viernes, 11 de diciembre de 2020

Un Nuevo Orden con Democracia Participativa

*Con mejores ciudadanos la clase política recuperará su rumbo sin abandonar sus ideologías. Los gobiernos tendrán la oportunidad de probar la bondad de sus programas y propuestas de campaña, porque ni la obstrucción ni la zancadilla tendrán espacio, con una ciudadanía que además, impedirá la movilización inútil y destructiva. Por el contrario, si el país cuenta con mecanismos democráticos de participación ciudadana, como la iniciativa legislativa popular, el plebiscito vinculante, etc., es muy probable que con ellos se logren destrabar los eventuales estancamientos del país y las crisis políticas, como las que hemos soportado todos estos años."


Aunque existen muchas dudas sobre las cifras de fallecidos y contagiados, los regímenes totalitarios han demostrado tener mayor control de la pandemia por COVID-19, que los países democráticos, que al parecer presentan cifras confiables, pero cuyos resultados son desastrosos, especialmente en los países latinoamericanos, que tienen la ventaja de ir detrás en el tiempo de lo que sucede en el viejo continente y que por el hecho de conocer los resultados anticipadamente, deberían servirles de experiencia y tomar mejores medidas...

Pero, ¿cuál sería la explicación, acaso que la libertad, entendida como la sugieren las ideologías liberales y los sistemas económicos de libre mercado debería restringirse en tiempos de crisis como los que hoy vivimos? ¿O tal vez, que de nada sirve reclamar el derecho a la libertad, si la ciudadanía no entiende que la solidaridad y la cooperación ciudadana deben estar, al menos, a la par del derecho a la libertad que deseamos tener los individuos?...

Personalmente, detesto los regímenes totalitarios de cualquier signo y por cualquier motivo y creo que deben desaparecer porque son el reflejo de la humillación a la humanidad por parte de las minorías poderosas y un rezago de la degradación humana. Prefiero los regímenes democráticos, aunque creo que son difíciles de instalar, mucho más, sino se persevera en la Formación Ciudadana necesaria para generar una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, que contribuya al mejoramiento de la gestión pública y al control de la labor que realizan las autoridades de gobierno local, regional y nacional y los representantes de los ciudadanos a los centros de decisión y poder...

Por otra parte no veo que la gente se sienta incomoda viviendo dentro de una sociedad democrática, con un sistema de Economía Social de Mercado o con uno de Economía Socialista. Pero, si veo que viven como secuestrados y esclavizados dentro de un régimen totalitario. Obviamente, con excepción de las personas que pertenecen al círculo cerrado del poder del dictador que generalmente compra su lealtad. América Latina no adolece de experiencia y en su corta existencia conoce todos los regímenes y todos nos consta que la gente ha huido y sigue huyendo de los más totalitarios. Huye de la destrucción, la violencia y los abusos de sus dictadores y sus fanáticos.

Lamentablemente, en Latinoamérica todavia no se conoce una democracia estable ni confiable, fundamentalmente creo que se debe al comportamiento egoísta y ambicioso de la clase política que lucha por llegar al poder a como dé lugar y sin medir las consecuencias de lo que hacen para lograrlo. Por supuesto que hay buenos políticos, honrosas excepciones que nos llenan de esperanza, pero que les es difícil sobrevivir en el inmenso fango que les rodea. El obstruccionismo, la zancadilla, la amenaza, la conspiración, el sabotaje, el descrédito de la imagen y otras absurdas estrategias son solo las más comunes cartas que se lanzan en este desprestigiado juego en que algunos han convertido la política, y es en estas circunstancias donde las propuestas, los modelos, los sistemas o los programas de gobierno, por muy bien elaborados que sean, pierden toda atención y hasta resultan ridículos e innecesarios en una campaña, porque al final el gobierno de turno termina haciendo un permanente "gallito" con sus enemigos internos y externos, no para lograr la mejor propuesta para el país en un determinado tema, sino la que menos destrucción cause a su orgullo y a sus intereses personales. Me produce vergüenza algunas medidas que se han tomado en Chile en donde se refleja claramente este comportamiento de algunos políticos, más parecido al que utilizan las pandillas callejeras para asegurar un territorio o una parte del mercado. Todo lo hacen a vista y paciencia de la gente, mucha de la cual, lamentablemente, tiene que callar, porque lo más probable, es que también tiene comprometida su vida o la de su familia a la voluntad de uno de estos personajes nefastos.

Por todo lo anterior, creo que la prioridad que urge al país está en la recuperación de la democracia y sus instituciones. Es imperativo recuperar la confianza en la clase política, empresarial y social. El Estado no debe seguir siendo el "botín" de caza de la clase política y las instituciones tampoco deben seguir siendo sus "oficinas pagadoras". Debemos unirnos como ciudadanos y con fuerza y determinación combatir la corrupción y el abuso del poder que se han tomado el país y que son los principales causantes de la polarización y la rabia acumulada que hay en la sociedad. No habrá paz, ni equidad, ni justicia social mientras sigamos gobernados por líderes y dirigentes nefastos, inescrupulosos e incompetentes.  

Para lograr el cambio y aspirar a una mejor sociedad no es necesario que debamos esperar a la transformación de la consciencia de todos los ciudadanos y tampoco que se forme cívicamente el cien por ciento de la población. Esas metas son imposibles. Pero, si es importante y necesario convencer a los ciudadanos para integrarse o reintegrarse y trabajar con las organizaciones sociales y comunitarias, para que desde allí con todos los ciudadanos de buena voluntad, promovamos una cultura de Participación Ciudadana, cada vez más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, que contribuya al crecimiento y al desarrollo de nuestras comunidades y contenga el abuso, la manipulación y el populismo. Con mejores ciudadanos la clase política recuperará su rumbo sin abandonar sus ideologías. Los gobiernos tendrán la oportunidad de probar la bondad de sus programas y propuestas de campaña, porque ni la obstrucción ni la zancadilla tendrán espacio, con una ciudadanía que además, impedirá la movilización inútil y destructiva. Por el contrario, si el país cuenta con mecanismos democráticos de participación ciudadana, como la iniciativa legislativa popular, el plebiscito vinculante, etc., es muy probable que con ellos se logren destrabar los eventuales estancamientos del país y las crisis políticas, como las que hemos soportado todos estos años.

No tener la Democracia Participativa como la estrategia fundamental para salir de la actual crisis nacional y construir un nuevo y mejor orden social, aprovechando la oportunidad que nos ofrece la posibilidad de tener una Nueva Constitución, es un error de tipo uno, como dirían los economistas, porque han sido justamente los ciudadanos quienes, para bien o para mal, han puesto la agenda a los últimos gobiernos y los que están dispuestos a paralizar una u otra vez el país, con las graves consecuencias que dejan los enfrentamiento al final de cada jornada. Además, la ciudadanía ha sido clara en el rechazo y en el desprecio al mal comportamiento que por años ha tenido la clase política y empresarial del país. RDS

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Participación Ciudadana. El Camino hacia una Democracia más Participativa en Chile

Portada de la Invitación
(Intervención en la apertura del Ciclo de Conversaciones sobre "Participación Ciudadana. El Camino hacia una Democracia más Participativa en Chile", organizado por Fundescochile.)


Buenas tardes amigas y amigos. En primer lugar, quiero expresarles mis más sinceros agradecimientos por haber aceptado esta invitación y para que entremos en materia, les haré algunas preguntas para abrir la conversación y luego daré un breve contexto.

Vamos a conversar sobre Participación Ciudadana. Un tema del cual, estoy seguro, todos tenemos conocimiento, experiencia y una opinión que, por lo mismo, puede despertar mucha controversia. Lo único que espero es que podamos compartir nuestras visiones sin pasión y con respeto mutuo, para avanzar en la elaboración de una propuesta transversal y de común acuerdo entre ciudadanos, para enviarla a los convencionalistas de la Nueva Constitución y de esta forma tener en Chile una democracia más participativa.

Preguntas:

1.- ¿Conocen y saben para que sirven los instrumentos o mecanismos de participación ciudadana que hay en Chile?

2.- ¿Creen que los mecanismos o instrumentos de Participación Ciudadana que conocen son suficientes y efectivos?

3.- ¿Conocen en el mundo otros mecanismos de Participación Ciudadana que se deberían incorporar en nuestro país, para hacer más eficiente la gestión pública y lograr que las instituciones del Estado respondan de manera oportuna y satisfactoria a las demandas sociales?

Las preguntas anteriores responden al siguiente contexto:

Es un hecho el grave deterioro de la confianza en la clase política, empresarial, religiosa y social de nuestro país, que no ha dejado de sorprendernos con las constantes noticias de actos de corrupción y abusos de poder. Es común la percepción ciudadana por la falta de empatía, voluntad y celeridad de la clase política para solucionar los problemas sociales.

La decepción ciudadana no solamente se refleja en las constantes marchas y protestas, sino en el desconocimiento que comienza a hacer la ciudadanía de la labor que realizan muchas instituciones, sin incluir la pérdida de la autoridad moral de algunas de ellas, que les impide cumplir misiones tan esenciales, como la de resguardar el orden y la seguridad ciudadana. No cabe duda que quienes han tenido y hoy tienen los poderes del Estado, están perdiendo el control del Estado de Derecho y poniendo en grave riesgo la existencia de la Democracia. Basta con dar una mirada a los resultados de las encuestas de opinión y ver la creciente abstención de los ciudadanos a las convocatorias que se hacen a las diferentes elecciones para cargos públicos.

Pero, quizás lo más lamentable es la desconexión de la clase política con la ciudadanía, porque lo que esperamos los ciudadanos, es que el gobierno de turno responda de manera oportuna y comprensible para todos, a la solución de las demandas sociales. Y que aquellas demandas sociales, que requieren una solución con el acuerdo del parlamento, igual tengan una respuesta oportuna, comprensible, sin engaños ni dilaciones.

