lunes, 26 de julio de 2021

¡Hagamos una Dieta sin Odios ni Venganza!

¡Hagamos una Dieta sin Odios ni Venganza!

“Hagamos una tregua o hagamos una dieta sin odio ni venganza, que ojalá sea de duración indefinida y pongámonos a trabajar aportando cada cual lo mejor de nuestra experiencia y conocimiento en beneficio de los demás. Nadie es tan malo que no quiera lo mejor para su familia ni para sus seres queridos, ni nadie es tan bueno que no haya cometido alguna vez un acto de abuso o no tenga algo de que arrepentirse.”

    Quiero hacer alcance a un mensaje escrito en el cual dije que en Chile nadie se muere de hambre, porque siendo esto verdad, debo reconocer que en el país sí hay hambre, pero es de venganza y con mucho odio... ¿Cómo no verla en esa expresión de odio acumulado y reprimido que se concentra y manifiesta en algunas personas, que son animadas por falsos líderes, oportunistas y resentidos, en diferentes espacios de nuestro largo y estrecho territorio?

    Es un hambre incomparable con la que hay en el resto del mundo, porque la nuestra parece insaciable. Algunos que la padecen, poco menos que exigen regresar al pasado 50, 100, 200 ó 500 años atrás para calmarla. Algo absurdo, porque no es un mito que la historia de la humanidad arrastra una larga y casi interminable lista de abusos, egoísmos y actos criminales, que son los causantes principales de la rabia que todos en algún momento hemos tenido, pero que a diferencia de lo que pasa en Chile, en otros países hacen ingentes esfuerzos para calmarla y superarla y crear mecanismos que eviten volver a caer en ella. Aunque, no creo que exista raza, etnia, ni familia, ni individuo que haya escapado al dolor de la discriminación y la humillación por parte de personajes abusadores, a menos que sea uno de ellos, con los cuales podemos topar en cualquier parte, desde la ventanilla de una oficina hasta en el más alto cargo de cualquier institución pública o privada.

    El mayor problema en nuestro país se presenta porque sólo hay hambre de venganza y no sed de justicia, la que por supuesto nunca ha llegado y sólo se ha alternado la venganza. Quienes la padecen y llegan a algún centro de decisión o tienen la posibilidad de ejercer algún poder, por pequeño que sea, hacen uso de él para causar daño a otros, aunque no sean culpables directos de su frustración y desgracia, alargando de esta manera la espiral de odio y venganza que se traspasa de generación en generación. Porque es más fuerte la rabia acumulada que el deseo de superarla y alcanzar la paz interior. No tenemos resiliencia. Por eso vivimos en una especie de "Montaña Rusa" en donde se asciende muy lentamente, pero se cae con velocidad, destruyendo a su paso lo construido con sacrificio y lucha social, aumentando la polarización de la sociedad. Hay quienes incluso, disfrutan del "vértigo" que otros llegan a sentir y no temen expresar su complacencia de saber que también han recibido la misma fatal experiencia...

    ¿Cómo salir de esta espiral de odio y venganza acumulada? Esa es la pregunta importante que debemos hacernos los ciudadanos, y aunque la respuesta es super fácil, tristemente no lo es la adopción de las recomendaciones, porque debemos negarle el voto o descartar en todo proceso de elecciones aquellos candidatos que tienen un pasado de conflictos no superado o están cargados del dolor y la presión excesiva de sus seguidores o representados, que se atrincheran en las puertas de su residencia para exigir venganza. El problema con estos candidatos es que gobiernan más con la emoción y la presión que con la razón, generando o aumentando el desequilibrio, en una sociedad desprotegida y permanentemente atemorizada. Daré un ejemplo para reafirmar lo dicho y lo ubicaré en el exterior para no herir algunas susceptibilidades en nuestro país. Es el caso del ex presidente Álvaro Uribe Vélez en Colombia, quien siendo el único candidato que llegó a ser Presidente de Colombia en primera vuelta y pudo permanecer en el poder dos mandatos consecutivos, recibiendo una aprobación popular por encima del 70% la cual mantuvo de principio a fin, no logró cambiar la percepción de los colombianos de haber sido influida su relación y la política de manejo del conflicto armado de Colombia, por el dolor que le provocó el secuestro y cobarde asesinato de su padre por un grupo de guerrilleros. Su manejo del conflicto se caracterizó por su beligerancia y múltiples enfrentamientos con muchas pérdidas de vidas, que han mantenido polarizado y secuestrado el país por un sin número de grupos armados que claman venganza. En otras palabras, la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia de Colombia no sirvió para alcanzar la anhelada paz de los colombianos y poner fin a un conflicto armado que tiene en permanente sufrimiento a los colombianos hace más de sesenta años.

