domingo, 30 de agosto de 2020

El Plebiscito. Corazón de la Participación Ciudadana

"El plebiscito es el más importante y representativo mecanismo de Participación Ciudadana que existe dentro de un sistema democrático, porque con él se pide a los ciudadanos y ciudadanas de un país la opinión sobre lo que debe hacer uno o varios poderes del Estado en un determinado asunto."

 

 El plebiscito es el más importante y representativo mecanismo de Participación Ciudadana que existe dentro de un sistema democrático, porque con él se pide a los ciudadanos y ciudadanas de un país la opinión sobre lo que debe hacer uno o varios poderes del Estado en un determinado asunto. Esto es muy diferente a lo que ocurre con la participación que periódicamente hacemos para elegir autoridades de gobierno y representantes a los centros de decisión, llámense Diputados, Senadores o Concejeros Municipales o Regionales. Aquí los elegidos actuarán en consciencia una vez han sido elegidos, es decir no están obligados a cumplir sus promesas de campaña, ya que en Chile no existe el voto programático, lo que significaría que los elegidos deberían ejercer el cargo para cumplir un mandato y no solamente para representar los ciudadanos.

 El Plebiscito es un mandato a las autoridades y por lo general es vinculante, porque también existe el plebiscito no vinculante, que no es obligatorio y que también se conoce como de consulta a la ciudadanía. En lo personal no me gusta este último tipo de plebiscito, porque no siendo vinculante para las autoridades, no creo que sea necesario que un país incurra en costos y gastos tan elevados para conocer la opinión de la gente. Si se quiere hacer una consulta, para eso están las encuestas.

 En Chile no es frecuente el uso del plebiscito, aunque ha habido de las dos modalidades, tanto vinculante como de consulta. La primera fue para el retorno a la democracia y la otra, ha sido utilizada por algunas alcaldías. El paso del gobierno o régimen militar a la democracia en 1989, fue producto de un plebiscito vinculante. Los ciudadanos votaron “SI” o “NO” por la continuidad o fin del sistema de gobierno o régimen que había. Desde aquella oportunidad nunca más se ha utilizado. Sin embargo, creo que debió ser utilizado en el gobierno del Presidente Ricardo Lagos para pedir a los ciudadanos la aprobación de los cambios, que junto al parlamento, hizo a la actual Constitución. Un motivo adicional para haberlo hecho, fue validar o legitimar el proceso y la nueva Carta por parte de la ciudadanía. Esta omisión ha mantenido en entredicho la legitimidad de nuestra Constitución por una parte de la ciudadanía y creo que es la razón principal que ha motivado la convocatoria al plebiscito del próximo 25 de octubre.

 De todas maneras, es un hecho que la actual Constitución necesita de cambios importantes para adecuarse a los nuevos tiempos que vivimos en Chile. Por ejemplo, democracia participativa, pluriculturalidad, deberes y derechos ciudadanos, compromiso con el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, autonomía regional, redefinición de las funciones de los poderes públicos y muchos otros temas que han estado siendo demandados desde hace muchos años y que ahora se repiten con más fuerza en diferentes espacios de opinión, conversación o debate. 

 Otro hecho es que los poderes del Estado no han demostrado tener la capacidad o la voluntad política para realizar los cambios, ni hacer respetar el Estado de Derecho. Sin embargo, han sido rápidos para hacer cambios constitucionales, cuando éstos favorecen sus intereses. En este contexto, la posibilidad de un Plebiscito Constitucional saltó como una gran oportunidad para todos los ciudadanos que por años, claman por un cambio en parte o en toda la Constitución, con la esperanza que una nueva Carta logre hacer realidad sus sueños.

 En este sentido, las aspiraciones o ideas de cambio Constitucional son transversales y no deben ser atribuidas a una tendencia ideológica, ni partidista, ni generacional, ni de minorías. Es la razón por la que la convocatoria al Plebiscito encontró el apoyo de una amplia mayoría de parlamentarios. Lamentablemente, los acontecimientos del 18-O y la mala estrategia de campaña de algunos voceros han puesto en peligro el éxito del proceso Constitucional, al asociarlo a un chantaje de los opositores del gobierno por un lado, y por el otro, calificando de ilegítima la actual Constitución por su origen aparentemente espurio.

