"Lo bonito de esta Nueva Normalidad, es que el enemigo no es otro ser humano y menos un compatriota. Es un agente extraño, invisible, que no discrimina, aunque puede resultar letal para los más vulnerables. Esto nos obliga a estar unidos y ser solidarios. Cuidándome estoy cuidando también a las demás personas, especialmente a las que están más cerca de mí."
Cuando el gobierno en una declaración pública habló de la Nueva
Normalidad, rápidamente tuvo que explicar el concepto por la avalancha de
críticas y ante la persistencia de estas, decidió cambiar la expresión por la
de Regreso Seguro. Ambas actitudes me parecieron curiosas, la del
gobierno por modificar una expresión que considero a todas luces correcta y la
de los críticos por negarse a aceptar o entender el concepto de Nueva
Normalidad. Pero, antes de dar una opinión, veamos lo que dice la Real Academia
de la Lengua, nuestra mayor autoridad: Normalidad es la cualidad o condición de
normal, y según el sitio www.defincion.de, es lo que se ajusta a las normas. En
este sentido, hablar de Nueva Normalidad es hacer referencia a seguir un
comportamiento de conformidad con nuevas normas o diferentes a las comúnmente
conocidas.
Una Nueva Normalidad no hace referencia a un estado positivo o mejor del
que se tiene, sino al cambio de uno conocido por otro menos conocido y que es o
que se pronostica como no pasajero ni temporal, sino que durará un tiempo
importante o impredecible. Es el caso de la crisis sanitaria provocada por el
COVID-19, que acompaña al planeta tierra desde noviembre del 2019 y por lo que se ha estudiado de su
comportamiento y evolución, se sabe que ha llegado para quedarse, por lo tanto,
los seres humanos debemos aprender a convivir con él. En este sentido, será
normal saber de su existencia y tomar las medidas adecuadas para protegernos de
su contagio y sus consecuencias. Pero, ¿por qué razón hubo personas de
reconocido liderazgo nacional, que salieron a criticar al gobierno por haber
utilizado esta expresión de Nueva Normalidad? Personalmente, no creo que haya
sido por ignorancia, el único denominador común de estas personas es su condición
de actores políticos, muchos con aspiraciones a cargos públicos para ellos o
para sus copartidarios. Me pareció ver otra de tantas oportunidades que tienen
los detractores del gobierno de turno para criticar sus acciones, en una
antigua y mediocre estrategia, que apunta a desprestigiarlo para poder ocupar
su espacio en el futuro… Es parte de una "Vieja Normalidad", porque
hace mucho tiempo que ya nadie gana el poder por tener mejor programa ni
méritos, sino por conocer más “copuchas y chascarros” con las cuales
desprestigiar a sus oponentes. Lamentablemente, esta estrategia anula la
credibilidad de la oposición en sus propuestas y en sus intenciones en
momentos tan difíciles como los que atraviesa nuestro país desde el mes de
octubre pasado, lo que hace más difícil cualquier posibilidad de acuerdo para una
salida o solución inteligente y sensata de los graves problemas que
tenemos.
Pero, volviendo al tema, hablar de una Nueva Normalidad, no es algo
nuevo, la hemos conocido cientos de veces y vivido en más de una oportunidad.
En lo personal tengo un par de anécdotas que confirman estos estados de vieja o
nueva normalidad. Nunca olvidaré lo que me costó acostumbrarme en Chile a tener
ropa o vestuario diferente, es decir, para cada estación climática del año.
Durante toda mi vida anterior en Colombia, lo normal para mí era usar ropa
según la ocasión y no el clima, y ésta la podía utilizar durante todo el
año. Cuando estudié en Israel no fue para mi tan sorprendente el
cambio de vida por ver militarizado el país, lo cual era normal en Colombia,
sino por tener que acudir a los constantes llamados para protegerme en los
refugios por los atentados o eventuales amenazas de ataques de enemigos del
país. Otro ejemplo: ¿Quién puede negar que el sistema de vida que tenían los
millones de venezolanos hasta el año 1999, cuando Hugo Chávez subió al poder no
cambió para ellos de manera brutal? Adicionalmente, quién puede negar, que las
personas menores de diez años y los que han nacido en la era del chavismo, no
encuentran “normal” el actual sistema de vida de hambre y miseria que ahora
tienen? Claro que es la estrategia de los regímenes totalitarios para
perpetuarse en el poder. De hecho, para facilitar y acelerar el proceso de
acostumbramiento a la “Nueva Normalidad” que pretenden instalar, cierran
fronteras y medios de comunicación, envían a la cárcel, al exilio o al
cementerio a los opositores y se quedan con los más leales y vulnerables,
negándoles en adelante, el derecho a conocer otras "Normalidades". No
voy a dar ejemplos, para no herir susceptibilidades al mencionar unos países y
dejar involuntariamente por fuera de la lista a otros.