Lo anteriormente expuesto, que resulta fácil de entender y de realizar, no lo es ni lo ha sido en la práctica, porque en Chile, aunque opera el sistema de Democracia Representativa, que significa que el país está dirigido y administrado por un grupo reducido de personas, que ha recibido por delegación un mandato de la soberanía popular, para que nos representen y se hagan cargo, entre otras cosas, de dar respuesta y solución a las demandas sociales. Lamentablemente, a la clase política le cuesta avanzar en sus programas de gobierno y en sus promesas de campaña, porque está en permanente disputa con los demás opositores aspirantes al control del Estado. Es una vergüenza, ver cómo han convertido los centros de decisión del país en campos de batalla de aspiraciones personales. Lo peor es que mientras no resuelven sus disputas, la sociedad tiene que continuar padeciendo los problemas que la aquejan, algunos de los cuales llevan muchos años sin resolver. Además, tienen que soportar las consecuencias de la obstrucción, la zancadilla, el atrincheramiento y la actitud pasiva e indiferente frente al desborde de la delincuencia y la insensatez de la violencia, que aumenta porque se aprovechan del patético espectáculo que los honorables dan para destruirse y justificar sus decisiones.

De esta manera, no basta con tener un diagnóstico ni propuestas de solución a los problemas que afectan al país y a los ciudadanos, porque por muy graves y urgentes que sean, deben contar para la solución, con la eficiencia del gobierno de turno y la voluntad de quienes ocupan los demás poderes del Estado. Así las cosas, las condiciones de eficiencia y voluntad política, no son fáciles de conseguir en la práctica, por el mayor peso o influencia que tienen los dueños de intereses egoístas, de clase y de partido, por sobre las demandas y urgencias del país.

Por lo anterior, y dado que todo está puesto en duda o está en entre dicho, creo que esta conversación debemos hacerla más desde el pragmatismo, que desde lo ideológico y partidista. En consecuencia, recomiendo, en lo posible, omitir citas y referencias de filósofos, intelectuales y pensadores de renombre, porque lo importante ahora son las ideas y creencias que han calado en nuestras vidas y con las cuales somos coherentes en el actuar. De todas maneras, no se preocupen que al final, es probable que, sin mencionar a nadie, igual cada uno de nosotros salga con una "chapa", porque ya parece deporte nacional para algunos, etiquetar a quien tienen al frente.

El punto al cual invito a tener presente durante toda la conversación, para no perder el foco, es entender que debemos rescatar y proteger la Democracia Representativa, porque no siendo el único sistema de organización social que existe, ni el ideal, sí creo que es el mejor, el más práctico y económico, para nuestra cultura e idiosincrasia. Porque significa que los ciudadanos elegimos a un grupo de personas para que administren el Estado en nombre y en beneficio de todos. Sin embargo, resulta paradójico que, por la codicia y la ambición de unos, sea casi imposible que un grupo reducido de personas puedan ponerse de acuerdo y trabajar por el bienestar del país, a pesar de contar con todos los recursos para hacerlo. Porque este mandato no es gratuito, porque los ciudadanos entregamos dinero, respeto y sometimiento a las políticas públicas que aprueben e impulsen, para hacer realidad sus planes, programas y promesas o compromisos de campaña.

En consecuencia, corresponde a la ciudadanía en su soberanía, exigir y velar porque quienes hayan sido elegidos cumplan el mandato con probidad e idoneidad, de manera eficiente y adecuada, y aunque la confianza es importante, es mucho mejor la fiscalización permanente. Y aunque existen instituciones y mecanismos de evaluación y control para hacerlo, la experiencia nacional e internacional ha demostrado que la ciudadanía debe reservarse siempre la posibilidad de activar otros mecanismos de manera autónoma, oportuna y en forma pacífica y democrática cuando considere que los controles institucionales no están operando por cualquier circunstancia.     

Termino esta introducción compartiendo una definición de Participación Ciudadana y reafirmando mi creencia, en la importancia de rescatar y proteger la Democracia Representativa a través de un ejercicio, cada vez más inteligente, más inclusivo y más y mejor informado:

La Participación Ciudadana es el compromiso voluntario y consciente, que declara y practica públicamente un ciudadano, de ayudar en la solución de los problemas sociales, contribuir en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional, ejerciendo libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y constitucionales, a través de sus representantes y utilizando, además, cuando fuere necesario, los mecanismos de participación democráticos y pacíficos existentes.”

En este sentido, los mecanismos o instrumentos de Participación Ciudadana no pretenden sustituir la democracia representativa, sino por el contrario, fortalecerla al hacerla más eficiente, oportuna y confiable para los ciudadanos. Sin embargo, quiero reconocer y decirles que estoy convencido que el desafío de una democracia más participativa para Chile, no termina con su reconocimiento en la Nueva Constitución, ni con la instalación de nuevos mecanismos de Participación Ciudadana. Por el contrario, el desafío apenas comienza, porque se deben generar y promover espacios de formación ciudadana permanente y a todo nivel, para que todos los ciudadanos conozcan los instrumentos y aprendan a utilizarlos. Por ello, lo más importante, es estar cerca de su reglamentación y aplicación, para que no se transformen en una amenaza para la estabilidad de la democracia, ni sean una decepción para los ciudadanos, por su imposibilidad de aplicación. Y es justamente aquí, en donde las Organizaciones Sociales y Comunitarias, deben estar dispuestas a jugar un rol más protagónico, con mayor autonomía e independencia. ¡Gracias! RDS

sábado, 24 de octubre de 2020

¡Fuerza Chile!

Mañana es el plebiscito y hay más expectativa por el comportamiento de la gente después del resultado, que con el resultado mismo. 

Chile vive momentos muy complejos. Observo que hay mucha rabia, mucho odio acumulado. Me parece que no se trata ni de la riqueza ni de la pobreza. Da lo mismo el resultado. Hay algo más profundo, que creo sólo puede tener solución después de una catarsis nacional. 

La dirigencia política, empresarial, religiosa, académica, social,... parecen haberse coludido para decepcionarnos. Hemos perdido la fe y la confianza en todo. Hasta las nuevas generaciones que llegaron al poder, en medio de luchas y movimientos sociales,  nos han decepcionado. Con los milenials ya perdimos todo contacto y la pandemia vino a consolidar esta relación que sólo ha sido distante y digital. 

El país está tremendamente polarizado y terriblemente atrincherado. Es temerario salir a la calle con la camiseta del equipo de fútbol de preferencia y da pánico expresar públicamente lo que pensamos. Mis dedos cada vez tiemblan más cuando escribo lo que pienso y mi familia no deja de preocuparse. Tal vez deba dejar de escribir y de pensar, porque hay personas que están convencidas que con la violencia pueden conseguir lo que quieren gracias a que pertenecemos a un Estado que prefiere "mirar pal'lado". 

Por lo anterior, no deberíamos, seguir tan preocupados de lo que queremos del Estado, sino de lo que debemos hacer para recuperar la confianza en nuestros dirigentes y en las instituciones, y en este sentido, sólo se me ocurre perseverar en promover y fortalecer una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada. 

Necesitamos una ciudadanía moderna,  civilizada y empoderada con mecanismos de participación pacíficos y democráticos que contribuyan a desentrampar la clase política, para que dejen de ponerse trabas, obstruirse, demorar y paralizar la solución de los problemas sociales que ellos muy bien conocen y que sus comunidades también padecen. Porque no importa lo que prometan quienes llegan al poder, sino que cumplan lo prometido. Ya no importa si solidarizan con los problemas sociales, sino cuándo y cómo los van a solucionar. 

El único grito que debería conmovernos y hacer que permanezca en la mente de la clase política después del 18-O es: "¡NO SON TREINTA PESOS, SON TREINTA AÑOS! - RDS

domingo, 11 de octubre de 2020

¡La Democracia está en Peligro!



"La Democracia está en peligro, no porque en sí misma sea un mal sistema para vivir en paz y armonía dentro de una sociedad, sino porque los representantes de los ciudadanos a cargo de los poderes y las instituciones del Estado, han abusado de ella y han quebrado la confianza de la nación. En este sentido, el problema no es la Democracia, sino quienes han abusado del poder que se les ha entregado o delegado."


Doloroso ha sido saber que algunos que han llegado al poder en el último tiempo, personas independientes y jóvenes dirigentes sociales, enarbolando las banderas en favor de la justicia social y en contra de la corrupción y el abuso del poder, se hayan mimetizado con la clase política desprestigiada y hoy no tengan ninguna vergüenza en pedir "perdonazos" para quienes sin derecho e ilegalmente, se apropiaron de los bonos destinados a personas y familias vulnerables. ¡Es inaceptable la excusa del empate, tal como lo es la de la venganza, porque el dolor y el sufrimiento son incomparables y nos lleva a una espiral de odio de la cual es muy difícil salir! 

La solución debe ser ejercer un mayor seguimiento y control a las actuaciones de quienes elegimos, y aunque suene paradójico, esto es posible conseguir, siempre y cuando tengamos instituciones confiables y capaces de ejercer con autonomía la labor fiscalizadora que les corresponde. Ahora bien, como la corrupción, el abuso del poder y la codicia es transversal y a contaminado también a las instituciones fiscalizadoras, corresponde a la ciudadanía permanecer atenta para intervenir y asumir la tarea de exigir cumplimiento de deberes y probidad a la clase política y dirigente del país. Algo que la ciudadanía hace desde los movimientos sociales y la protesta. Con ayuda, en algunas oportunidades, con la investigación de medios de comunicación. Pero, esa estrategia debe revisarse, porque al final de cada manifestación pública, es poco o nada lo que se consigue y, por el contrario, cada vez es más lo que se pierde, en vidas, seguridad, trabajo, fuentes de ingreso, infraestructura y espacios públicos y privados. Una lucha callejera que hace los pobres más pobres y los ricos más ricos, en donde la rabia y la polarización aumentan. Esa al menos es la conclusión que se puede sacar, desde el estallido social de octubre hasta el día de hoy.

Por lo anterior, es el momento de tener más y mejores Mecanismos Democráticos de Participación Ciudadana, que separen a las personas sensatas de la lucha callejera, que es un espacio que se han tomado los violentos, los vándalos y los delincuentes, cuyos crímenes desvían la atención y deslegitiman las demandas sociales. Sólo sirven para la crónica roja y como base del discurso de populistas, manipuladores y nefastos líderes. Porque eso está claro como el agua: siempre son los nefastos líderes opositores los que manipulan y se benefician de una masa ignorante, minoritaria y violenta que hoy protestan para un bando, cuando antes lo hicieron para el otro.