    Chile y el mundo viven tiempos complejos por la pandemia del COVID-19 y las graves consecuencias económicas y sociales que arrastra. Lo ideal sería contar con la sensatez y el comportamiento solidario de quienes ocupan cargos de liderazgo. Sin embargo, estos se mantienen distraídos cocinando más odio, porque no está bien el comportamiento obstruccionista, oportunista, revanchista, divisionista y vengativo, que sólo han mostrado la peor cara de la política chilena en esta tragedia. Siendo lo más grave la mezquindad, la ambición y la codicia de algunas personas, que tristemente ocupan cargos de importancia en instituciones clave del país. Sin embargo, deseo ser optimista, porque creo que todavía estamos a tiempo y porque nunca es tarde para comenzar un proceso de reconciliación nacional y para promover una convivencia pacífica entre los chilenos, los cuales debemos abstraernos o alejarnos de aquellos candidatos a la presidencia, al congreso y a los cores, que representen o arrastren un pasado cargado de odio, con sentencias o acusaciones judiciales pendientes, porque aún, siendo legitimas sus candidaturas, no nos ayudarán como país a superar los odios del pasado, ni a solucionar los problemas acumulados, ni a superar las crisis sanitaria, social y económica que enfrentamos, ni menos, podrán construir un mejor futuro para nuestros hijos y para nuestros nietos.

    Hagamos una tregua o mejor hagamos una dieta sin odio ni venganza, que ojalá sea de duración indefinida y pongámonos a trabajar aportando cada cual lo mejor de nuestra experiencia y conocimiento en beneficio de nuestro país. No olvidemos que nadie es tan malo que no quiera lo mejor para su familia ni para sus seres queridos, ni nadie es tan bueno que no haya cometido alguna vez un acto de abuso o no tenga algo de que arrepentirse. -RDS


"Participación Ciudadana más Inteligente, Inclusiva e Informada"

"Participación Ciudadana para el fortalecimiento de la Gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias"

"Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización del Estado"



sábado, 24 de julio de 2021

¿Vivimos en un País Pobre?

 

¿Vivimos en un País Pobre?

"Qué nadie te confunda, una cosa es querer estar en mejores condiciones y exigir un mayor emparejamiento de la cancha para todos y otra muy distinta es querer destruir lo que con trabajo, esfuerzo y lucha social de las generaciones anteriores se ha logrado construir para todos nosotros." 

En Chile hay pobreza qué duda cabe. Al igual que la hay en todos los países del mundo. Obviamente, los hay con mayor y con menor pobreza que el nuestro, y es el desafío de todo gobierno sensato reducirla y ojalá eliminarla de su territorio, lo cual, por supuesto, es imposible, aunque haya quienes digan que tienen la fórmula para lograrlo. Lamentablemente, su afirmación es sólo la estrategia para asaltar la buena fe de personas ignorantes y desesperadas y así llegar al poder, en donde por supuesto, no pueden cumplir su promesa. 

Por ejemplo, Argentina, Cuba y Venezuela, antes de caer en manos de gobiernos populistas y mentirosos, eran países muchísimo más ricos y poderosos que Chile en su mejor momento. Sin embargo, hoy son países cuya población está más empobrecida, mucha de ella crece en el exilio y al interior sus habitantes no reciben lo básico y ni siquiera el mínimo que hoy reciben los chilenos y carecen de todo lo que les sobraba en el pasado. Todas las personas mayores de edad en esos países recuerdan con nostalgia un pasado que fue abundante y lleno de gloria y que hoy añoran para sus hijos y para sus nietos, porque ellos jamás lo volverán a tener...