 Son estas posturas extremas, deslegitimadoras, agresivas y violentas las que han radicalizado las posiciones y acaparado la atención en las redes sociales y las decenas de conversatorios de vídeo-reuniones o encuentros telemáticos. El ambiente se ha deteriorado mucho más con la presencia de la pandemia por el COVID-19 y la resistencia a reducir el número de fallecidos y contagiados. Todo lo cual es mirado con oportunismo o sospecha por las partes en cuestión que, por lo demás, al estudiarlas con más cuidado, nos damos cuenta que son minorías radicales. Aunque no por ello, menos dañinas e influyentes.

 El mayor problema es que mientras los “unos” creen que los muertos y contagiados son un pretexto de los “otros” para postergar indefinidamente el Plebiscito, los “otros” creen que los “unos”, quieren hacer el Plebiscito, sin importar el avance de la crisis sanitaria, porque eso les permitirá tener una gran abstención, con lo cual sería más fácil tener el resultado que desean. La única realidad es que estas nefastas minorías en pugna, no están pensando en lo que necesita Chile y los chilenos, sino en ellos y sus fanáticos y egoístas seguidores. De seguirles el juego, al final nadie podrá disfrutar el resultado del Plebiscito, porque los perdedores no aceptarán el resultado y van a alegar manipulación y aprovechamiento de los ganadores. Por otra parte, de ganar el Apruebo, la nueva Constitución llevará el engendro de la ilegitimidad y los chilenos viviremos nuevos estallidos sociales, hasta que se logren los cambios que los perdedores demandan...

 Entonces, volveremos a "fojas cero" y el ciclo se repetirá una y otra vez, hasta que tengamos una Participación Ciudadana lo suficientemente Inteligente, Inclusiva e Informada que sea capaz de cerrarle el paso a estas "barras bravas" que no permiten llegar a la solución de los problemas, ni avanzar en igualdad, ni en justicia social. La noticia buena es que no es necesario esperar otra oportunidad para romper el círculo y sentarnos a la mesa y resolver los problemas sociales que por años nos agobian. Tal vez no se logre un modelo perfecto de país, pero seguro que aprenderemos a mirarnos a los ojos y a ver con solidaridad y comprensión, los temores y el sufrimiento que hay en todos.

  No perdamos de vista que son suficientes las experiencias de otros países latinoamericanos en procesos de cambio constitucional, similar al que se ha iniciado en Chile. De todos ellos se puede aprender para sacar lo bueno y no caer en los errores que cometieron. Pero para ello, es fundamental tener la mente abierta y cerrada al fanatismo.

 Es como un partido de fútbol que no tiene reversa, porque el desafío ya fue aceptado. Tenemos que dejar de lamentarnos del origen de la convocatoria, del estado de la cancha y parar de sabotear la realización del partido. Debemos jugarlo poniendo en la cancha, cada uno, lo mejor que tenemos. Poniendo tarjeta amarilla a quienes han cometido faltas y avanzar en el juego, sin dudar en sacar tarjeta roja a quienes insistan en el juego sucio o pesimista. En Chile no sobra nadie, sólo nos falta un poco de sensatez y hacernos cargo de las omisiones del pasado. RDS

lunes, 24 de agosto de 2020

Nueva Constitución. Pero, no a Cualquier Costo

  "Sabemos que los problemas de Chile son políticos y por lo tanto se necesita voluntad política. Políticos con voluntad. Una clase política noble y honorable para resolverlos. Los marcos legales son importantes, pero jamás reemplazarán las intenciones de quienes tienen el deber y la responsabilidad de dirigir y orientar los destinos del país." 

 

Ninguna persona sensata, preocupada por el futuro del país y que además crea que necesitamos de una participación ciudadana más inteligente, más inclusiva y más y mejor informada, debe ser indiferente al plebiscito por una nueva Constitución que está convocado para el 25 de octubre. Porque ya no se discute si se hará o no, sino cuándo se hará, y la fecha del 25 de octubre parece inmodificable para los más ansiosos.

En esa dirección, a partir del próximo miércoles, las campañas deben concentrarse en conseguir el mayor número de votos para su opción: "Apruebo" o "Rechazo", porque la abstención es el peor resultado para quienes apuestan por una u otra, toda vez que no tendrá mucho sentido gastarse cientos de millones de pesos en plena crisis sanitaria, social y económica, para realizar un plebiscito que cambie una Constitución por considerarse "ilegitima," por otra que también puede resultar "ilegitima"  si no logra convocar a una importante mayoría de chilenos.

