lunes, 25 de agosto de 2014

El Juego de la Vida y los Paradigmas

El Juego de la Vida es una actividad lúdica que tiene como objetivo llamar la atención de los participantes sobre la forma como tomamos las decisiones, los diferentes resultados que se pueden obtener y la actitud que asumimos frente a dichos resultados.

Los participantes deben formar dos equipos de personas, de número  indiferente en cuanto a cantidad de integrantes. La actividad invita a los participantes a tomar una decisión entre dos alternativas para obtener el mayor resultado positivo posible, sobre la base de una calificación predefinida.

El juego está diseñado para que los participantes al final de la actividad se den cuenta que no era necesario competir con el otro grupo para obtener el mayor puntaje porque es el camino más difícil y de resultado incierto, toda vez que los dos grupos pueden obtener el máximo puntaje de manera fácil, siempre y cuando se pongan de acuerdo y tomen la misma decisión.

Las lecciones del Juego de la Vida son múltiples; sin embargo deseo referirme a las que llamaron de manera más poderosa mi atención, porque ratifican mi decisión de convertirme en un cientista político que intenta comprender la manera cómo funciona nuestra sociedad y la forma cómo los dirigentes toman las decisiones.

Quiero partir confesando que soy un admirador y fanático del crecimiento y el desarrollo cuantitativo y cualitativo de las personas y de la sociedad. Creo que hemos venido al mundo a disfrutar de las maravillas del universo y a desarrollar todo nuestro potencial físico y mental... ¿Qué otro sentido tiene para el ser humano haber sido dotado de  inteligencia y haber sido puesto en la inmensidad del universo?... ¡Otra actitud es un desperdicio de la vida!

El desafío está en que cada uno de nosotros vivamos esa felicidad, sin impedir ni obstaculizar la felicidad de los demás, aceptando y reconociendo el legítimo derecho y aspiración de ser feliz de nuestros semejantes. Debemos vivir para ser felices, sin provocar o ser la causa de la infelicidad de los demás…Suena bonito. Parece utópico ¿verdad?

¡Pero no es así! El Juego de la Vida nos enseña cómo hacerlo: cambiando los paradigmas, las creencias. Bajando las banderas que por tantos años hemos creído que debemos mantener en alto. Por ello, quiero compartir algunos de los paradigmas que creo nos hacen daño como sociedad y sobre los cuales me propongo seguir trabajando para  erradicarlos de mi interior y de mi forma de actuar.

SER MEJOR QUE LOS DEMÁS

Nadie debe ser mejor que nadie. La competencia debe ser consigo mismo en una carrera sin meta ni referentes. Sólo debemos preocuparnos de disfrutar lo que hacemos.

El paradigma de pretender ser mejor que los demás, nos hace ver al otro equipo como un enemigo al que se debe vencer. Ser el mejor bajo esta forma de ver la vida, significa que siempre debe haber un perdedor. Este paradigma nos hace  ciegos, al perder de vista lo que dejamos de ganar por estar regocijados en la derrota que le provocamos a nuestro “adversario.”  

En el Juego de la Vida todos podemos ganar y lograr los mismos resultados positivos.

DEMOSTRAR SUPERIORIDAD

Creer que somos superiores a los demás nos cierra la mente. Nos hace sentir desprecio por los semejantes y nos lleva decidir por ellos o en contra de ellos. 

Creo que es el paradigma más difícil de erradicar, porque se puede camuflar en la legítima autoridad que deben tener quienes ocupan determinados cargos en la sociedad. Empero, el desafío es tomar las decisiones con sabiduría. Dejando fluir la razón y el sentido común, y trabajando en estrategias comunicacionales y de relaciones interpersonales.

ACUMULAR Y OSTENTAR

Es un absurdo. Es un paradigma que trae infelicidad y soledad. No es necesario acumular cosas materiales o inmateriales per-se. Pero, sí es importante no privarnos de obtener todo aquello que contribuye a nuestro bienestar y felicidad. Recordemos que no es más feliz quien más tiene, sino quien verdaderamente disfruta lo que ha conseguido.

En el Juego de la Vida, la felicidad es efímera cuando solo buscamos el resultado que sólo pretende dejar en evidencia la debilidad del otro equipo.

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En el mundo que vivimos, todo parece estar justificado por la necesidad de avanzar como seres humanos y contribuir al crecimiento y progreso de la sociedad. Y aunque los resultados alcanzados por la humanidad a lo largo de la historia son admirables, han dejado una brecha de desigualdad, de inequidad e inconformidad, que parece cada vez más difícil de cerrar y pacificar, porque vivimos en una sociedad y en un mundo que nos mueve hacia la confrontación, a la obtención de resultados que para muchos, sólo adquieren importancia cuando pueden ser comparados con los “pobres” resultados obtenidos por los demás.

Con esta estrategia de convivencia o forma de ver la vida, hemos construido una sociedad de rivales y de gente enemiga. La ambición y la envidia se han apoderado de la mente humana. Seguimos construyendo sobre la destrucción que provocamos y continuamos buscando nuestra felicidad, sin detenernos a pensar en la tristeza y miseria que podemos causar a los demás.
Me pregunto: ¿En qué momento de la historia de la humanidad, el ser humano renunció al camino estratégico de la solidaridad y la cooperación como alternativa para ser feliz y disfrutar de las maravillas del universo? ¿Es esta una vía sin explorar?

¿Acaso en la evolución y en el progreso de las ciencias, siguiendo la teoría de paradigmas de Thomas Kuhn (1922-1996), la solidaridad y la cooperación humana siguen siendo un débil paradigma que choca con los viejos paradigmas capitalistas y comunistas o neoliberales y socialistas, sin provocar cambio alguno, a pesar que han demostrado no ser el camino del bienestar y de la felicidad que todos anhelamos?

Creo que en el inconsciente de la sociedad, se mueve un paradigma al que nuestros líderes no le han prestado la debida atención y que puede postular a convertirse en un modelo social de convivencia más justo y equitativo que los existentes, sin reñir con el espíritu de superación que llevamos dentro; y me propongo contribuir a levantarlo para que se convierta en una nueva estrategia para la gestión del Estado y la definición de sus políticas públicas. Pero, para lograrlo debemos partir cambiando nuestras creencias desde nuestro comportamiento individual, en nuestro hogar, en nuestro trabajo y en nuestra relación con los demás. Y por supuesto, enseñando a otros también a hacerlo.
   
Este nuevo paradigma, que puede ser muy bien una propuesta socio-política, descansa en los postulados del socialismo utópico promovidos por Robert Owen (1771-1858) a mediados del S.XIX y que en América Latina se han utilizado para organizar empresas comerciales y de servicios de carácter comunitario, pero que no se han adoptado para generar una nueva cultura en el comportamiento social, ni tampoco para impulsar un modelo socio-económico que nos lleve a tener un Estado regido por dichos principios...

De todas maneras, lo importante es que desde cualquier vereda que nos encontremos, antepongamos el bien común, pero no solamente con palabras, sino con hechos de vida y de comportamiento. No está bien seguir el camino de la inconsecuencia de muchos de nuestros líderes y dirigentes políticos y sociales, que viven de manera contraria o diferente al discurso que le dan a la gente.   

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·        ·         Podemos ser felices, sin causar infelicidad.

·         Estamos para ser felices y contribuir a la felicidad de nuestros semejantes.

·         El ser humano tiene libertad para buscar la felicidad, a partir de la felicidad y el bienestar de los demás.


·         La igualdad de los seres humanos debe estar en las oportunidades y en las posibilidades de alcanzar la felicidad y la paz interior.