De todas maneras, con todo lo pobre que creamos que puede ser Chile, nadie se muere de hambre, ni siquiera los que voluntariamente hacen huelga de hambre, aunque parezca extraño. En la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19, gracias a la actitud solidaria de los chilenos, se dice que hay personas que se dan el lujo de llamar a quienes presiden las "Ollas Comunes" para preguntarles, cuál es el menú. Qué nadie te confunda, una cosa es querer estar en mejores condiciones y exigir un mayor emparejamiento de la cancha para todos y otra muy distinta es querer destruir lo que con trabajo, esfuerzo y lucha social de las generaciones anteriores se ha logrado construir para todos nosotros. Debemos seguir ascendiendo, pero sobre las bases que construyeron nuestros padres y abuelos. RDS

 "Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada"

"Participación Ciudadana para el fortalecimiento de la Gestión de las Organizaciones Sociales y Comunitarias"

"Participación Ciudadana para la Gestión y la Fiscalización Pública"


sábado, 10 de julio de 2021

¡Qué Nadie nos Arrebate Nuestro País y Nuestros Sueños!


"En este escenario de desprestigio de la clase política tradicional y de revanchismo y oportunismo de la clase política emergente, a los ciudadanos sólo nos queda un camino: luchar por una mayor injerencia o Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública."

Lo que está pasando en la Convención Constitucional, es el reflejo del abandono que por años ha tenido la clase política tradicional, léase partidos políticos de la coalición de “Chile Vamos” y de la otrora “Concertación”, ambas autodenominadas de centro derecha y centro izquierda respectivamente, de una ciudadanía que a base de marchas, gritos y protestas ha logrado cambiar las prioridades de los planes y programas de los gobiernos de turno. Programas ambiciosos y exitosos en el crecimiento y el desarrollo económico, pero cuyos resultados no llegan oportunamente, ni con justicia ni equidad, a una gran parte de la población que crece y se expande por todo el territorio nacional en número, sueños y ambiciones.

Todos los partidos de ambas coaliciones sin excepción, no obstante haber gobernado, legislado y participado del poder judicial en los últimos treinta años, no se han ocupado de construir un modelo social, económico y político estable para Chile, que hoy amerite ser defendido por la ciudadanía la cual, a pesar de su decepción, en cada convocatoria a elecciones, les ha dado una y otra vez una nueva oportunidad, sin dejar de dar señales de malestar con la creciente abstención que va llegando al 80% del potencial de electores y que en cada encuesta de opinión no deja de ratificar con una aprobación que no llega a dos dígitos.   

La estrategia de la clase política para llegar al poder, ha sido mantenerse unidos en coaliciones de partidos debido a que son cada vez más frágiles, fragmentados por las luchas internas y por la defensa de causas específicas y de interés particular y no por propuestas de cobertura nacional, que apunten a dar respuesta a los grandes desafíos del país y demandas sociales. Pero, quizás la estrategia más cruel y nefasta de los partidos políticos para llegar al poder y mantenerse en él, ha sido aumentar el número de militantes y simpatizantes sobre la base de polarizar la sociedad, demonizando los orígenes de los partidos de oposición y sus ideologías, manteniendo vivo y estático sus pasados de fracasos y crímenes. Todos reclaman el regreso al pasado para recuperar lo perdido, como si se tratara de un viaje en “micro”. Por lo demás, ni siquiera coinciden en cuál debe ser el punto de retorno.

Esta estrategia de polarizar, de ver al adversario político como un enemigo al que hay que someter o eliminar, ha transformado a los chilenos en enemigos permanentes entre sí y ha cubierto el país con un manto de desconfianza, odio y resentimiento generando, además, una profunda brecha económica. Así, cuando el Estado aprueba apoyos y beneficios para todos, es muy triste ver que, en la práctica, hay gobiernos locales que los niegan o retrasan a las personas y familias que son identificadas como militantes o simpatizantes de partidos diferentes a quienes ocupan la alcaldía. Hasta en algunos fondos concursables no escapa la influencia de los políticos en la adjudicación de los recursos a los proyectos presentados por las organizaciones sociales... 

Hoy, esa clase política tradicional ve con angustia como el poder se escapa de sus manos. Los resultados de las últimas elecciones y el comportamiento de los constituyentes en la Convención Constitucional, ha dejado en evidencia su precaria condición y hegemonía, porque ni siquiera uniendo las dos Coaliciones, alcanzan el tercio de los votos en la Convención para impedir su debacle, la que lamentablemente, nos afectará a todos los chilenos, porque la alternativa no parece mejor, toda vez que han sido los movimientos sociales, capturados por dirigentes radicales y políticos oportunistas, quienes parecen encumbrarse. Ellos han venido siguiendo y transmitiendo con fervor y paciencia las recomendaciones y lecciones estratégicas de foros internacionales y de intelectuales de dudosa intención.