El país está dividido y la preocupación debería ser la unión y no la radicalización ni la imposición de un modelo por otro, que sólo profundizaría el odio entre los chilenos y eternizará la alternancia del abuso del poder y la violencia.

La pandemia del COVID-19 no es culpa de ningún chileno, pero sobrevivir a ella y contribuir al menor número de contagiados y fallecidos, es responsabilidad, principalmente, del Estado y la clase política. Lamentablemente de un Estado débil y de una clase política percibida por la ciudadanía como incompetente y carente de credibilidad que, sin embargo, ahora tiene una enorme oportunidad de hacer bien las cosas, por lo menos esta vez, pensando en el interés general de Chile y los chilenos y no de sus particulares y mezquinos intereses. De nada servirá una nueva Constitución arrancada del lecho de pacientes enfermos, ni de ciudadanos en cuarentena y en riesgo, con temor a perder su vida.

Para quienes argumentan la "imperiosa" necesidad del plebiscito y el "ahora ya", quisiera que reflexionaran y se dieran cuenta que la ansiedad y el apuro, pueden ser contraproducentes y revertir la confianza de quienes ya hemos "comprado" la idea de un cambio de Constitución, especialmente cuando vemos que los promotores cada vez ponen menos interés en la legitimidad que debe tener el proceso con una mayor participación ciudadana. No se ve bien, que ya no les importe el porcentaje de abstención que probablemente tendrá el plebiscito, si se realiza a todo evento en tiempo de pandemia, sin vacuna y sin disminución del volumen de contagios.

Chile puede sobrevivir un año más sin plebiscito constitucional, así como a otro proceso electoral de parlamentarios y gobernantes, elegidos con poca votación, sin entusiasmo ni credibilidad, porque este proceso no necesita postergarse. Pero, será inaceptable obtener un resultado para cambiar la Constitución, forzando un proceso para que lo único que cambie sean las aspiraciones de las élites opositoras.   

Con tristeza, hemos comprobado durante la actual crisis, que la falta de voluntad política para solucionar los problemas y construir una sociedad más justa e igualitaria, es más grande que el marco legal y constitucional que tenemos en el país. De hecho, se han realizado tres reformas constitucionales y los ciudadanos comenzamos a preguntarnos con sospecha: ¿Por qué no ha sido posible realizar los cambios que prioritariamente reclama el país desde hace tantos años?

Sabemos que los problemas de Chile son políticos y por lo tanto se necesita voluntad política. Políticos con voluntad. Una clase política noble y honorable para resolverlos. Los marcos legales son importantes, pero jamás reemplazarán las intenciones de quienes tienen el deber y la responsabilidad de dirigir y orientar los destinos del país. 

Una nueva Constitución e incluso un nuevo proceso constituyente en el siglo XXI, sin una participación ciudadana masiva y comprometida, de nada servirá y sólo pasará a la historia como otra grosera y costosa petición de la clase política a la ciudadanía. Son muchos millones de pesos para las campañas, sin contar los costos directos del proceso. Está vez, en tiempos de grave crisis y cuando a todos los chilenos se les pide austeridad y hacen los más grandes sacrificios. ¡Qué horror! RDS

viernes, 14 de agosto de 2020

Carta Abierta a los Candidatos a la Directiva Nacional, Directivas Regionales y Consejeros Regionales de Evópoli 2020


"El camino correcto para solucionar los problemas, sigue siendo el diálogo. Pero, uno honesto y con real voluntad de llegar a acuerdos. La única autoridad que podrá imponerse en todo el territorio nacional, capaz de hacer respetar el Estado de Derecho, es la autoridad moral de quienes nos gobiernen y representen."  


Al igual que todos ustedes milito en el partido y aunque en esta oportunidad no me postulé para ningún cargo, quiero reconocer el esfuerzo y sacrificio que esto representa para cada uno. Aquí no hay dinero de por medio. Sólo vocación de servicio y seguramente alguna legítima aspiración a formar parte, en el futuro, de un centro de decisión política en el país o de algún órgano de gobierno.

Dicho lo anterior, no quisiera perder esta oportunidad para compartir, con humildad y respeto, algunas reflexiones, en momentos en que todos los candidatos han tenido la oportunidad de darse a conocer y de compartir sus ideales e intenciones, reciban o no el apoyo de las mayorías.

