Rubén D Solano S
rdsolano@gmail.com
El título original de
esta charla es un poco más largo del que ya es: “Participación Ciudadana,
Voluntariado y Organizaciones Sociales y Comunitarias[1]
en Tiempos de Pandemia. Los Desafíos del Adulto Mayor”. Esto es así, porque que
considero que estos conceptos se entrelazan fuertemente en estos momentos de
crisis sanitaria, social y económica por las que atraviesa nuestro país.
“Insuficiente” es una palabra
recurrente en Chile y para estar a la moda, la incluiré en las siguientes
conclusiones y recomendaciones que anticiparé, para darle gusto a mis amigos
que gustan más de los postres que de los platos de fondo:
a) La
calidad y el número de Voluntarios en Chile es insuficiente para enfrentar las
consecuencias de la crisis social, económica y sanitaria que hoy padecemos y
que amenaza con escalar a niveles superiores.
o Recomendación:
Promover el Decálogo del Voluntario e invitar a las personas con vocación
solidaria y cooperativa a formar parte de las Organizaciones Sociales y
Comunitarias.
b) La
calidad de nuestra Participación Ciudadana no es suficiente para revertir la
desconfianza en la actual élite política, empresarial y social de nuestro país.
o Recomendación:
Promover una Participación Ciudadana más Informada, más Inteligente y más
Inclusiva. Hacer de las Organizaciones Sociales y Comunitarias una escuela para
su aprendizaje y práctica.
c) Las
Organizaciones Sociales y Comunitarias deben replantear su estructura y crear
una red lo suficientemente fuerte y autónoma para incidir en la construcción de
una sociedad más justa, igualitaria y pacífica.
o Recomendación:
Contribuir al Mejoramiento de la Gestión de las Organizaciones Sociales y
Comunitarias. Promover un Sector Social con organizaciones auxiliares, que
proporcionen servicios esenciales al conjunto de Organizaciones Sociales y
Comunitarias.
d) Los
Adultos Mayores tenemos una gran oportunidad y enorme desafío para contribuir en
la reconstrucción post-crisis de nuestro país, participando en el mejoramiento
de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, en la calidad de
la Participación Ciudadana y en el aumento del número y la calidad de los Voluntarios.
o Recomendación:
Invitar a las Personas Mayores a integrarse a una Red de Voluntarios
Consultores, Asesores, Cocaching o Mentoring Senior. Invitarles a formar y
liderar equipos que contribuyan a hacer realidad las recomendaciones.
Veamos la importancia de
los conceptos en un par de ejemplos: El pasado 17 de mayo, el gobierno nacional,
dentro de su estrategia para enfrentar la crisis sanitaria y social que afecta
con mayor fuerza a muchas familias chilenas, que padecen desabastecimiento en
sus comunas y pérdida de sus ingresos desde el 18 de octubre de 2019, decidió
llevar a cada una de ellas una caja de alimentos. Esta decisión desató una ola
de críticas que al día de hoy no paran. No vamos a hacer un debate en este espacio
sobre la idea en sí misma, ni sobre el abanico de alternativas que pudo o puede
tener el gobierno en sus manos, sino sobre las dificultades en su entrega, que muchos
denunciaron tan pronto se anunció la medida, junto a las quejas que surgieron
con el paso de los días hasta el presente… ¿Pero, por qué tanta critica? Me
pregunto: si estamos hablando de 2.5
millones de cajas, para un país que tiene 18.0 millones de habitantes, cerca de
300 mil organizaciones sociales y comunitarias, más de 80 mil voluntarios y un
“ejército” de estudiantes. ¿Cuál es el problema de fondo?
Otro ejemplo: Durante
la primera quincena de diciembre de 2019, participé como voluntario en la
entrega de regalos de Navidad a los niños y niñas de una comuna del sur de Santiago.
Un poco más de 10 mil regalos que cada año y desde hace tiempo, entrega la
municipalidad a través de las Juntas de Vecinos. Una actividad que resultó muy
compleja y escasa de voluntarios, que además, no estuvo exenta de críticas ni
decepciones por parte de la comunidad en cuanto a su contenido, oportunidad y
cobertura… Por ello, igual me pregunto: ¿Por qué tan difícil realizar esta
actividad? Si son 100 mil habitantes en la comuna, 1.555 Organizaciones
Sociales, 40 de ellas son Juntas de Vecinos y es una actividad repetida varias veces.