Finalmente, para quienes han visto con preocupación la experiencia de la Participación Ciudadana en otros países Latinoamericanos. A ellos les digo que la Democracia Participativa no le quita poder a los Representantes, sino que vela por un ejercicio honesto y de calidad de la política,  buscando recuperar y mantener la credibilidad y la confianza en la Democracia Representativa. Se trata de entregarle a la ciudadanía alternativas democráticas, efectivas y pacíficas para expresar su malestar y exigir la actuación oportuna de las instituciones frente a las decisiones y comportamientos indebidos de la autoridad.

Es posible que quienes hoy pretenden manipular la ciudadanía y se aprovechan de los más vulnerables, igual pretendan aprovecharse, haciendo un mal uso de los nuevos Instrumentos de Participación Ciudadana. Pero, esta dolosa actitud no debe ser lo único más preocupante que lo que hoy tenemos. Además, está la convicción que siempre es mejor perseverar en resolver los problemas por medios pacíficos y no por medios violentos. Debemos mantener el compromiso de promover y perseverar en una estrategia de formación que aumente en el país una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada.

No olvidar que el común denominador de lo que puede denominarse experiencia negativa de la democracia participativa en Latinoamérica, está justamente en la falta de formación ciudadana en el conocimiento y el uso adecuado de los Mecanismos de Participación Ciudadana. Permítanme la comparación: Les entregaron un conjunto de implementos para pescar, pero nadie o muy pocos saben pescar y tampoco hay mucha preocupación de quienes tienen la obligación,  como los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, de ayudarles a superar carencia. RDS

viernes, 4 de septiembre de 2020

No Espere Cambios, Si Siempre Hace Lo Mismo

"Definitivamente hay personas cuya única cualidad es su capacidad de disponer con facilidad de TODO lo que no les pertenece o no les costó ningún esfuerzo conseguir..."

Al igual que muchos chilenos y personas en el mundo, no tengo ninguna duda que existe un conflicto fronterizo entre Chile y Bolivia. De todas maneras, creo que éste no tendrá solución, aunque los Tribunales de La Haya lleguen a declararlo y dictaminen el fin del conflicto. El problema mayor es que el conflicto existe y perdurará todo el tiempo que las partes decidan, porque en materia política, la existencia de algunos conflictos, es un “as bajo la manga”, que puede servir a gobiernos o regímenes corruptos, hasta para distraer ingenuos.

Pero, mi reflexión es sobre la forma como se “paran” algunos políticos frente a las cámaras o medios de comunicación para dar respuesta a la solución de los problemas. Ellos siempre hablan como desde el Olimpo. Están convencidos que tienen la “fórmula mágica” para resolver todos los problemas sociales. Son como niños jugando a “reyecitos” o “diosecitos”. Pareciera que nunca piensan en las causas que han hecho que existan problemas por tantos años y que se arrastren o eternizan en el tiempo. Porque los diagnósticos están hechos. Es más, estoy convencido que muchos problemas están sobre diagnosticados y algunos de ellos incluso, han tenido sus estallidos sociales en más de una oportunidad.

El día que estos personajes bajen del “Olimpo” y busquen la respuesta a los problemas que nos aquejan, escuchando y haciendo la real voluntad de la gente, ese día se ganarán mi respeto. El problema adicional es que estos personajes creen, que escuchar la gente, es solamente escuchar la voz de sus compadres y la de sus incondicionales fans. Por eso, de manera irrespetuosa o ignorante, siempre hablan en “nombre de todos los chilenos” aunque al oído solo le llegue la voz del jefe de su “partido”.

Estos personajes son los que, cuando llegan al poder, “desocupan el país”. No les sirve nadie que no sea incondicional a ellos. La instalación de su “modelo” sólo es posible sin una opinión contraria y la duración del proceso de instalación, depende de la resistencia que tengan los opositores, y para que sea “corta” condenan todo tipo de intervención extranjera, menos, por supuesto, la que vaya en su propia ayuda o defensa. Éstos, son los causantes de los millones de migrantes que deambulan por las calles del mundo, pidiendo limosna y padeciendo la humillación y la explotación de los “países hermanos”.

Sí un gobernante, realmente desea resolver los grandes problemas sociales, los que dividen la sociedad, los que más daño hacen a la gente, los que se arrastran por décadas e incluso cientos de años, no debería insitir en la postura partidista de "buenos y malos", sino que debería hacer uso de los Mecanismos de Participación Ciudadana, como por ejemplo el PLEBISCITO VINCULANTE. Pedir a la ciudadanía que sea ella la que se comprometa y la que se obligue a decidir la solución. 

No voy a dar, en este limitado espacio, una clase sobre el uso y experiencia nacional e internacional de este y otros mecanismos de Participación Ciudadana. Sólo diré que, sí la Democracia Participativa (que no es lo mismo que Democracia Directa, ni desmonta la Democracia Representativa. Por el contrario, la fortalece y reivindica), no forma parte del corazón de la próxima Constitución Nacional, para no decir Nueva o Reformada, ya que con Apruebo o con Rechazo, debemos ajustar el contenido de la Carta a los nuevos tiempos… Repito, si la Democracia Participativa no forma parte del corazón de la próxima Constitución, estaremos condenados a sufrir otros doscientos años los caprichos de una clase política desprestigiada, que con muy honrosas y valiosas excepciones, es arrogante, mediocre y abusiva; que se ha tragado para sí, los recursos que en impuestos proveemos los ciudadanos y que opaca o desconoce el importante aporte que a diario les entregan los cientos de miles de profesionales en estudios técnicos para que tomen mejores decisiones, racionales y asertivas.

Mi invitación es a perseverar en la promoción de una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada. Nosotros, los que estamos viviendo la mayor crisis sanitaria, económica y social de la historia de Chile, tenemos la gran oportunidad de dejarle un legado de unidad, tolerancia, solidaridad y cooperativismo a las futuras generaciones. Una manera diferente de solucionar los problemas sociales. Con oportunidad y suficiencia, pero con responsabilidad, racionalismo y ayuda mutua. Sin la manipulación de nefastos líderes anclados en un pasado lleno de nostalgia y resentimiento. Aferrados a ideologías de derechas e izquierdas fracasadas y prácticamente inexistentes. Luchando contra los fantasmas de Capitalismos salvajes y Estados benefactores ya extintos. 

Debemos fortalecer la Sociedad Civil y sus Organizaciones Sociales y Comunitarias, para hacer realidad la democracia participativa, frenar la anarquía y evitar el sacrificio y la inmolación de más vidas inocentes, parar la autodestrucción, la violencia y el vandalismo. Todo lo cual, solo daña y destruye a los más humildes y vulnerables. RDS

domingo, 30 de agosto de 2020

El Plebiscito. Corazón de la Participación Ciudadana

"El plebiscito es el más importante y representativo mecanismo de Participación Ciudadana que existe dentro de un sistema democrático, porque con él se pide a los ciudadanos y ciudadanas de un país la opinión sobre lo que debe hacer uno o varios poderes del Estado en un determinado asunto."

 

 El plebiscito es el más importante y representativo mecanismo de Participación Ciudadana que existe dentro de un sistema democrático, porque con él se pide a los ciudadanos y ciudadanas de un país la opinión sobre lo que debe hacer uno o varios poderes del Estado en un determinado asunto. Esto es muy diferente a lo que ocurre con la participación que periódicamente hacemos para elegir autoridades de gobierno y representantes a los centros de decisión, llámense Diputados, Senadores o Concejeros Municipales o Regionales. Aquí los elegidos actuarán en consciencia una vez han sido elegidos, es decir no están obligados a cumplir sus promesas de campaña, ya que en Chile no existe el voto programático, lo que significaría que los elegidos deberían ejercer el cargo para cumplir un mandato y no solamente para representar los ciudadanos.

 El Plebiscito es un mandato a las autoridades y por lo general es vinculante, porque también existe el plebiscito no vinculante, que no es obligatorio y que también se conoce como de consulta a la ciudadanía. En lo personal no me gusta este último tipo de plebiscito, porque no siendo vinculante para las autoridades, no creo que sea necesario que un país incurra en costos y gastos tan elevados para conocer la opinión de la gente. Si se quiere hacer una consulta, para eso están las encuestas.

 En Chile no es frecuente el uso del plebiscito, aunque ha habido de las dos modalidades, tanto vinculante como de consulta. La primera fue para el retorno a la democracia y la otra, ha sido utilizada por algunas alcaldías. El paso del gobierno o régimen militar a la democracia en 1989, fue producto de un plebiscito vinculante. Los ciudadanos votaron “SI” o “NO” por la continuidad o fin del sistema de gobierno o régimen que había. Desde aquella oportunidad nunca más se ha utilizado. Sin embargo, creo que debió ser utilizado en el gobierno del Presidente Ricardo Lagos para pedir a los ciudadanos la aprobación de los cambios, que junto al parlamento, hizo a la actual Constitución. Un motivo adicional para haberlo hecho, fue validar o legitimar el proceso y la nueva Carta por parte de la ciudadanía. Esta omisión ha mantenido en entredicho la legitimidad de nuestra Constitución por una parte de la ciudadanía y creo que es la razón principal que ha motivado la convocatoria al plebiscito del próximo 25 de octubre.

 De todas maneras, es un hecho que la actual Constitución necesita de cambios importantes para adecuarse a los nuevos tiempos que vivimos en Chile. Por ejemplo, democracia participativa, pluriculturalidad, deberes y derechos ciudadanos, compromiso con el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, autonomía regional, redefinición de las funciones de los poderes públicos y muchos otros temas que han estado siendo demandados desde hace muchos años y que ahora se repiten con más fuerza en diferentes espacios de opinión, conversación o debate. 

 Otro hecho es que los poderes del Estado no han demostrado tener la capacidad o la voluntad política para realizar los cambios, ni hacer respetar el Estado de Derecho. Sin embargo, han sido rápidos para hacer cambios constitucionales, cuando éstos favorecen sus intereses. En este contexto, la posibilidad de un Plebiscito Constitucional saltó como una gran oportunidad para todos los ciudadanos que por años, claman por un cambio en parte o en toda la Constitución, con la esperanza que una nueva Carta logre hacer realidad sus sueños.