Estamos frente a una encrucijada que nos involucra a todos y que no parece tener reversa, porque esta clase política tradicional es egoísta y se niega a aceptar su fracaso y su responsabilidad. Es fácil para ellos y con razón están convencidos, que todavía son la mejor alternativa para los chilenos. No reconocen la fuerza que ha tomado la ciudadanía, la que sólo ven como una montonera de votos. No aceptan su demanda por mayor injerencia en la formulación de las políticas públicas y en la gestión y la fiscalización de las instituciones del Estado, que han sido capturadas por su irresponsabilidad, por la incompetencia, el abuso del poder, la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos. Una clase política que ha sido incapaz de ver y menos reconocer su desprestigio y el creciente desprecio de la gente.

Ya nos cansamos de votar por los “menos malos”, porque parece que todos son iguales y votar por miedo ya no es una opción cuando los ciudadanos hemos estado tan cerca de caer en la "Fuenteovejuna", para hacer justicia frente a una delincuencia cada vez más temeraria y asesina que crece sin control. Ninguna autoridad, ni nacional, ni regional, ni local, ha demostrado tener el coraje de hacer respetar la ley ni el Estado de Derecho. Ni siquiera tuvieron la autoridad moral para asistir y ponerse de pie en la instalación de la Convención Constitucional.

Lamentablemente, lo que nos espera no es nada bueno. Los regímenes de extrema, sean de izquierda, derecha o independientes, han dejado hambre y miseria en los países en donde se han instalado. Cárceles, hospitales y cementerios han sido ocupados por los dirigentes y líderes de la oposición, junto a una larga estela de emigrantes que vagan por las calles de muchas ciudades del mundo. Los grupos armados que se forman y crecen a su alero para sostenerlos en el poder, al final se transforman en sicarios y mercenarios, porque ningún gobierno es capaz de sostener el nivel de vida ni de privilegios que han tenido dentro de estos regímenes corruptos y abusadores.

La extrema izquierda chilena está a punto de hacerse con el poder, no porque tenga un mejor programa de gobierno para el país, sino porque está demostrando ser más capaz de juntar muchos enemigos contra la clase política tradicional. Porque eso es la política chilena, una "guerra" de declaraciones y acusaciones mutuas, animadas por unos medios de comunicación sedientos de "sangre" y rating. No existe un debate de propuestas y programas responsables.

Así las cosas, la salida de esta encrucijada no ocurrirá dando una oportunidad a la clase política de extrema, ni tampoco otra nueva oportunidad a la clase política tradicional, porque el fracaso no es de los modelos sociales ni económicos, sino del comportamiento egoísta y de malas prácticas de una clase política que equivocó el rumbo, que se olvidó de su misión y que ha dedicado su tiempo e influencia a erosionar las arcas del Estado, desacreditar, obstruir, bloquear e impedir que tenga éxito cualquier oposición que llegue al poder.

En este escenario de desprestigio de la clase política tradicional y de revanchismo y oportunismo de la clase política emergente, a los ciudadanos sólo nos queda un camino: luchar por una mayor injerencia o Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública. Promover una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, para contener la manipulación, porque la lucha callejera, habiendo sido importante, sólo ha servido para cambiar la prioridad de algunos pequeños puntos de las agendas de los gobiernos. La realidad, es que sólo nos ha dejado mayor miseria y pobreza, muertos, ciegos, tuertos y resentidos sociales. 

En este sentido, una Formación Ciudadana a la altura del siglo XXI, más allá del conocimiento de los poderes del Estado y el amor por los símbolos patrios, es clave para contar con una mayor y mejor Participación Ciudadana, porque debe ser preocupación de la sociedad evitar la manipulación y las propuestas populistas de políticos inescrupulosos a las personas más vulnerables; como también nos debe preocupar el abuso del poder, especialmente el de “ventanilla” que es ejercido por el funcionario público de la “primera línea”. Todo lo cual ocurre por la ignorancia de la ciudadanía en sus derechos y deberes y de su incapacidad de hacer uso de los instrumentos legales que le permiten ejercerlos y hacerlos respetar. Un capítulo aparte merece la estrategia de la formación ciudadana.

