lunes, 13 de julio de 2020

¡Después No Digas, Que No Te Lo Dijeron!


"Los ciudadanos tenemos la obligación de retomar la soberanía del país y hacer que se produzca el cambio. La Democracia Representativa está agonizando y antes de que muera para siempre, debemos rescatarla y para ello debemos instalar la Democracia Participativa, que permite la incorporación de un conjunto de mecanismos de Participación Ciudadana para que operen como apoyo y control a la gestión de las autoridades de gobierno y de los representantes. No se trata de cambiar de sistema Democrático, sino de introducir mecanismos de apoyo ciudadano mientras permanezca en la “UCI”*."

Instalaciones del Congreso de Chile en la ciudad de Valparaíso
Son muchas las quejas que los ciudadanos tenemos de quienes nos han gobernado y representado desde que se recuperó la democracia. Por ejemplo, las quejas contra el TRANSANTIAGO y las AFP, para sólo mencionar dos, son responsabilidad ÚNICA y EXCLUSIVA de la ineficiencia de un Estado que sigue capturado por una parte de la clase política, que sigue atrincherada y no tiene quien la pare ni la controle. El nuevo sistema de transporte que se propone, es seguro que recibirá una crítica despiadada y si tuviésemos otro sistema de pensiones, se estarían escuchando las mismas críticas que hoy nos ahogan con el actual sistema. Porque el problema no está en los sistemas, ni en los modelos, ni en las empresas, sino en la clase política, aunque debemos reconocer que no todos los políticos son responsables. Debemos reconocer que hay auténticos políticos y verdaderos servidores públicos, pero son tan pocos o están tan solos o tan asustados, como la gran mayoría de la gente. Es cuestión de repasar desde el origen el conjunto de medidas que ellos mismo han tomado para cada una de estas dos políticas públicas, para ver la forma como las han destruido hasta hacerlas odiar por la ciudadanía.

En general, la clase política que elegimos para que nos gobierne o represente, no se escuchan entre sí, no se respetan y no ceden a sus creencias, muchas de ellas fracasadas o en desuso. Los debates no existen, son una burla, son discursos al viento. Hablan y hablan, únicamente para dejar constancia de su inútil presencia en los centros de decisión, que poco o nada positivo deciden.

Son más de 30 años destruyendo el legado de sus opositores, sin importar lo bueno o malo que haya sido. Son más de 30 años poniéndose zancadilla y obstruyendo a quien gobierna. Ya ni siquiera se preocupan en elaborar una propuesta para disminuir la desigualdad o combatir la injusticia social, sólo se preocupan de buscar fórmulas para desacreditar a sus adversarios y ganar popularidad. El bullyng es la nueva estrategia que le ganó a la inteligencia y las RRSS, el arma barata en manos de una sociedad dormida y sado-masoquista.

Es falso que en Chile haya habido un modelo neoliberal, social-demócrata o de bienestar, capitalista o socialista, instalado por algún régimen o gobierno en algún momento de su historia. Solo han sido intenciones, porque jamás será posible instalar algo en Chile, mientras exista el tipo de clase política que tenemos hoy. Una clase política mediocre, arrogante, egoísta y codiciosa. Algunos ya no tienen ni vergüenza al vestir de payasos ni al dejar entrever su actitud oportunista y de “mala leche” en estos momentos de grave crisis sanitaria, social y económica. Todo les sirve para alimentar el morbo de una sociedad que, paradójicamente, hace tiempo perdió la confianza y la credibilidad en ellos.

Son ellos, la mayoría de la actual clase política chilena y nadie más, el origen y la causa de TODOS los problemas sociales que nos aquejan y que por décadas arrastramos. Son ellos los que debemos cambiar y darles un nuevo mandato, de lo contrario nos llevarán al caos, tal como están a punto de hacerlo y en donde las consecuencias son impredecibles.

En la vida diaria o cotidiana las personas sabemos que los problemas son “pan de todos los días” y que tienen muchas formas de enfrentarse y de lograr para ellos una solución. Lo que resulta inaceptable, es que la clase política chilena, formada por un grupo de privilegiados elegidos por todos nosotros, haga de cada problema una “catástrofe nacional” y no un desafío para su inteligencia y una oportunidad para construir con sus pares un mejor país para todos. Su actitud conflictiva y obstruccionista se ha vuelto tan frecuente, que ya forma parte de su comportamiento natural, por eso un “Acuerdo Nacional”, es para el resto del país motivo de admiración y celebración, cuando debería ser lo más común y no lo excepcional.