 En este sentido, las aspiraciones o ideas de cambio Constitucional son transversales y no deben ser atribuidas a una tendencia ideológica, ni partidista, ni generacional, ni de minorías. Es la razón por la que la convocatoria al Plebiscito encontró el apoyo de una amplia mayoría de parlamentarios. Lamentablemente, los acontecimientos del 18-O y la mala estrategia de campaña de algunos voceros han puesto en peligro el éxito del proceso Constitucional, al asociarlo a un chantaje de los opositores del gobierno por un lado, y por el otro, calificando de ilegítima la actual Constitución por su origen aparentemente espurio.

 Son estas posturas extremas, deslegitimadoras, agresivas y violentas las que han radicalizado las posiciones y acaparado la atención en las redes sociales y las decenas de conversatorios de vídeo-reuniones o encuentros telemáticos. El ambiente se ha deteriorado mucho más con la presencia de la pandemia por el COVID-19 y la resistencia a reducir el número de fallecidos y contagiados. Todo lo cual es mirado con oportunismo o sospecha por las partes en cuestión que, por lo demás, al estudiarlas con más cuidado, nos damos cuenta que son minorías radicales. Aunque no por ello, menos dañinas e influyentes.

 El mayor problema es que mientras los “unos” creen que los muertos y contagiados son un pretexto de los “otros” para postergar indefinidamente el Plebiscito, los “otros” creen que los “unos”, quieren hacer el Plebiscito, sin importar el avance de la crisis sanitaria, porque eso les permitirá tener una gran abstención, con lo cual sería más fácil tener el resultado que desean. La única realidad es que estas nefastas minorías en pugna, no están pensando en lo que necesita Chile y los chilenos, sino en ellos y sus fanáticos y egoístas seguidores. De seguirles el juego, al final nadie podrá disfrutar el resultado del Plebiscito, porque los perdedores no aceptarán el resultado y van a alegar manipulación y aprovechamiento de los ganadores. Por otra parte, de ganar el Apruebo, la nueva Constitución llevará el engendro de la ilegitimidad y los chilenos viviremos nuevos estallidos sociales, hasta que se logren los cambios que los perdedores demandan...

 Entonces, volveremos a "fojas cero" y el ciclo se repetirá una y otra vez, hasta que tengamos una Participación Ciudadana lo suficientemente Inteligente, Inclusiva e Informada que sea capaz de cerrarle el paso a estas "barras bravas" que no permiten llegar a la solución de los problemas, ni avanzar en igualdad, ni en justicia social. La noticia buena es que no es necesario esperar otra oportunidad para romper el círculo y sentarnos a la mesa y resolver los problemas sociales que por años nos agobian. Tal vez no se logre un modelo perfecto de país, pero seguro que aprenderemos a mirarnos a los ojos y a ver con solidaridad y comprensión, los temores y el sufrimiento que hay en todos.

  No perdamos de vista que son suficientes las experiencias de otros países latinoamericanos en procesos de cambio constitucional, similar al que se ha iniciado en Chile. De todos ellos se puede aprender para sacar lo bueno y no caer en los errores que cometieron. Pero para ello, es fundamental tener la mente abierta y cerrada al fanatismo.

 Es como un partido de fútbol que no tiene reversa, porque el desafío ya fue aceptado. Tenemos que dejar de lamentarnos del origen de la convocatoria, del estado de la cancha y parar de sabotear la realización del partido. Debemos jugarlo poniendo en la cancha, cada uno, lo mejor que tenemos. Poniendo tarjeta amarilla a quienes han cometido faltas y avanzar en el juego, sin dudar en sacar tarjeta roja a quienes insistan en el juego sucio o pesimista. En Chile no sobra nadie, sólo nos falta un poco de sensatez y hacernos cargo de las omisiones del pasado. RDS

lunes, 24 de agosto de 2020

Nueva Constitución. Pero, no a Cualquier Costo

  "Sabemos que los problemas de Chile son políticos y por lo tanto se necesita voluntad política. Políticos con voluntad. Una clase política noble y honorable para resolverlos. Los marcos legales son importantes, pero jamás reemplazarán las intenciones de quienes tienen el deber y la responsabilidad de dirigir y orientar los destinos del país." 

 

Ninguna persona sensata, preocupada por el futuro del país y que además crea que necesitamos de una participación ciudadana más inteligente, más inclusiva y más y mejor informada, debe ser indiferente al plebiscito por una nueva Constitución que está convocado para el 25 de octubre. Porque ya no se discute si se hará o no, sino cuándo se hará, y la fecha del 25 de octubre parece inmodificable para los más ansiosos.

En esa dirección, a partir del próximo miércoles, las campañas deben concentrarse en conseguir el mayor número de votos para su opción: "Apruebo" o "Rechazo", porque la abstención es el peor resultado para quienes apuestan por una u otra, toda vez que no tendrá mucho sentido gastarse cientos de millones de pesos en plena crisis sanitaria, social y económica, para realizar un plebiscito que cambie una Constitución por considerarse "ilegitima," por otra que también puede resultar "ilegitima"  si no logra convocar a una importante mayoría de chilenos.

El país está dividido y la preocupación debería ser la unión y no la radicalización ni la imposición de un modelo por otro, que sólo profundizaría el odio entre los chilenos y eternizará la alternancia del abuso del poder y la violencia.

La pandemia del COVID-19 no es culpa de ningún chileno, pero sobrevivir a ella y contribuir al menor número de contagiados y fallecidos, es responsabilidad, principalmente, del Estado y la clase política. Lamentablemente de un Estado débil y de una clase política percibida por la ciudadanía como incompetente y carente de credibilidad que, sin embargo, ahora tiene una enorme oportunidad de hacer bien las cosas, por lo menos esta vez, pensando en el interés general de Chile y los chilenos y no de sus particulares y mezquinos intereses. De nada servirá una nueva Constitución arrancada del lecho de pacientes enfermos, ni de ciudadanos en cuarentena y en riesgo, con temor a perder su vida.

Para quienes argumentan la "imperiosa" necesidad del plebiscito y el "ahora ya", quisiera que reflexionaran y se dieran cuenta que la ansiedad y el apuro, pueden ser contraproducentes y revertir la confianza de quienes ya hemos "comprado" la idea de un cambio de Constitución, especialmente cuando vemos que los promotores cada vez ponen menos interés en la legitimidad que debe tener el proceso con una mayor participación ciudadana. No se ve bien, que ya no les importe el porcentaje de abstención que probablemente tendrá el plebiscito, si se realiza a todo evento en tiempo de pandemia, sin vacuna y sin disminución del volumen de contagios.

Chile puede sobrevivir un año más sin plebiscito constitucional, así como a otro proceso electoral de parlamentarios y gobernantes, elegidos con poca votación, sin entusiasmo ni credibilidad, porque este proceso no necesita postergarse. Pero, será inaceptable obtener un resultado para cambiar la Constitución, forzando un proceso para que lo único que cambie sean las aspiraciones de las élites opositoras.   

Con tristeza, hemos comprobado durante la actual crisis, que la falta de voluntad política para solucionar los problemas y construir una sociedad más justa e igualitaria, es más grande que el marco legal y constitucional que tenemos en el país. De hecho, se han realizado tres reformas constitucionales y los ciudadanos comenzamos a preguntarnos con sospecha: ¿Por qué no ha sido posible realizar los cambios que prioritariamente reclama el país desde hace tantos años?

Sabemos que los problemas de Chile son políticos y por lo tanto se necesita voluntad política. Políticos con voluntad. Una clase política noble y honorable para resolverlos. Los marcos legales son importantes, pero jamás reemplazarán las intenciones de quienes tienen el deber y la responsabilidad de dirigir y orientar los destinos del país. 

Una nueva Constitución e incluso un nuevo proceso constituyente en el siglo XXI, sin una participación ciudadana masiva y comprometida, de nada servirá y sólo pasará a la historia como otra grosera y costosa petición de la clase política a la ciudadanía. Son muchos millones de pesos para las campañas, sin contar los costos directos del proceso. Está vez, en tiempos de grave crisis y cuando a todos los chilenos se les pide austeridad y hacen los más grandes sacrificios. ¡Qué horror! RDS

viernes, 14 de agosto de 2020

Carta Abierta a los Candidatos a la Directiva Nacional, Directivas Regionales y Consejeros Regionales de Evópoli 2020


"El camino correcto para solucionar los problemas, sigue siendo el diálogo. Pero, uno honesto y con real voluntad de llegar a acuerdos. La única autoridad que podrá imponerse en todo el territorio nacional, capaz de hacer respetar el Estado de Derecho, es la autoridad moral de quienes nos gobiernen y representen."  


Al igual que todos ustedes milito en el partido y aunque en esta oportunidad no me postulé para ningún cargo, quiero reconocer el esfuerzo y sacrificio que esto representa para cada uno. Aquí no hay dinero de por medio. Sólo vocación de servicio y seguramente alguna legítima aspiración a formar parte, en el futuro, de un centro de decisión política en el país o de algún órgano de gobierno.

Dicho lo anterior, no quisiera perder esta oportunidad para compartir, con humildad y respeto, algunas reflexiones, en momentos en que todos los candidatos han tenido la oportunidad de darse a conocer y de compartir sus ideales e intenciones, reciban o no el apoyo de las mayorías.

Hoy me duele Chile y quienes me conocen saben muy bien que lo digo de corazón. Nuestro país está atravesando por uno de los momentos más difíciles de su historia. No se trata solamente de la crisis sanitaria, que también padece el resto de países del planeta que, además arrastran una crisis social y económica, con consecuencias que todavía desconocemos o no dimensionamos. Tenemos una crisis de liderazgo y de pérdida de la credibilidad y la confianza, que atraviesan prácticamente todas las instituciones del Estado, el mundo social, religioso, académico y empresarial.

