lunes, 12 de julio de 2010

Estrategia para Transformar el TRANSANTIAGO


El Ministro de Transportes, Felipe Morandé ha anunciado un paquete de medidas tendientes a reestructurar el actual sistema de transporte de la Región Metropolitana de Santiago.

Sobre el particular quisiera opinar, toda vez que con dicho anuncio se ha generado una nueva expectativa en la comunidad, especialmente entre los usuarios del Transantiago.

Lo primero que quiero decir, es que el Estado debe ser muy honesto en su anuncio y enfatizar que una solución definitiva al transporte en Santiago no se podrá lograr en el corto plazo. Quizás, con una buena estrategia la ciudadanía podrá comenzar a ver los cambios positivos a partir del tercero o cuarto año de iniciado el plan de reestructuración.

No me parece justo, que por falta de claridad o temor a una crítica de la oposición o a un reproche de la sociedad, se caiga en un nuevo fracaso.

Seamos precisos, el tema de la modernización del transporte público no es fácil. No lo fue en la era de las “micros amarillas”, cuando el sistema era malo pero se sostenía por sí solo; mucho menos lo será en la era del Transantiago, en donde los actores (empresarios, conductores y usuarios) han bebido del rico y abundante néctar de las arcas del Estado.

Nadie va esperar menos o a renunciar a lo que podrían llamar “derechos adquiridos”. Es que en el caso de los conductores, no creo que ninguno esté dispuesto a volver al estilo y condiciones de trabajo, que tenía antes del Transantiago y en el caso de los usuarios, será muy difícil que califiquen como bueno, un nuevo sistema que no les entregue oportunidad, comodidad y baja tarifa.

Por su parte los empresarios, estos inversionistas que trajo el nuevo sistema, no se van a ir antes de que finalicen sus contratos o sean indemnizados hasta el último centavo. Tampoco se quedarán, si las nuevas reglas no aseguran rentabilidad operacional y financiera en el corto plazo.

Pero lo anterior no es todo. El desafío es mayor porque el Estado tiene la presión de una comunidad de usuarios que esta hastiada del sistema y de unas regiones, que apoyadas por sus políticos, ven en cualquier propuesta la oportunidad de exigir más recursos para sus proyectos a cambio de los votos que el gobierno necesite en los centros de decisión del Estado.

El Transantiago es un típico sistema creado a la chilena: Se hizo sin una planificación seria y se implementó al amparo del viejo dicho: “en el camino se arreglan las cargas” Lo bueno, es que todos sabemos cómo funciona nuestro país y al poco tiempo, sencillamente nos resignamos a los resultados…

Lo que éste gobierno debe hacer para solucionar el problema es estructurar un plan y en silencio aplicarle al Transantiago la estrategia del “sapo en la olla”: es decir, meter el Transantiago en una olla de agua fría y luego encender el fuego hasta que se cocine y muera sin darse cuenta. En otras palabras el plan no debe anunciarse con “vuvuzelas” y debe conducir a una transformación imperceptible, de tal suerte que al final de los tiempos el sistema se convierta en bueno, sin que la comunidad pueda imaginar cómo, ni desde cuándo. De lo contrario, el “pataleo” va a ser tan grande que difícilmente se podrá cocinar el sapo.