De nuevo: ¿Cuál es el problema de fondo?
En ambos ejemplos
podemos concluir que el problema de fondo está asociado a: Ingratitud,
descoordinación, incapacidad de gestión, improvisación, obstrucción política de
la oposición, etc. Para no entrar en
polémica, digamos que hay un poco de todas ellas y más. Pero, quiero llamar la
atención a partir de este interrogante: ¿Cuál es entonces, la responsabilidad
que le cabe a las Organizaciones Sociales y Comunitarias o a nuestra Sociedad
Civil en el éxito o en el fracaso de una gestión de gobierno? Porque el común
denominador en estos dos ejemplos y en otros que tienen que ver con la ayuda
que requieren las comunidades en tiempos de paz o de desastre, es la ausencia
y/o debilidad de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias,
sumado a la desconexión que tienen con sus bases sociales, actuales o
potenciales. Además, está claro que hay un déficit de Voluntarios en nuestro
país y una ausencia de Participación Ciudadana más y mejor comprometida.
Muchas de las Juntas
de Vecinos, por ejemplo, no tienen idea de quiénes son sus vecinos, dónde viven,
cómo están conformadas las familias, cuáles son sus fuentes de ingreso, etc. Para
no decir que en tiempos de pandemia algunas no han llamado a sus afiliados y
mucho menos les han preguntado cómo están o qué les hace falta. Desde luego e insisto
que debe haber honrosas excepciones que me gustaría conocer.
Esta crisis social y
sanitaria no solamente ha dejado en evidencia nuestra desconexión con las
comunidades a las que hemos prometido ayudar, sino que ha demostrado la débil o
inexistente relación que hay entre las autoridades de gobierno local con los
dirigentes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Para no hablar de la
relación con el gobierno central, la cual prácticamente no existe. Recientemente escuche en una vídeo-reunión un
comentario de un líder social, que celebraba el último acuerdo del gobierno con
el parlamento, en que se incluyó una partida de 20 millones de dólares para el
sector social, al tiempo que exclamaba la frase cliché: ¡Pero es insuficiente!
en circunstancias que todavía no conocemos ni las demandas ni las prioridades
de las organizaciones, ni mucho menos el costo de ellas para todo el sector. Un poco de tiempo atrás, otros celebraban que
las Organizaciones Sociales y Comunitarias pudieran participar en la franja
publicitaria del plebiscito yendo de la “mano” de un partido político, sin
medir las consecuencias de esta odiosa dependencia e innecesario paternalismo.
Estamos de acuerdo que
una de las razones de la desconexión de las Organizaciones Sociales y
Comunitarias con sus comunidades de base, es consecuencia de la falta de
recursos económicos para cumplir sus objetivos. Pero también y quizás es lo más
importante, es la ausencia de una dirigencia preparada y con competencias
adecuadas para conducir los destinos de las organizaciones, y este es un tremendo
desafío para instituciones que aspiran a aportar en la cualificación del Sector
Social. Pero, también lo es para el Sector Social en su conjunto. Toda vez que
más y mejores Organizaciones Sociales y Comunitarias, significan más lugares para
los Voluntarios y mejores espacios para el ejercicio de una Participación
Ciudadana más Inclusiva, más Inteligente y mejor Informada.
Porque las Organizaciones
Sociales y Comunitarias deben ser una “Casa de Puertas Abiertas” para las
personas que estamos convencidas que tenemos un compromiso con el bienestar de
todos nuestros semejantes. Sin una “casa” acogedora y sin miembros capaces de
conducirla adecuadamente, los voluntarios desaparecen y la comunidad se queda
sin el apoyo que necesita.