La recuperación de nuestra democracia y sus instituciones no será una tarea fácil ni rápida, ni siquiera estamos seguros, que nuestros nietos puedan disfrutarla, porque el daño es muy grande; hay demasiada desconfianza en las autoridades, las instituciones del Estado, y la clase política, empresarial y social. Por ello, debemos hacer un llamado y apelar a la buena voluntad y la sensatez de todos los chilenos, principalmente del ciudadano medio, de aquel que no forma parte de ninguna élite de privilegiados ya mencionados, aunque nos consta que hay personas no contaminadas y muy buenas dentro de estas élites y confiamos que ellos sigan aportando con su experiencia e inteligencia en este nuevo Chile. Tampoco forma parte de este primer llamado, el conjunto de personas que han sufrido de primera mano y de manera permanente la ausencia del Estado, razón por la cual han perdido toda credibilidad en promesas y discursos. Para todos ellos, sólo cabe la respuesta concreta, oportuna, suficiente y permanente; y por supuesto que seguiremos siendo testigos de su desconfianza por mucho tiempo más, para la cual la comprensión y la paciencia será el mejor aliado.

Por supuesto debemos esperar y estimular el comportamiento sensato de todos, especialmente de aquellos ciudadanos que están por fuera de aquellas élites y clase vulnerada, porque en adelante sólo podremos avanzar como sociedad si contamos con una mayoría de personas sensatas, de buen juicio y capaces de empatizar con las demandas y preocupaciones de los demás, sin importar su orientación política, creencias, origen y género. Personas que, por su comportamiento coherente y honestidad, sirvan de referentes y ejemplo para los demás. Y es aquí en donde los Convencionalistas tienen una gran oportunidad para liderar un nuevo comienzo que nos involucre a todos y en donde los chilenos hemos puesto nuestra esperanza… 

En resumen, con una Formación Ciudadana permanente y sistemática, es posible tener una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada. De esta manera, el sueño de la Democracia Participativa será realidad al tener sentido y ser posible la injerencia de los ciudadanos en la Gestión y la Fiscalización Pública, con lo cual se ordena y controla el Estado y sus instituciones, porque no se trata de poner fin ni desplazar a la representación democrática. Por el contrario, se trata de rescatarla y recuperar la confianza en ellas, las autoridades y las instituciones del Estado. Queremos volver a sentir orgullo por quienes nos representan. RDS

Rubén D Solano S
Presidente Fundescochile

 

 Abogamos por:

 “Una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada y por

Una Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública” 




lunes, 5 de julio de 2021

El Palacio Pereira, ya tiene "Dueña de Casa"

 

Palacio Pereira. Sede de la
Convención Constitucional
Después de ver la Instalación de la Convención Constitucional, creo que la derecha chilena no tiene nada que hacer en ella. No porque no tenga ideas que aportar, sino porque no parece tener interlocutores con los cuales formar las mayorías que necesita para impulsarlas.

Los convencionalistas de derecha no lograron sumar ni un solo independiente para la Instalación de la Mesa Directiva, ni capacidad para salir de su trinchera y sumarse en la segunda vuelta a una de las candidaturas con más opción. Creo que hubiera sido un bonito gesto de unidad nacional y señal internacional, haber elegido por unanimidad como presidenta de la Convención Constitucional a Elisa Loncón, representante de nuestros pueblos originarios.

Los convencionalistas se mostraron en sus bloques claramente definidos y unidos a la hora de inclinarse por un solo nombre. Sin embargo, la derecha se mantuvo en su inútil trinchera, la que fue innecesaria en la segunda vuelta para alcanzar la mayoría absoluta en la presidencia y en la tercera para definir la vicepresidencia.

Realmente, fue una verdadera demostración de fuerza lo que hizo la extrema izquierda, que juntó las mayorías para imponer su voluntad en la instalación de la Convención y desconocer a la derecha, cuya soledad e inutilidad quedó en evidencia, confirmando de paso, que tampoco serán necesarios sus votos para conformar los dos tercios en una decisión cualquiera.

Con este escenario y de no cambiar la actitud y la estrategia, es muy probable que la derecha desaparezca en la elaboración de la Nueva Constitución y lo que resulte será efectivamente un nueva e impredecible carta de navegación para Chile.

Creo que a las viejas izquierda y derecha les queda rebuscar en su baúl e identificar cuáles son las cosas mínimas que pueden unirlas para que juntas puedan salvar algo de su dignidad y de su legado de 30 años, porque el hecho incuestionable es que la extrema izquierda es la "Dueña de Casa" en el Palacio Pereira. RDS