Por ello, quienes buscan ocupar posiciones de liderazgo en estos momentos, como ustedes aspiran, merecen toda mi admiración y respeto, porque no tienen una tarea fácil. Todo, absolutamente todo estará en contra. Se requiere mucho coraje y mucho amor a la Patria para iniciar esta aventura. Sin embargo, no tengo dudas que de eso hay y sobra en Evópoli. Necesitarán estar unidos y una vez que termine el proceso electoral, deben pasar la página de la contienda y cerrar filas alrededor de los ganadores, si así se les puede llamar a quienes tendrán la difícil misión de conducir los destinos del partido en los próximos inciertos años que nos esperan.

Sin embargo, tengo la corazonada que hay una fórmula que sacará adelante nuestro país y mantendrá fuerte el partido, y que sólo ustedes pueden aplicar desde sus diferentes posiciones, con el apoyo de quienes ocupan cargos de representación y de gobierno, y por supuesto de los militantes y simpatizantes. Se trata de mantenernos firmes contra el abuso del poder y la corrupción, para preservar la confianza y la credibilidad que tiene la gente, en quienes forman parte de esta tienda. Mantener con altura la discusión sobre las diferencias de opinión, recordando que Evópoli es un partido liberal. Además, tolerante y eso no debe ser una simple declaración de principios, sino una actitud de vida.

El plebiscito por una nueva Constitución, tiene tantos argumentos a favor como en contra. No nos perdamos en la “pelea chica”. Demos rienda suelta a nuestros argumentos para que gane nuestra opción, al tiempo que nos preparamos, con inteligencia y sabiduría. Sin rencores, para enfrentar la voluntad de las mayorías, que siempre será en favor de Chile y los chilenos. Hay temas que se deben revisar y hacernos los desentendidos, no ayudará a cambiar la percepción de la mayoría de los ciudadanos.

Debemos mantenernos firmes contra la violencia en todas sus formas y cualquiera sea su origen. La violencia es el chivo expiatorio e instrumento de oportunistas, falsos líderes y mercaderes de armas. Estos personajes siempre estarán incentivándola para mantener sus ganancias y alcanzar sus mezquinos objetivos, que nunca son para beneficio social o colectivo, sino particular o de pequeñas camarillas. Es una estrategia antigua y universal que la gran mayoría de las personas no queremos ni buscamos, pero que siempre está presente por la voluntad y la acción de mentes egoístas y criminales, con capacidad para mover minorías desubicadas o desesperadas. El camino correcto para solucionar los problemas, sigue siendo el diálogo. Pero, uno honesto y con real voluntad de llegar a acuerdos. La única autoridad que podrá imponerse en todo el territorio nacional, capaz de hacer respetar el Estado de Derecho, es la autoridad moral de quienes nos gobiernen y representen.   

Chile necesita un liderazgo fuerte, convocante, dialogante e influyente, que sólo es posible tener con un trabajo responsable, coherente y honesto. El que debemos comprometernos a desarrollar y cuidar todos, especialmente quienes salgan elegidos.

Ser un líder o un dirigente social, como ustedes pretenden serlo, es un gran desafío.  Es más difícil e incluso peligroso serlo hoy día. Por ello, es fundamental permanecer unidos y estar acompañados de una base social que cada vez debe ser más numerosa, consciente y comprometida con lo que se hace.  Creo que ese ha sido el sentido de quienes muy sabiamente, han promovido la existencia y fortalecimiento de los Líderes Descomunales, donde muchos de ustedes orgullosamente también forman parte.

Tengan siempre presente no abandonar las bases. El objetivo no debe ser solamente ganar las elecciones, ese sólo es el comienzo de un gran trabajo que debe elevar y potenciar las Causas Sociales, que es otro acierto del partido, para ir en ayuda de las comunidades, y para hacer realidad el ejercicio de una participación ciudadana más inteligente, más inclusiva y más o mejor informada, que debemos promover y extender a todos los rincones de nuestro país, hasta llegar con nuestra presencia a todas y cada una de las organizaciones de la sociedad civil, que trabajan sin descanso, sin recursos y sin apoyo suficiente de nuestro país, porque es allí en donde se ven los frutos del trabajo social y de preocupación por los demás.

Muchos éxitos y no olviden que no están solos. Celebraremos sus aciertos y su entrega honesta. RDS

 

Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada

miércoles, 5 de agosto de 2020

FORMACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”

A.      Einstein

 

Esta es una invitación a trabajar en un proyecto de formación ciudadana que genere una cultura de participación más inteligente, más inclusiva y más o mejor informada. No es un desafío a corto plazo, tal vez quienes lo impulsemos hoy no disfrutemos de todos sus beneficios, pero podemos estar seguros que las futuras generaciones recibirán sus frutos y estarán muy agradecidos. Eso es lo importante. A continuación, una exposición de motivos:

Creemos que sin el apoyo de más del 75% de la ciudadanía que emite su voto y con una abstención ciudadana que crece y que está en más del 60%, no tienen mucho sentido hacer ninguna consulta, ni plebiscito y menos un cambio de la Constitución Nacional.

De mantenerse la indiferencia ciudadana en los procesos electorales, por causa del desprestigio de la clase política, ya ni siquiera resulta atractivo un cambio de autoridades de gobierno. Es demasiado alto el costo de un proceso electoral y es inútil, si sólo es para cambiar rostros dentro de la misma clase política.

Los cambios de autoridades de gobierno, con enroque de personajes, siguen siendo una pésima costumbre que debería terminar, porque aumentan el desprestigio de la clase política perpetuando los mismos o favoreciendo unos pocos privilegiados. Hacen un enorme daño a la democracia. Personas que llegan a los centros de decisión por voluntad directa de los partidos políticos y no por decisión de la ciudadanía, siguen siendo un atentado a la democracia.

Tampoco deberíamos continuar permitiendo que la culpa de las malas acciones de las personas, siga recayendo en las instituciones, los programas, los modelos, el Estado o las empresas. Entes sin vida ni accionar propio. La responsabilidad de las buenas o las malas acciones, es siempre de los seres humanos, de las personas de carne y hueso, no de las personas jurídicas, y esto debe decirse fuerte y claro, para combatir de verdad la ineficiencia, la corrupción y el abuso de poder que han permeado prácticamente todas las instituciones del Estado. Es fundamental formar la ciudadanía para que asuma la responsabilidad individual y el autocuidado, por ejemplo, de su salud en estos tiempos de pandemia por Coronavirus. La ciudadanía debe solidarizar y cooperar en la seguridad, el crecimiento y el desarrollo integral, la supervivencia de la comunidad y en la protección de la naturaleza y el medio ambiente. 

Debemos ayudar a salir a las actuales y futuras generaciones de la vieja lucha de clases y la división entre izquierdas y derechas, promoviendo una sociedad más justa, pluralista, cooperativa, solidaria, libre, innovadora y emprendedora. En Chile ya no existe la izquierda ni la derecha como orientación o tendencia ideológico-política.  Sólo hay viejos enemigos. Ancestrales, casi naturales e incondicionales. Todo lo que proponga una persona, tiene el rechazo inmediato y unánime de sus enemigos de siempre. Por ello, son capturadas las ideas, las demandas y las luchas sociales por parte de uno u otro bando, que tampoco las puede sacar adelante porque no cuenta con el respaldo de la mayoría de representantes de la sociedad. Las buenas ideas y políticas públicas terminan bloqueadas o arrinconadas de manera caprichosa, en perjuicio de todos.

Hablar de la importancia de la Participación Ciudadana, es como hablar de la importancia de la Educación. Nadie la cuestiona, todos la mencionan y la reclaman. Todos tenemos algo que decir de ellas. Sin embargo, la pregunta que pocos nos hacemos es: ¿De qué clase de Educación o de Participación Ciudadana estamos hablando? Porque existen muchas clases de ellas. Sobre la Participación Ciudadana, esta puede ser activa o pasiva, de información, de consulta o de resolución, pacífica o violenta, democrática o anárquica, …

Para evitar esta omisión hablamos de una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más o mejor Informada. Esto es así, porque la Participación Ciudadana debe ser democrática, activa, resolutiva y pacífica, para que contribuya a solucionar los problemas sociales y ayude al crecimiento y desarrollo de las personas, sus familias y sus comunidades, y entendemos la Participación Ciudadana como el compromiso voluntario y consciente, que declara públicamente un ciudadano, de ayudar en la solución de los problemas sociales, contribuir en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional, denunciar los abusos, y ejercer libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y constitucionales, a través de mecanismos de participación democráticos y pacíficos.

Una razón adicional que nos motiva a perseverar en la generación de una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más o mejor Informada, tiene que ver con la necesidad de combatir la creencia equivocada de una buena parte de la ciudadanía en teorías conspirativas, que la lleva a pensar en el manejo del mundo por la decisión planificada y coordinada de una pequeña élite que está moviendo a su antojo los hilos de la humanidad y en donde las personas comunes y corrientes, no tenemos ninguna posibilidad de producir algún cambio. Esta misma creencia es la que nos lleva a tener una actitud de inmovilidad, indiferencia y sumisión, en donde somos más vulnerables y manipulables.

La reactivación de la economía y la recuperación del empleo, requieren de la inversión pública y privada, pero también de la colaboración de la Sociedad Civil y de una Participación Ciudadana Informada, Inteligente e Inclusiva, porque personas sin historia, sin registros, anónimas y clandestinas, son quienes más sufren en las crisis sociales, por la imposibilidad de llegar a ellas con cualquier tipo de ayudas. Debemos aprender a diferenciar la vulnerabilidad de las personas por ignorancia que, por supuesto, necesitan de la sociedad civil para superarla, de la anarquía que nada aporta y que debemos condenar y mantener aislada. No debemos permitir que la desesperación se continúe confundiendo con la ignorancia, como ha ocurrido en el retiro del 10% de los Fondos de Pensión.

Estamos de acuerdo con quienes dicen que, el poder social normalmente pasa inadvertido para el hombre común, que sólo identifica poder en el dinero, el prestigio, la tecnología y la política. En todo el mundo, las masas han experimentado sustantivas mejoras educacionales en el último siglo, pero parece bastante claro que ella no ha generado un aumento en su capacidad de reflexión. Estas son tan permeables, como siempre, a las ideas de «moda». Como dijo un filósofo, las nuevas ideas surgen de unos pocos y se extienden gradualmente hasta llegar a ser el patrimonio de una mayoría que apenas conoce su origen.