Un Estudio del Centro
de Políticas Públicas de la UC, que recopila un conjunto de iniciativas,
desafíos y propuestas conocido como “Nuevo Trato para las Organizaciones de la
Sociedad Civil”, publicado a comienzos del 2019. Dirigido por Ignacio
Irarrázaval, María Paz Sagredo y Paula Streeter, dice que “… más del 40% de las
Organizaciones Sociales y Comunitarias que figuran en el catastro del Registro
Civil no están vigentes porque no han renovado sus directivos desde hace más de
tres años.” Lamentablemente, esto demuestra la fragilidad de muchas Organizaciones
Sociales y Comunitarias, que además, se hacen presa fácil de la manipulación de
políticos y funcionarios públicos corruptos y abusadores del poder, que
transforman las organizaciones en un espacio de interés y de apoyo particular,
cuando lo que se necesita es que el Sector Social sea autónomo e independiente
y que esté al nivel de los demás sectores, especialmente del Sector Público y
del Sector Empresarial, para incidir en la formulación de las políticas
sociales y realizar alianzas estratégicas de impacto social.
¡Qué distinto sería si
las Cajas de Alimentación se entregaran a las familias que las necesitan a
través de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que hay en las comunas!
¡Qué distinto hubiera
sido si los regalos a los niños y niñas se hubiera hecho con la participación
de los voluntarios y los dirigentes de las Organizaciones Sociales y
Comunitarias que hay en la comuna!
Esta realidad nos
lleva como Sector Social a descubrir lo poco que valoramos y reconocemos el
trabajo que los voluntarios y las Organizaciones Sociales y Comunitarias
realizan. Aunque tenemos claro que la humanidad no podría sobrevivir a los
desastres ocasionados por la naturaleza o por el hombre sin la existencia de
los voluntarios, que por fortuna crecen en número a nivel mundial.
Según un estudio comparativo sobre el Sector No Lucrativo realizado por
la Universidad de Johns Hopkins y publicado por Naciones Unidas en el 2011,” … si
los voluntarios de todo el mundo vivieran en un mismo lugar, representarían el
noveno país en cantidad poblacional. Unos 140 millones de habitantes.”
Kofi Annan decía, en un discurso ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas: «Si queremos progresar en la aplicación de la Declaración del
Milenio y avanzar resueltamente en el logro de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, será necesario contar con la colaboración de personas de todo el
mundo, y el voluntariado sigue siendo un poderoso y eficaz instrumento de
participación».
Mirko Salfate, director del INJUV considera que “el voluntariado es
crucial para empoderar a las personas en su rol ciudadano y así construir una
mayor sustentabilidad social entre todos”.
Me llena de orgullo y esperanza todas esas declaraciones y más aún, saber
que el número de personas voluntarias por cada persona empleada y remunerada,
es muy superior en muchas instituciones. Según el informe sobre el estado del
voluntariado en el mundo denominado: Valores Universales para Alcanzar el
Bienestar Mundial, realizado por Naciones Unidas en 2011, la Cruz Roja, por
ejemplo, con más de 13.0 millones de voluntarios activos que prestaron
servicios en 2009, tiene una relación de una persona empleada por cada veinte
voluntarios. En África Subsahariana, la proporción asciende a 327 voluntarios
por cada persona empleada y en Asia Sudoriental a 432. La proporción más baja
está en USA y Canadá con 11 voluntarios por empleado.
En nuestro país hay déficit y por lo tanto tenemos un enorme desafío,
porque según el estudio realizado por INJUV y la dirección de estudios sociales
de la UC (DESUC) realizado en 2018 arrojó resultados similares al Estudio Anual
de Voluntariado realizada en 2014 por Adimark y la Fundación Trascender al
encontrar que sólo el 6% de los chilenos participa en un voluntariado. Sin
embargo, según el mismo estudio, el 70% de los encuestados cree que Chile es un
país solidario y más de la mitad de los encuestados favorece al voluntariado
como una herramienta contra la pobreza y la desigualdad. Creen que es mejor
para construir un país más desarrollado, con mayor integración social, más
participativo y menos desigual. El estudio agrega que sólo un 16% de los
jóvenes participa de un voluntariado frente a otros países en donde el nivel de
participación de los jóvenes en el voluntariado está por encima del 50%.