Hoy me duele Chile y quienes me conocen saben muy bien que lo digo de corazón. Nuestro país está atravesando por uno de los momentos más difíciles de su historia. No se trata solamente de la crisis sanitaria, que también padece el resto de países del planeta que, además arrastran una crisis social y económica, con consecuencias que todavía desconocemos o no dimensionamos. Tenemos una crisis de liderazgo y de pérdida de la credibilidad y la confianza, que atraviesan prácticamente todas las instituciones del Estado, el mundo social, religioso, académico y empresarial.

Por ello, quienes buscan ocupar posiciones de liderazgo en estos momentos, como ustedes aspiran, merecen toda mi admiración y respeto, porque no tienen una tarea fácil. Todo, absolutamente todo estará en contra. Se requiere mucho coraje y mucho amor a la Patria para iniciar esta aventura. Sin embargo, no tengo dudas que de eso hay y sobra en Evópoli. Necesitarán estar unidos y una vez que termine el proceso electoral, deben pasar la página de la contienda y cerrar filas alrededor de los ganadores, si así se les puede llamar a quienes tendrán la difícil misión de conducir los destinos del partido en los próximos inciertos años que nos esperan.

Sin embargo, tengo la corazonada que hay una fórmula que sacará adelante nuestro país y mantendrá fuerte el partido, y que sólo ustedes pueden aplicar desde sus diferentes posiciones, con el apoyo de quienes ocupan cargos de representación y de gobierno, y por supuesto de los militantes y simpatizantes. Se trata de mantenernos firmes contra el abuso del poder y la corrupción, para preservar la confianza y la credibilidad que tiene la gente, en quienes forman parte de esta tienda. Mantener con altura la discusión sobre las diferencias de opinión, recordando que Evópoli es un partido liberal. Además, tolerante y eso no debe ser una simple declaración de principios, sino una actitud de vida.

El plebiscito por una nueva Constitución, tiene tantos argumentos a favor como en contra. No nos perdamos en la “pelea chica”. Demos rienda suelta a nuestros argumentos para que gane nuestra opción, al tiempo que nos preparamos, con inteligencia y sabiduría. Sin rencores, para enfrentar la voluntad de las mayorías, que siempre será en favor de Chile y los chilenos. Hay temas que se deben revisar y hacernos los desentendidos, no ayudará a cambiar la percepción de la mayoría de los ciudadanos.

Debemos mantenernos firmes contra la violencia en todas sus formas y cualquiera sea su origen. La violencia es el chivo expiatorio e instrumento de oportunistas, falsos líderes y mercaderes de armas. Estos personajes siempre estarán incentivándola para mantener sus ganancias y alcanzar sus mezquinos objetivos, que nunca son para beneficio social o colectivo, sino particular o de pequeñas camarillas. Es una estrategia antigua y universal que la gran mayoría de las personas no queremos ni buscamos, pero que siempre está presente por la voluntad y la acción de mentes egoístas y criminales, con capacidad para mover minorías desubicadas o desesperadas. El camino correcto para solucionar los problemas, sigue siendo el diálogo. Pero, uno honesto y con real voluntad de llegar a acuerdos. La única autoridad que podrá imponerse en todo el territorio nacional, capaz de hacer respetar el Estado de Derecho, es la autoridad moral de quienes nos gobiernen y representen.   

Chile necesita un liderazgo fuerte, convocante, dialogante e influyente, que sólo es posible tener con un trabajo responsable, coherente y honesto. El que debemos comprometernos a desarrollar y cuidar todos, especialmente quienes salgan elegidos.

Ser un líder o un dirigente social, como ustedes pretenden serlo, es un gran desafío.  Es más difícil e incluso peligroso serlo hoy día. Por ello, es fundamental permanecer unidos y estar acompañados de una base social que cada vez debe ser más numerosa, consciente y comprometida con lo que se hace.  Creo que ese ha sido el sentido de quienes muy sabiamente, han promovido la existencia y fortalecimiento de los Líderes Descomunales, donde muchos de ustedes orgullosamente también forman parte.

Tengan siempre presente no abandonar las bases. El objetivo no debe ser solamente ganar las elecciones, ese sólo es el comienzo de un gran trabajo que debe elevar y potenciar las Causas Sociales, que es otro acierto del partido, para ir en ayuda de las comunidades, y para hacer realidad el ejercicio de una participación ciudadana más inteligente, más inclusiva y más o mejor informada, que debemos promover y extender a todos los rincones de nuestro país, hasta llegar con nuestra presencia a todas y cada una de las organizaciones de la sociedad civil, que trabajan sin descanso, sin recursos y sin apoyo suficiente de nuestro país, porque es allí en donde se ven los frutos del trabajo social y de preocupación por los demás.