Nuestra democracia chilena está en crisis porque la clase política perdió credibilidad y confianza. Por ello la solución no está en el cambio de unos políticos por otros, sean de derecha, izquierda o independientes, porque es la "clase" la que está en crisis, aunque haya algunos políticos excelentes y honrosas excepciones. Lamentablemente, las reiteradas decisiones equivocadas, con signos de egoísmo o indiferencia de muchos parlamentarios, ha dejado la democracia en el grave estado de debilidad y desprestigio en que se encuentra hoy. Tampoco la solución está en cambiar el sistema democrático por la anarquía. Ni es aceptable ni conveniente entregar el poder a militares, ni a empresarios... Entonces, ¿qué hacer?

La respuesta está en rescatar la democracia representativa y fortalecerla. Debemos suministrarle medicina y un tratamiento adecuado. Esa medicina y tratamiento se llama Participación Ciudadana, con Mecanismos Democráticos de Participación, que deben permanecer latentes y activarse cuando los representantes (clase política gobernante o parlamentarios) no estén respondiendo a los compromisos ni demandas ciudadanas...

Por supuesto que no basta con tener los mecanismos, si la ciudadanía no está preparada ni capacitada para utilizarlos. Y este es el desafío y compromiso que debemos realizar de manera masiva, permanente y sistemática desde las organizaciones de la sociedad civil y ésta es la invitación que estamos haciendo.

La Democracia Participativa es la "muleta" que necesita la clase política y los chilenos, para evitar que se derrumbe el Estado de Derecho, la democracia y con ellos el país entero... Si los ciudadanos no hacemos nada por recuperar la democracia de manera civilizada, tendremos que resignarnos a ver que gobernantes y parlamentarios cambien sus agendas, programas y hasta sus principios y valores, por la acción violenta y criminal de minorías manipuladas y aleonadas por políticos y dirigentes nefastos e inescrupulosos.

Queda hecha la invitación para que juntos trabajemos por un mejor país para todos. Sigue a fundescochile en las redes sociales. RDS


lunes, 13 de julio de 2020

¡Después No Digas, Que No Te Lo Dijeron!


"Los ciudadanos tenemos la obligación de retomar la soberanía del país y hacer que se produzca el cambio. La Democracia Representativa está agonizando y antes de que muera para siempre, debemos rescatarla y para ello debemos instalar la Democracia Participativa, que permite la incorporación de un conjunto de mecanismos de Participación Ciudadana para que operen como apoyo y control a la gestión de las autoridades de gobierno y de los representantes. No se trata de cambiar de sistema Democrático, sino de introducir mecanismos de apoyo ciudadano mientras permanezca en la “UCI”*."

Instalaciones del Congreso de Chile en la ciudad de Valparaíso
Son muchas las quejas que los ciudadanos tenemos de quienes nos han gobernado y representado desde que se recuperó la democracia. Por ejemplo, las quejas contra el TRANSANTIAGO y las AFP, para sólo mencionar dos, son responsabilidad ÚNICA y EXCLUSIVA de la ineficiencia de un Estado que sigue capturado por una parte de la clase política, que sigue atrincherada y no tiene quien la pare ni la controle. El nuevo sistema de transporte que se propone, es seguro que recibirá una crítica despiadada y si tuviésemos otro sistema de pensiones, se estarían escuchando las mismas críticas que hoy nos ahogan con el actual sistema. Porque el problema no está en los sistemas, ni en los modelos, ni en las empresas, sino en la clase política, aunque debemos reconocer que no todos los políticos son responsables. Debemos reconocer que hay auténticos políticos y verdaderos servidores públicos, pero son tan pocos o están tan solos o tan asustados, como la gran mayoría de la gente. Es cuestión de repasar desde el origen el conjunto de medidas que ellos mismo han tomado para cada una de estas dos políticas públicas, para ver la forma como las han destruido hasta hacerlas odiar por la ciudadanía.

En general, la clase política que elegimos para que nos gobierne o represente, no se escuchan entre sí, no se respetan y no ceden a sus creencias, muchas de ellas fracasadas o en desuso. Los debates no existen, son una burla, son discursos al viento. Hablan y hablan, únicamente para dejar constancia de su inútil presencia en los centros de decisión, que poco o nada positivo deciden.

Son más de 30 años destruyendo el legado de sus opositores, sin importar lo bueno o malo que haya sido. Son más de 30 años poniéndose zancadilla y obstruyendo a quien gobierna. Ya ni siquiera se preocupan en elaborar una propuesta para disminuir la desigualdad o combatir la injusticia social, sólo se preocupan de buscar fórmulas para desacreditar a sus adversarios y ganar popularidad. El bullyng es la nueva estrategia que le ganó a la inteligencia y las RRSS, el arma barata en manos de una sociedad dormida y sado-masoquista.

Es falso que en Chile haya habido un modelo neoliberal, social-demócrata o de bienestar, capitalista o socialista, instalado por algún régimen o gobierno en algún momento de su historia. Solo han sido intenciones, porque jamás será posible instalar algo en Chile, mientras exista el tipo de clase política que tenemos hoy. Una clase política mediocre, arrogante, egoísta y codiciosa. Algunos ya no tienen ni vergüenza al vestir de payasos ni al dejar entrever su actitud oportunista y de “mala leche” en estos momentos de grave crisis sanitaria, social y económica. Todo les sirve para alimentar el morbo de una sociedad que, paradójicamente, hace tiempo perdió la confianza y la credibilidad en ellos.

Son ellos, la mayoría de la actual clase política chilena y nadie más, el origen y la causa de TODOS los problemas sociales que nos aquejan y que por décadas arrastramos. Son ellos los que debemos cambiar y darles un nuevo mandato, de lo contrario nos llevarán al caos, tal como están a punto de hacerlo y en donde las consecuencias son impredecibles.

En la vida diaria o cotidiana las personas sabemos que los problemas son “pan de todos los días” y que tienen muchas formas de enfrentarse y de lograr para ellos una solución. Lo que resulta inaceptable, es que la clase política chilena, formada por un grupo de privilegiados elegidos por todos nosotros, haga de cada problema una “catástrofe nacional” y no un desafío para su inteligencia y una oportunidad para construir con sus pares un mejor país para todos. Su actitud conflictiva y obstruccionista se ha vuelto tan frecuente, que ya forma parte de su comportamiento natural, por eso un “Acuerdo Nacional”, es para el resto del país motivo de admiración y celebración, cuando debería ser lo más común y no lo excepcional.

Saltarse el Estado de Derecho, violar los acuerdos y toda clase de reglas, manipular la angustia de los ciudadanos y agrandar los problemas, es algo que como ciudadanos no debemos seguir aceptando.  

La democracia representativa, que se presenta como la forma más eficiente de democracia para avanzar y progresar, gracias a la voluntad que debe tener un número pequeño de personas en nombre del mayor número, se transformó en Chile en la peor estrategia. En donde se abandonaron los argumentos y se utilizan armas de toda clase para imponerle las ideas a los demás. Si no vemos muertos en las calles, es porque el “asesinato político” y las amenazas en las redes sociales, todavía les está rindiendo frutos al mandar al ostracismo a quienes se les interpone en su camino.

Por lo anterior, los ciudadanos tenemos la obligación de retomar la soberanía del país y hacer que se produzca el cambio. La Democracia Representativa está agonizando y antes de que muera para siempre, debemos rescatarla y para ello debemos instalar la Democracia Participativa, que permite la incorporación de un conjunto de mecanismos de Participación Ciudadana para que operen como apoyo y control a la gestión de las autoridades de gobierno y de los representantes. No se trata de cambiar de sistema Democrático, sino de introducir mecanismos de apoyo ciudadano mientras permanezca en la “UCI”. Se trata de recortarle el poder y sus privilegios a la clase política, hasta cuando recuperen la confianza y la credibilidad de la gente. En adelante, es importante ejercer un control permanente a la gestión que realizan para que no se vuelvan a “descarrilar” o se olviden de la misión que tienen que cumplir en beneficio de la TOTALIDAD de los habitantes de este territorio llamado Chile.

Debemos tener la certeza que no nos vamos a perder si promovemos una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada, para salir de este "círculo vicioso" que por décadas nos tiene viviendo en un constante "dejá vú". La participación ciudadana de hoy, aunque mayoritaria, es precaria y poco efectiva, porque sólo se expresa en las calles en donde se filtra el anarquismo y la delincuencia, simulando solidaridad con las causas sociales, pero dejando a su paso una estela de destrucción y vandalismo, que solo profundiza nuestras desgracias, las diferencias que nos aleja unos de otros, porque ese empoderamiento y expresión de masas, carece de instrumentos civilizados, legales y efectivos, como la Iniciativa Legislativa Popular, El Referendum Revocatorio, el Plebiscito Vinculante, el Silencio Administrativo Positivo, el Voto Programático y la Veedurías Ciudadanas, para que se logren los cambios que se necesitan. La sola existencia de estos mecanismos de Participación Ciudadana, servirá para que la clase política cumpla su rol y recupere la confianza y seriedad que necesita para actuar sin cobardía, con inteligencia y en el interés de todos. Porque si ellos no se ponen de acuerdo… ¡Lo haremos nosotros!

No nos engañemos: la clase política que tenemos también ha sido superada por una minoría criminal, destructiva y vandálica, "aleonada" por nefastos líderes. Una minoría que lamentablemente, ellos mismos han avalado con sus voces destempladas y su silencio cómplice. Una minoría criminal que ha servido históricamente, a los bandos opositores radicales y a otros grupos minoritarios, que la utilizan para imponer sus demandas, intentar derrocar al gobierno de turno o imponerle su agenda. Más lamentable y hasta perverso, es confirmar que además, por la ignorancia de mucha de nuestra gente, ésta minoría casi "mercenaria", es el "mal necesario" que algunos políticos oportunistas, de lado y lado, utilizan para intentar hacerse del poder por la vía del discurso fácil e instalar sus ideologías radicales o posturas extremas y segregacionistas.