No deberíamos perder
de vista que la crisis sanitaria que vive el mundo y de manera particular
nuestro país, sumado a la crisis social y económica que se destapó el pasado
mes de octubre, nos ha obligado a solicitar la solidaridad y el comportamiento
cooperativo de todas las personas, como jamás lo habíamos hecho ni imaginado
que tendríamos que hacerlo. Es que el cierre de empresas y establecimientos de
comercio por causa de la cuarentena o de los actos de saqueo y vandalismo
cometidos por delincuentes, han dejado muchas personas sin empleo, sin la
posibilidad de generar ingresos y de encontrar un espacio cómodo, económico y
cercano para abastecerse. Realmente, no será fácil sobrevivir a esta crisis
sanitaria sin el apoyo y colaboración de los demás.
Pero, aquí se levanta
el otro elemento de esta charla que tiene que ver con la clase de Participación
Ciudadana que existe y promovemos en nuestro país, porque no tiene mucho
sentido que la labor que se realiza en favor de las comunidades más vulnerables
por parte del Sector Social, con el apoyo y esfuerzo de miles de voluntarios se
vea opacada y obstaculizada por la acción de quienes creen que el caos, la
violencia, la destrucción, el saqueo y el vandalismo son la mejor estrategia
para alcanzar sus ideales, por muy legítimos que sean. Creo que también es
obligación del Sector Social promover una Participación Ciudadana para el siglo
XXI, que deje atrás las estrategias de bloque y autoinmolación propias de la Edad
Media, cuando se debieran utilizar y fortalecer los mecanismos de participación
conseguidos a través del tiempo en cientos de revoluciones sociales y crear
otros nuevos igualmente efectivos y pacíficos.
Personalmente, entiendo la Participación Ciudadana como el compromiso voluntario y consciente, que declara públicamente un
ciudadano, de ser parte y ayudar en la solución de los problemas sociales. Contribuir
en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional. Denunciar
los abusos y ejercer libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y
constitucionales.
La ley 20.500,
promulgada en el 2012, conocida como la ley de Asociatividad y Participación
Ciudadana, dio un paso importante en Chile, al abrir las puertas a la
organización y participación de los ciudadanos, junto con la Ley de Transparencia
y la Ley del Lobby, promulgadas en la misma época. Ellas nos dan la posibilidad
de acceder a una información que tradicionalmente se consideraba inexistente o era
inaccesible para los ciudadanos. Hoy también podemos interactuar con las
autoridades de gobierno y la clase política dejando un registro o huella de las
actuaciones para seguimiento y garantía de compromisos. Personalmente soy
usuario de estas plataformas, en donde observo que todavía hay que avanzar en
transparencia, interacción con las autoridades y participación ciudadana. Sin
embargo, considero que cualquier mejora o avance en estos temas, sería mucho
mejor que estuviera liderado por un Sector Social organizado.
Permítanme destacar la
necesidad de avanzar en una Participación Ciudadana que esté más involucrada en
la toma de decisiones. Chile a diferencia de muchos países de América Latina y
de Europa, no cuenta con mecanismos de participación ciudadana resolutivos y
son muy pocos los mecanismos que tenemos de consulta a la ciudadanía. Sólo se
ha avanzado en la disponibilidad que tenemos los ciudadanos de la información,
la cual requiere mejoras en la calidad de la misma y ampliación a muchas otras
instituciones, como la que deben entregar los centros de formación superior y
nuestro Sector Social.
Una pregunta que
quizás debemos hacernos para avanzar en más participación ciudadana es: Si la
ciudadanía ha demostrado tener capacidad para cambiar, por la vía de la
protesta y la marcha, la agenda al gobierno de turno, estrategia que arrastra
destrucción, violencia y parálisis de la economía ¿por qué razón no ofrecer a
la ciudadanía el uso de mecanismos de participación democráticos, pacíficos y
civilizados como los hay en otros países del mundo? ¿Por qué no pasar de una
Democracia Representativa agotada y desprestigiada a una Democracia
Participativa?
En el libro el “El
Pasillo Estrecho” de D. Acemoglu y J. Robinson publicado a finales de 2019,
autores también del libro “Por qué Fracasan los Países,” que recomiendo a
quienes no los hayan leído, dice que “la clave para hacer este mundo más
estable y menos tendiente a salirse del pasillo (en donde se juega y es posible
encontrar el necesario equilibrio entre el Estado y la Sociedad) es intentar
crear y recrear el equilibrio de poder entre … quienes tienen el poder y
quienes no lo tienen y en donde en última instancia el poder de la sociedad es
fundamental y tiene que ver con la organización y la movilización social.”
