organizaciones de la Sociedad Civil, Organizaciones Solidarias, Organizaciones Sociales. Sector Social. Sin embargo, prefiero el concepto que utilizo porque hace énfasis en el término "comunitarias" que son principalmente las entidades territoriales y funcionales, que son las que crean en las comunas bajo el alero y promoción de la Juntas de Vecinos. Los otros conceptos hacen referencia principalmente a las Fundaciones, Asociaciones y Corporaciones.