La pregunta que espero de quienes han llegado hasta aquí en la lectura es: ¿Cómo lo hacemos? Y la respuesta es a través de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Más de 300 mil organizaciones de la sociedad civil que se distribuyen a todo lo largo y ancho del país, cumpliendo en su mayoría tareas que el Estado, por cualquier circunstancia, no puede atender, son las llamadas a promover junto a la solidaridad y la cooperación, una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada. Conocer las características y los instrumentos de la Democracia Participativa. Aprender de la experiencia internacional, entendiendo que no será un proceso fácil ni rápido de instalar, pero que bien vale la pena iniciar su construcción, para dejarla como un legado a las futuras generaciones, que deberán tener gobiernos y una clase política de la cual sentirse orgullosos. RDS
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*UCI: Unidad de Cuidados Intensivos

lunes, 22 de junio de 2020

Participación Ciudadana y Voluntariado en Tiempos de Pandemia

Rubén D Solano S
rdsolano@gmail.com

El título original de esta charla es un poco más largo del que ya es: “Participación Ciudadana, Voluntariado y Organizaciones Sociales y Comunitarias[1] en Tiempos de Pandemia. Los Desafíos del Adulto Mayor”. Esto es así, porque que considero que estos conceptos se entrelazan fuertemente en estos momentos de crisis sanitaria, social y económica por las que atraviesa nuestro país.

“Insuficiente” es una palabra recurrente en Chile y para estar a la moda, la incluiré en las siguientes conclusiones y recomendaciones que anticiparé, para darle gusto a mis amigos que gustan más de los postres que de los platos de fondo:

a)  La calidad y el número de Voluntarios en Chile es insuficiente para enfrentar las consecuencias de la crisis social, económica y sanitaria que hoy padecemos y que amenaza con escalar a niveles superiores.

o  Recomendación: Promover el Decálogo del Voluntario e invitar a las personas con vocación solidaria y cooperativa a formar parte de las Organizaciones Sociales y Comunitarias.

b) La calidad de nuestra Participación Ciudadana no es suficiente para revertir la desconfianza en la actual élite política, empresarial y social de nuestro país.

Recomendación: Promover una Participación Ciudadana más Informada, más Inteligente y más Inclusiva. Hacer de las Organizaciones Sociales y Comunitarias una escuela para su aprendizaje y práctica.

c) Las Organizaciones Sociales y Comunitarias deben replantear su estructura y crear una red lo suficientemente fuerte y autónoma para incidir en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y pacífica.

o  Recomendación: Contribuir al Mejoramiento de la Gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Promover un Sector Social con organizaciones auxiliares, que proporcionen servicios esenciales al conjunto de Organizaciones Sociales y Comunitarias.    

d) Los Adultos Mayores tenemos una gran oportunidad y enorme desafío para contribuir en la reconstrucción post-crisis de nuestro país, participando en el mejoramiento de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, en la calidad de la Participación Ciudadana y en el aumento del número y la calidad de los Voluntarios.

o  Recomendación: Invitar a las Personas Mayores a integrarse a una Red de Voluntarios Consultores, Asesores, Cocaching o Mentoring Senior. Invitarles a formar y liderar equipos que contribuyan a hacer realidad las recomendaciones.

Veamos la importancia de los conceptos en un par de ejemplos: El pasado 17 de mayo, el gobierno nacional, dentro de su estrategia para enfrentar la crisis sanitaria y social que afecta con mayor fuerza a muchas familias chilenas, que padecen desabastecimiento en sus comunas y pérdida de sus ingresos desde el 18 de octubre de 2019, decidió llevar a cada una de ellas una caja de alimentos. Esta decisión desató una ola de críticas que al día de hoy no paran. No vamos a hacer un debate en este espacio sobre la idea en sí misma, ni sobre el abanico de alternativas que pudo o puede tener el gobierno en sus manos, sino sobre las dificultades en su entrega, que muchos denunciaron tan pronto se anunció la medida, junto a las quejas que surgieron con el paso de los días hasta el presente…  ¿Pero, por qué tanta critica? Me pregunto:  si estamos hablando de 2.5 millones de cajas, para un país que tiene 18.0 millones de habitantes, cerca de 300 mil organizaciones sociales y comunitarias, más de 80 mil voluntarios y un “ejército” de estudiantes. ¿Cuál es el problema de fondo?

Otro ejemplo: Durante la primera quincena de diciembre de 2019, participé como voluntario en la entrega de regalos de Navidad a los niños y niñas de una comuna del sur de Santiago. Un poco más de 10 mil regalos que cada año y desde hace tiempo, entrega la municipalidad a través de las Juntas de Vecinos. Una actividad que resultó muy compleja y escasa de voluntarios, que además, no estuvo exenta de críticas ni decepciones por parte de la comunidad en cuanto a su contenido, oportunidad y cobertura… Por ello, igual me pregunto: ¿Por qué tan difícil realizar esta actividad? Si son 100 mil habitantes en la comuna, 1.555 Organizaciones Sociales, 40 de ellas son Juntas de Vecinos y es una actividad repetida varias veces. De nuevo: ¿Cuál es el problema de fondo?

En ambos ejemplos podemos concluir que el problema de fondo está asociado a: Ingratitud, descoordinación, incapacidad de gestión, improvisación, obstrucción política de la oposición, etc.  Para no entrar en polémica, digamos que hay un poco de todas ellas y más. Pero, quiero llamar la atención a partir de este interrogante: ¿Cuál es entonces, la responsabilidad que le cabe a las Organizaciones Sociales y Comunitarias o a nuestra Sociedad Civil en el éxito o en el fracaso de una gestión de gobierno? Porque el común denominador en estos dos ejemplos y en otros que tienen que ver con la ayuda que requieren las comunidades en tiempos de paz o de desastre, es la ausencia y/o debilidad de la gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, sumado a la desconexión que tienen con sus bases sociales, actuales o potenciales. Además, está claro que hay un déficit de Voluntarios en nuestro país y una ausencia de Participación Ciudadana más y mejor comprometida.

Muchas de las Juntas de Vecinos, por ejemplo, no tienen idea de quiénes son sus vecinos, dónde viven, cómo están conformadas las familias, cuáles son sus fuentes de ingreso, etc. Para no decir que en tiempos de pandemia algunas no han llamado a sus afiliados y mucho menos les han preguntado cómo están o qué les hace falta. Desde luego e insisto que debe haber honrosas excepciones que me gustaría conocer.

Esta crisis social y sanitaria no solamente ha dejado en evidencia nuestra desconexión con las comunidades a las que hemos prometido ayudar, sino que ha demostrado la débil o inexistente relación que hay entre las autoridades de gobierno local con los dirigentes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Para no hablar de la relación con el gobierno central, la cual prácticamente no existe.  Recientemente escuche en una vídeo-reunión un comentario de un líder social, que celebraba el último acuerdo del gobierno con el parlamento, en que se incluyó una partida de 20 millones de dólares para el sector social, al tiempo que exclamaba la frase cliché: ¡Pero es insuficiente! en circunstancias que todavía no conocemos ni las demandas ni las prioridades de las organizaciones, ni mucho menos el costo de ellas para todo el sector.  Un poco de tiempo atrás, otros celebraban que las Organizaciones Sociales y Comunitarias pudieran participar en la franja publicitaria del plebiscito yendo de la “mano” de un partido político, sin medir las consecuencias de esta odiosa dependencia e innecesario paternalismo.

Estamos de acuerdo que una de las razones de la desconexión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias con sus comunidades de base, es consecuencia de la falta de recursos económicos para cumplir sus objetivos. Pero también y quizás es lo más importante, es la ausencia de una dirigencia preparada y con competencias adecuadas para conducir los destinos de las organizaciones, y este es un tremendo desafío para instituciones que aspiran a aportar en la cualificación del Sector Social. Pero, también lo es para el Sector Social en su conjunto. Toda vez que más y mejores Organizaciones Sociales y Comunitarias, significan más lugares para los Voluntarios y mejores espacios para el ejercicio de una Participación Ciudadana más Inclusiva, más Inteligente y mejor Informada.

Porque las Organizaciones Sociales y Comunitarias deben ser una “Casa de Puertas Abiertas” para las personas que estamos convencidas que tenemos un compromiso con el bienestar de todos nuestros semejantes. Sin una “casa” acogedora y sin miembros capaces de conducirla adecuadamente, los voluntarios desaparecen y la comunidad se queda sin el apoyo que necesita.

Un Estudio del Centro de Políticas Públicas de la UC, que recopila un conjunto de iniciativas, desafíos y propuestas conocido como “Nuevo Trato para las Organizaciones de la Sociedad Civil”, publicado a comienzos del 2019. Dirigido por Ignacio Irarrázaval, María Paz Sagredo y Paula Streeter, dice que “… más del 40% de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que figuran en el catastro del Registro Civil no están vigentes porque no han renovado sus directivos desde hace más de tres años.” Lamentablemente, esto demuestra la fragilidad de muchas Organizaciones Sociales y Comunitarias, que además, se hacen presa fácil de la manipulación de políticos y funcionarios públicos corruptos y abusadores del poder, que transforman las organizaciones en un espacio de interés y de apoyo particular, cuando lo que se necesita es que el Sector Social sea autónomo e independiente y que esté al nivel de los demás sectores, especialmente del Sector Público y del Sector Empresarial, para incidir en la formulación de las políticas sociales y realizar alianzas estratégicas de impacto social.

¡Qué distinto sería si las Cajas de Alimentación se entregaran a las familias que las necesitan a través de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que hay en las comunas!

¡Qué distinto hubiera sido si los regalos a los niños y niñas se hubiera hecho con la participación de los voluntarios y los dirigentes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias que hay en la comuna!

Esta realidad nos lleva como Sector Social a descubrir lo poco que valoramos y reconocemos el trabajo que los voluntarios y las Organizaciones Sociales y Comunitarias realizan. Aunque tenemos claro que la humanidad no podría sobrevivir a los desastres ocasionados por la naturaleza o por el hombre sin la existencia de los voluntarios, que por fortuna crecen en número a nivel mundial.

Según un estudio comparativo sobre el Sector No Lucrativo realizado por la Universidad de Johns Hopkins y publicado por Naciones Unidas en el 2011,” … si los voluntarios de todo el mundo vivieran en un mismo lugar, representarían el noveno país en cantidad poblacional. Unos 140 millones de habitantes.”