Saltarse el Estado de Derecho, violar los acuerdos y toda clase de reglas, manipular la angustia de los ciudadanos y agrandar los problemas, es algo que como ciudadanos no debemos seguir aceptando.  

La democracia representativa, que se presenta como la forma más eficiente de democracia para avanzar y progresar, gracias a la voluntad que debe tener un número pequeño de personas en nombre del mayor número, se transformó en Chile en la peor estrategia. En donde se abandonaron los argumentos y se utilizan armas de toda clase para imponerle las ideas a los demás. Si no vemos muertos en las calles, es porque el “asesinato político” y las amenazas en las redes sociales, todavía les está rindiendo frutos al mandar al ostracismo a quienes se les interpone en su camino.

Por lo anterior, los ciudadanos tenemos la obligación de retomar la soberanía del país y hacer que se produzca el cambio. La Democracia Representativa está agonizando y antes de que muera para siempre, debemos rescatarla y para ello debemos instalar la Democracia Participativa, que permite la incorporación de un conjunto de mecanismos de Participación Ciudadana para que operen como apoyo y control a la gestión de las autoridades de gobierno y de los representantes. No se trata de cambiar de sistema Democrático, sino de introducir mecanismos de apoyo ciudadano mientras permanezca en la “UCI”. Se trata de recortarle el poder y sus privilegios a la clase política, hasta cuando recuperen la confianza y la credibilidad de la gente. En adelante, es importante ejercer un control permanente a la gestión que realizan para que no se vuelvan a “descarrilar” o se olviden de la misión que tienen que cumplir en beneficio de la TOTALIDAD de los habitantes de este territorio llamado Chile.

Debemos tener la certeza que no nos vamos a perder si promovemos una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada, para salir de este "círculo vicioso" que por décadas nos tiene viviendo en un constante "dejá vú". La participación ciudadana de hoy, aunque mayoritaria, es precaria y poco efectiva, porque sólo se expresa en las calles en donde se filtra el anarquismo y la delincuencia, simulando solidaridad con las causas sociales, pero dejando a su paso una estela de destrucción y vandalismo, que solo profundiza nuestras desgracias, las diferencias que nos aleja unos de otros, porque ese empoderamiento y expresión de masas, carece de instrumentos civilizados, legales y efectivos, como la Iniciativa Legislativa Popular, El Referendum Revocatorio, el Plebiscito Vinculante, el Silencio Administrativo Positivo, el Voto Programático y la Veedurías Ciudadanas, para que se logren los cambios que se necesitan. La sola existencia de estos mecanismos de Participación Ciudadana, servirá para que la clase política cumpla su rol y recupere la confianza y seriedad que necesita para actuar sin cobardía, con inteligencia y en el interés de todos. Porque si ellos no se ponen de acuerdo… ¡Lo haremos nosotros!

No nos engañemos: la clase política que tenemos también ha sido superada por una minoría criminal, destructiva y vandálica, "aleonada" por nefastos líderes. Una minoría que lamentablemente, ellos mismos han avalado con sus voces destempladas y su silencio cómplice. Una minoría criminal que ha servido históricamente, a los bandos opositores radicales y a otros grupos minoritarios, que la utilizan para imponer sus demandas, intentar derrocar al gobierno de turno o imponerle su agenda. Más lamentable y hasta perverso, es confirmar que además, por la ignorancia de mucha de nuestra gente, ésta minoría casi "mercenaria", es el "mal necesario" que algunos políticos oportunistas, de lado y lado, utilizan para intentar hacerse del poder por la vía del discurso fácil e instalar sus ideologías radicales o posturas extremas y segregacionistas.

La pregunta que espero de quienes han llegado hasta aquí en la lectura es: ¿Cómo lo hacemos? Y la respuesta es a través de las Organizaciones Sociales y Comunitarias. Más de 300 mil organizaciones de la sociedad civil que se distribuyen a todo lo largo y ancho del país, cumpliendo en su mayoría tareas que el Estado, por cualquier circunstancia, no puede atender, son las llamadas a promover junto a la solidaridad y la cooperación, una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada. Conocer las características y los instrumentos de la Democracia Participativa. Aprender de la experiencia internacional, entendiendo que no será un proceso fácil ni rápido de instalar, pero que bien vale la pena iniciar su construcción, para dejarla como un legado a las futuras generaciones, que deberán tener gobiernos y una clase política de la cual sentirse orgullosos. RDS
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*UCI: Unidad de Cuidados Intensivos