En este sentido y en
la búsqueda de ese equilibrio, también recomiendo retomar el estudio del Centro
de Políticas Públicas de la UC, mencionado al comienzo de esta charla, que además,
dedica un capítulo al recuento de lo que ha sido la relación del Estado chileno
con las Organizaciones Sociales y Comunitarias.
Finalmente, en relación con la necesidad de contar con un Sector Social
fuerte y sólido, es importante reflexionar sobre los resultados de la labor
realizada por el conjunto de Organizaciones Sociales y Comunitarias en el país,
especialmente en estos tiempos de crisis social y sanitaria. Sobre el
particular, también es importante conocer el Estudio realizado recientemente
por la alianza entre la Comunidad Organizaciones Solidarias, la Fundación
Lealtad Chile y la Fundación PWc, con el título de “Efectos del Covid-19 en
Organizaciones de la Sociedad Civil”, toda vez que dado los preocupantes
resultados encontrados y que pronostican imposibilidad de sobrevivencia para muchas
de ellas. He imposibilidad de poder dar continuidad a sus programas y
operaciones, me sumo a quienes consideran importante promover la realización de
proyectos sociales colectivos o asociativos y no individuales y agrego que también
sería el momento de promover la fusión de organizaciones sociales y
comunitarias, para evitar que algunas comunidades se queden sin el apoyo de la
sociedad civil.
En Chile debe haber muchos Voluntarios que no conocemos porque no
pertenecen a ninguna una Organización Social y Comunitaria, o que pertenecen a
una muy débil o muy frágil. Si queremos y necesitamos Voluntarios de calidad debemos
invitarles y comprometerlos desde un comienzo con los principios y valores del
voluntariado, para lo cual hay una propuesta que está circulando por la Redes
Sociales como Decálogo del Voluntario.
El fortalecimiento de las Organizaciones Sociales y Comunitarias es otro
gran desafío, porque una mejor Participación Ciudadana debe cultivarse y
ejercitarse en el espacio natural que ofrecen las propias comunidades y las organizaciones
son la puerta de acceso a ellas.
Las Organizaciones Sociales y Comunitarias en manos de dirigentes capaces
y con voluntarios comprometidos, son el mejor vehículo con que puede contar un
gobierno local, regional y nacional para llegar a las comunidades y ayudar con
oportunidad y eficiencia en la solución de los problemas sociales.
Sólo me resta decir que en nadie converge mejor, la experiencia, la sabiduría, la
paciencia y el tiempo para emprender todos estos desafíos que han aflorado con
esta crisis sanitaria, social y económica, que en las Personas Mayores, que
podemos promover con humildad alianzas interdisciplinarias, intersectoriales e
intergeneracionales y compartir el espacio con las jóvenes generaciones para
que vayan asumiendo el liderazgo y el control de su tiempo y espacio. Es probable
que no alcancemos a ver coronado nuestro sueño, pero la decisión de abrir la
ventana para permitir la entrada de un nuevo aire, será nuestro mejor legado,
en circunstancias que han pasado muchos años respirando el mismo aire ya
contaminado, en un espacio cerrado que ya no tiene contento a nadie. RDS
[1] Organizaciones
Sociales y Comunitarias. No hay consenso sobre un solo nombre para este
conjunto de empresas sin ánimo de lucro que se preocupa de ir en ayuda de los
demás. Por ello, utilizaré indistintamente este término y los siguientes para
referirme a ellas: Organizaciones de la Sociedad Civil, Organizaciones
Solidarias, Organizaciones Sociales. Sector Social. Sin embargo, prefiero el concepto que utilizo porque hace énfasis en el término "comunitarias" que son principalmente las entidades territoriales y funcionales, que son las que crean en las comunas bajo el alero y promoción de la Juntas de Vecinos. Los otros conceptos hacen referencia principalmente a las Fundaciones, Asociaciones y Corporaciones.