Kofi Annan decía, en un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: «Si queremos progresar en la aplicación de la Declaración del Milenio y avanzar resueltamente en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, será necesario contar con la colaboración de personas de todo el mundo, y el voluntariado sigue siendo un poderoso y eficaz instrumento de participación».

Mirko Salfate, director del INJUV considera que “el voluntariado es crucial para empoderar a las personas en su rol ciudadano y así construir una mayor sustentabilidad social entre todos”. 

Me llena de orgullo y esperanza todas esas declaraciones y más aún, saber que el número de personas voluntarias por cada persona empleada y remunerada, es muy superior en muchas instituciones. Según el informe sobre el estado del voluntariado en el mundo denominado: Valores Universales para Alcanzar el Bienestar Mundial, realizado por Naciones Unidas en 2011, la Cruz Roja, por ejemplo, con más de 13.0 millones de voluntarios activos que prestaron servicios en 2009, tiene una relación de una persona empleada por cada veinte voluntarios. En África Subsahariana, la proporción asciende a 327 voluntarios por cada persona empleada y en Asia Sudoriental a 432. La proporción más baja está en USA y Canadá con 11 voluntarios por empleado.
   
En nuestro país hay déficit y por lo tanto tenemos un enorme desafío, porque según el estudio realizado por INJUV y la dirección de estudios sociales de la UC (DESUC) realizado en 2018 arrojó resultados similares al Estudio Anual de Voluntariado realizada en 2014 por Adimark y la Fundación Trascender al encontrar que sólo el 6% de los chilenos participa en un voluntariado. Sin embargo, según el mismo estudio, el 70% de los encuestados cree que Chile es un país solidario y más de la mitad de los encuestados favorece al voluntariado como una herramienta contra la pobreza y la desigualdad. Creen que es mejor para construir un país más desarrollado, con mayor integración social, más participativo y menos desigual. El estudio agrega que sólo un 16% de los jóvenes participa de un voluntariado frente a otros países en donde el nivel de participación de los jóvenes en el voluntariado está por encima del 50%.

No deberíamos perder de vista que la crisis sanitaria que vive el mundo y de manera particular nuestro país, sumado a la crisis social y económica que se destapó el pasado mes de octubre, nos ha obligado a solicitar la solidaridad y el comportamiento cooperativo de todas las personas, como jamás lo habíamos hecho ni imaginado que tendríamos que hacerlo. Es que el cierre de empresas y establecimientos de comercio por causa de la cuarentena o de los actos de saqueo y vandalismo cometidos por delincuentes, han dejado muchas personas sin empleo, sin la posibilidad de generar ingresos y de encontrar un espacio cómodo, económico y cercano para abastecerse. Realmente, no será fácil sobrevivir a esta crisis sanitaria sin el apoyo y colaboración de los demás.

Pero, aquí se levanta el otro elemento de esta charla que tiene que ver con la clase de Participación Ciudadana que existe y promovemos en nuestro país, porque no tiene mucho sentido que la labor que se realiza en favor de las comunidades más vulnerables por parte del Sector Social, con el apoyo y esfuerzo de miles de voluntarios se vea opacada y obstaculizada por la acción de quienes creen que el caos, la violencia, la destrucción, el saqueo y el vandalismo son la mejor estrategia para alcanzar sus ideales, por muy legítimos que sean. Creo que también es obligación del Sector Social promover una Participación Ciudadana para el siglo XXI, que deje atrás las estrategias de bloque y autoinmolación propias de la Edad Media, cuando se debieran utilizar y fortalecer los mecanismos de participación conseguidos a través del tiempo en cientos de revoluciones sociales y crear otros nuevos igualmente efectivos y pacíficos.

Personalmente, entiendo la Participación Ciudadana como el compromiso voluntario y consciente, que declara públicamente un ciudadano, de ser parte y ayudar en la solución de los problemas sociales. Contribuir en la gestión y fiscalización del gobierno local, regional y nacional. Denunciar los abusos y ejercer libre, permanente y oportunamente sus derechos políticos y constitucionales.

La ley 20.500, promulgada en el 2012, conocida como la ley de Asociatividad y Participación Ciudadana, dio un paso importante en Chile, al abrir las puertas a la organización y participación de los ciudadanos, junto con la Ley de Transparencia y la Ley del Lobby, promulgadas en la misma época. Ellas nos dan la posibilidad de acceder a una información que tradicionalmente se consideraba inexistente o era inaccesible para los ciudadanos. Hoy también podemos interactuar con las autoridades de gobierno y la clase política dejando un registro o huella de las actuaciones para seguimiento y garantía de compromisos. Personalmente soy usuario de estas plataformas, en donde observo que todavía hay que avanzar en transparencia, interacción con las autoridades y participación ciudadana. Sin embargo, considero que cualquier mejora o avance en estos temas, sería mucho mejor que estuviera liderado por un Sector Social organizado.  

Permítanme destacar la necesidad de avanzar en una Participación Ciudadana que esté más involucrada en la toma de decisiones. Chile a diferencia de muchos países de América Latina y de Europa, no cuenta con mecanismos de participación ciudadana resolutivos y son muy pocos los mecanismos que tenemos de consulta a la ciudadanía. Sólo se ha avanzado en la disponibilidad que tenemos los ciudadanos de la información, la cual requiere mejoras en la calidad de la misma y ampliación a muchas otras instituciones, como la que deben entregar los centros de formación superior y nuestro Sector Social.

Una pregunta que quizás debemos hacernos para avanzar en más participación ciudadana es: Si la ciudadanía ha demostrado tener capacidad para cambiar, por la vía de la protesta y la marcha, la agenda al gobierno de turno, estrategia que arrastra destrucción, violencia y parálisis de la economía ¿por qué razón no ofrecer a la ciudadanía el uso de mecanismos de participación democráticos, pacíficos y civilizados como los hay en otros países del mundo? ¿Por qué no pasar de una Democracia Representativa agotada y desprestigiada a una Democracia Participativa?

En el libro el “El Pasillo Estrecho” de D. Acemoglu y J. Robinson publicado a finales de 2019, autores también del libro “Por qué Fracasan los Países,” que recomiendo a quienes no los hayan leído, dice que “la clave para hacer este mundo más estable y menos tendiente a salirse del pasillo (en donde se juega y es posible encontrar el necesario equilibrio entre el Estado y la Sociedad) es intentar crear y recrear el equilibrio de poder entre … quienes tienen el poder y quienes no lo tienen y en donde en última instancia el poder de la sociedad es fundamental y tiene que ver con la organización y la movilización social.”

En este sentido y en la búsqueda de ese equilibrio, también recomiendo retomar el estudio del Centro de Políticas Públicas de la UC, mencionado al comienzo de esta charla, que además, dedica un capítulo al recuento de lo que ha sido la relación del Estado chileno con las Organizaciones Sociales y Comunitarias.

Finalmente, en relación con la necesidad de contar con un Sector Social fuerte y sólido, es importante reflexionar sobre los resultados de la labor realizada por el conjunto de Organizaciones Sociales y Comunitarias en el país, especialmente en estos tiempos de crisis social y sanitaria. Sobre el particular, también es importante conocer el Estudio realizado recientemente por la alianza entre la Comunidad Organizaciones Solidarias, la Fundación Lealtad Chile y la Fundación PWc, con el título de “Efectos del Covid-19 en Organizaciones de la Sociedad Civil”, toda vez que dado los preocupantes resultados encontrados y que pronostican imposibilidad de sobrevivencia para muchas de ellas. He imposibilidad de poder dar continuidad a sus programas y operaciones, me sumo a quienes consideran importante promover la realización de proyectos sociales colectivos o asociativos y no individuales y agrego que también sería el momento de promover la fusión de organizaciones sociales y comunitarias, para evitar que algunas comunidades se queden sin el apoyo de la sociedad civil.

En Chile debe haber muchos Voluntarios que no conocemos porque no pertenecen a ninguna una Organización Social y Comunitaria, o que pertenecen a una muy débil o muy frágil. Si queremos y necesitamos Voluntarios de calidad debemos invitarles y comprometerlos desde un comienzo con los principios y valores del voluntariado, para lo cual hay una propuesta que está circulando por la Redes Sociales como Decálogo del Voluntario.  

El fortalecimiento de las Organizaciones Sociales y Comunitarias es otro gran desafío, porque una mejor Participación Ciudadana debe cultivarse y ejercitarse en el espacio natural que ofrecen las propias comunidades y las organizaciones son la puerta de acceso a ellas. 

Las Organizaciones Sociales y Comunitarias en manos de dirigentes capaces y con voluntarios comprometidos, son el mejor vehículo con que puede contar un gobierno local, regional y nacional para llegar a las comunidades y ayudar con oportunidad y eficiencia en la solución de los problemas sociales.

Sólo me resta decir que en nadie converge mejor, la experiencia, la sabiduría, la paciencia y el tiempo para emprender todos estos desafíos que han aflorado con esta crisis sanitaria, social y económica, que en las Personas Mayores, que podemos promover con humildad alianzas interdisciplinarias, intersectoriales e intergeneracionales y compartir el espacio con las jóvenes generaciones para que vayan asumiendo el liderazgo y el control de su tiempo y espacio. Es probable que no alcancemos a ver coronado nuestro sueño, pero la decisión de abrir la ventana para permitir la entrada de un nuevo aire, será nuestro mejor legado, en circunstancias que han pasado muchos años respirando el mismo aire ya contaminado, en un espacio cerrado que ya no tiene contento a nadie. RDS



[1] Organizaciones Sociales y Comunitarias. No hay consenso sobre un solo nombre para este conjunto de empresas sin ánimo de lucro que se preocupa de ir en ayuda de los demás. Por ello, utilizaré indistintamente este término y los siguientes para referirme a ellas: Organizaciones de la Sociedad Civil, Organizaciones Solidarias, Organizaciones Sociales. Sector Social. Sin embargo, prefiero el concepto que utilizo porque hace énfasis en el término "comunitarias" que son principalmente las entidades territoriales y funcionales, que son las que crean en las comunas bajo el alero y promoción de la Juntas de Vecinos. Los otros conceptos hacen referencia principalmente a las Fundaciones, Asociaciones y Corporaciones.