Sin embargo, lo extraordinario es la capacidad de nosotros los seres
humanos, para acostumbrarnos a los nuevos estilos de vida o Nueva Normalidad a
pesar que algunos cambios de estado puedan resultar chocantes o incomodos en un
principio. Durante el primer año en que llegue a Chile, no sabía el motivo de
mi sensación de ansiedad. Me sentía extraño. Obviamente, muchas cosas habían cambiado
en mi vida, pero había algo especial que no lograba descubrir, pero que mi
cuerpo y mis emociones sí lo advertían. Se sorprenderán si les digo que esa
extraña sensación era consecuencia de la paz que estaba respirando en Chile,
porque toda mi vida en Colombia había vivido en medio de la guerra y la
violencia, la que tampoco cambió cuando me fui a estudiar a Israel ni al País
Vasco en España, en pleno apogeo de los atentados provocados por el grupo
terrorista ETA. Ahora en Chile, sin atentados con bombas, ni secuestros, ni
masacres, ni cuerpos muertos en las calles. Sin noticias de violencia, ni
crímenes atroces, todo mi ser se sentía extraño, porque estaba en el mismo
Paraíso... De todas maneras, aquí la Nueva Normalidad fue para bien y resultó
mejor, aunque hoy me duele saber que sea tan frágil y vulnerable.
Con frecuencia escuchamos decir: “Todo tiempo pasado fue mejor”, para
recordar mejores épocas de normalidad y no momentos únicos o puntuales. Para
estos, utilizamos expresiones como: “Nunca olvidaré aquel acontecimiento” como
cuando todo Chile se unió en un solo grito de emoción para celebrar el rescate
de los 33 mineros o el gol del Niño Maravilla que nos dio el título de
Bicampeones de América. Fueron momentos muy importantes, pero nunca
fueron estados de Normalidad de nuestro país, porque no duraron mucho tiempo.
¡Qué más hubiéramos querido! ¿Verdad?
Pero ahora es diferente, porque estamos entrando en una etapa que durará
un tiempo indefinido, que nos obliga a conocer y aceptar nuevas reglas y a
estar más atentos y ser más cuidadosos con nuestras medidas de higiene, cuidado
personal y de salud. Es sin lugar a dudas una Nueva Normalidad, porque a esos
comportamientos debemos acostumbrarnos e incorporarlos a las demás rutinas de
nuestra vida, toda vez que serán normales. Hace unos pocos meses atrás, me
parecía extraño ver en la calle o en el sistema de transporte una persona
usando una mascarilla. Nunca lo dije en voz alta, pero debo confesar que me
producía cierto temor, porque veía en ellas a alguien enfermo y seguramente de
algo contagioso, pensaba para mis adentros. Hoy, lo que me extraña es no ver a
alguien con mascarilla y prefiero distanciarme de todo el mundo, pero
especialmente, de quien no la lleva puesta.
Lo bonito de esta Nueva Normalidad, es que el enemigo no es otro ser
humano y menos un compatriota. Es un agente extraño, invisible, que no
discrimina, aunque puede resultar letal para los más vulnerables. Esto nos
obliga a estar unidos y ser solidarios. Cuidándome estoy cuidando también a las
demás personas, especialmente a las que están más cerca de mí.
Finalmente, quisiera hacer un humilde llamado a la clase política y a
los dirigentes sociales, especialmente a aquellos que no están en el poder o no
gozan de sus beneficios: Sería maravilloso que también aprendieran de esta
enorme crisis sanitaria y dejaran atrás ese odioso comportamiento oportunista e
insolidario, que los lleva a una especie de trinchera y los mueve a estar
únicamente en la vereda de la crítica negativa, que no es para nada
constructiva, porque de todas maneras, nada les será creíble. Mejor entrar en una nueva forma
de hacer política, con honestidad y auténtica vocación de servicio público,
pensando en el bienestar de todo el territorio nacional y no solamente en el de
sus pequeñas parcelas. Entierren también con el COVID esa “Vieja Normalidad” de
hacer política, nefasta y traicionera y entren en una “Nueva Normalidad,” de Democracia Participativa con real Participación Ciudadana, que
sin lugar a dudas será mejor para ustedes, para Chile y para todos los
chilenos. RDS