Muchos éxitos y no olviden que no están solos. Celebraremos sus aciertos y su entrega honesta. RDS

 

Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada

miércoles, 5 de agosto de 2020

FORMACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”

A.      Einstein

 

Esta es una invitación a trabajar en un proyecto de formación ciudadana que genere una cultura de participación más inteligente, más inclusiva y más o mejor informada. No es un desafío a corto plazo, tal vez quienes lo impulsemos hoy no disfrutemos de todos sus beneficios, pero podemos estar seguros que las futuras generaciones recibirán sus frutos y estarán muy agradecidos. Eso es lo importante. A continuación, una exposición de motivos:

Creemos que sin el apoyo de más del 75% de la ciudadanía que emite su voto y con una abstención ciudadana que crece y que está en más del 60%, no tienen mucho sentido hacer ninguna consulta, ni plebiscito y menos un cambio de la Constitución Nacional.

De mantenerse la indiferencia ciudadana en los procesos electorales, por causa del desprestigio de la clase política, ya ni siquiera resulta atractivo un cambio de autoridades de gobierno. Es demasiado alto el costo de un proceso electoral y es inútil, si sólo es para cambiar rostros dentro de la misma clase política.

Los cambios de autoridades de gobierno, con enroque de personajes, siguen siendo una pésima costumbre que debería terminar, porque aumentan el desprestigio de la clase política perpetuando los mismos o favoreciendo unos pocos privilegiados. Hacen un enorme daño a la democracia. Personas que llegan a los centros de decisión por voluntad directa de los partidos políticos y no por decisión de la ciudadanía, siguen siendo un atentado a la democracia.

Tampoco deberíamos continuar permitiendo que la culpa de las malas acciones de las personas, siga recayendo en las instituciones, los programas, los modelos, el Estado o las empresas. Entes sin vida ni accionar propio. La responsabilidad de las buenas o las malas acciones, es siempre de los seres humanos, de las personas de carne y hueso, no de las personas jurídicas, y esto debe decirse fuerte y claro, para combatir de verdad la ineficiencia, la corrupción y el abuso de poder que han permeado prácticamente todas las instituciones del Estado. Es fundamental formar la ciudadanía para que asuma la responsabilidad individual y el autocuidado, por ejemplo, de su salud en estos tiempos de pandemia por Coronavirus. La ciudadanía debe solidarizar y cooperar en la seguridad, el crecimiento y el desarrollo integral, la supervivencia de la comunidad y en la protección de la naturaleza y el medio ambiente. 

Debemos ayudar a salir a las actuales y futuras generaciones de la vieja lucha de clases y la división entre izquierdas y derechas, promoviendo una sociedad más justa, pluralista, cooperativa, solidaria, libre, innovadora y emprendedora. En Chile ya no existe la izquierda ni la derecha como orientación o tendencia ideológico-política.  Sólo hay viejos enemigos. Ancestrales, casi naturales e incondicionales. Todo lo que proponga una persona, tiene el rechazo inmediato y unánime de sus enemigos de siempre. Por ello, son capturadas las ideas, las demandas y las luchas sociales por parte de uno u otro bando, que tampoco las puede sacar adelante porque no cuenta con el respaldo de la mayoría de representantes de la sociedad. Las buenas ideas y políticas públicas terminan bloqueadas o arrinconadas de manera caprichosa, en perjuicio de todos.

Hablar de la importancia de la Participación Ciudadana, es como hablar de la importancia de la Educación. Nadie la cuestiona, todos la mencionan y la reclaman. Todos tenemos algo que decir de ellas. Sin embargo, la pregunta que pocos nos hacemos es: ¿De qué clase de Educación o de Participación Ciudadana estamos hablando? Porque existen muchas clases de ellas. Sobre la Participación Ciudadana, esta puede ser activa o pasiva, de información, de consulta o de resolución, pacífica o violenta, democrática o anárquica, …

Para evitar esta omisión hablamos de una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más o mejor Informada. Esto es así, porque la Participación Ciudadana debe ser democrática, activa, resolutiva y pacífica, para que contribuya a solucionar los problemas sociales y ayude al crecimiento y desarrollo de las personas, sus familias y sus comunidades, y entendemos la Participación Ciudadana como el compromiso voluntario y consciente, que declara públicamente un ciudadano, de ayudar en la solución de los problemas sociales, contribuir en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional, denunciar los abusos, y ejercer libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y constitucionales, a través de mecanismos de participación democráticos y pacíficos.

Una razón adicional que nos motiva a perseverar en la generación de una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más o mejor Informada, tiene que ver con la necesidad de combatir la creencia equivocada de una buena parte de la ciudadanía en teorías conspirativas, que la lleva a pensar en el manejo del mundo por la decisión planificada y coordinada de una pequeña élite que está moviendo a su antojo los hilos de la humanidad y en donde las personas comunes y corrientes, no tenemos ninguna posibilidad de producir algún cambio. Esta misma creencia es la que nos lleva a tener una actitud de inmovilidad, indiferencia y sumisión, en donde somos más vulnerables y manipulables.

La reactivación de la economía y la recuperación del empleo, requieren de la inversión pública y privada, pero también de la colaboración de la Sociedad Civil y de una Participación Ciudadana Informada, Inteligente e Inclusiva, porque personas sin historia, sin registros, anónimas y clandestinas, son quienes más sufren en las crisis sociales, por la imposibilidad de llegar a ellas con cualquier tipo de ayudas. Debemos aprender a diferenciar la vulnerabilidad de las personas por ignorancia que, por supuesto, necesitan de la sociedad civil para superarla, de la anarquía que nada aporta y que debemos condenar y mantener aislada. No debemos permitir que la desesperación se continúe confundiendo con la ignorancia, como ha ocurrido en el retiro del 10% de los Fondos de Pensión.

Estamos de acuerdo con quienes dicen que, el poder social normalmente pasa inadvertido para el hombre común, que sólo identifica poder en el dinero, el prestigio, la tecnología y la política. En todo el mundo, las masas han experimentado sustantivas mejoras educacionales en el último siglo, pero parece bastante claro que ella no ha generado un aumento en su capacidad de reflexión. Estas son tan permeables, como siempre, a las ideas de «moda». Como dijo un filósofo, las nuevas ideas surgen de unos pocos y se extienden gradualmente hasta llegar a ser el patrimonio de una mayoría que apenas conoce su origen.

Nuestra democracia chilena está en crisis porque la clase política perdió credibilidad y confianza. Por ello la solución no está en el cambio de unos políticos por otros, sean de derecha, izquierda o independientes, porque es la "clase" la que está en crisis, aunque haya algunos políticos excelentes y honrosas excepciones. Lamentablemente, las reiteradas decisiones equivocadas, con signos de egoísmo o indiferencia de muchos parlamentarios, ha dejado la democracia en el grave estado de debilidad y desprestigio en que se encuentra hoy. Tampoco la solución está en cambiar el sistema democrático por la anarquía. Ni es aceptable ni conveniente entregar el poder a militares, ni a empresarios... Entonces, ¿qué hacer?

La respuesta está en rescatar la democracia representativa y fortalecerla. Debemos suministrarle medicina y un tratamiento adecuado. Esa medicina y tratamiento se llama Participación Ciudadana, con Mecanismos Democráticos de Participación, que deben permanecer latentes y activarse cuando los representantes (clase política gobernante o parlamentarios) no estén respondiendo a los compromisos ni demandas ciudadanas...

Por supuesto que no basta con tener los mecanismos, si la ciudadanía no está preparada ni capacitada para utilizarlos. Y este es el desafío y compromiso que debemos realizar de manera masiva, permanente y sistemática desde las organizaciones de la sociedad civil y ésta es la invitación que estamos haciendo.

La Democracia Participativa es la "muleta" que necesita la clase política y los chilenos, para evitar que se derrumbe el Estado de Derecho, la democracia y con ellos el país entero... Si los ciudadanos no hacemos nada por recuperar la democracia de manera civilizada, tendremos que resignarnos a ver que gobernantes y parlamentarios cambien sus agendas, programas y hasta sus principios y valores, por la acción violenta y criminal de minorías manipuladas y aleonadas por políticos y dirigentes nefastos e inescrupulosos.

Queda hecha la invitación para que juntos trabajemos por un mejor país para todos. Sigue a fundescochile en las redes sociales. RDS