sábado, 10 de julio de 2021

¡Qué Nadie nos Arrebate Nuestro País y Nuestros Sueños!


"En este escenario de desprestigio de la clase política tradicional y de revanchismo y oportunismo de la clase política emergente, a los ciudadanos sólo nos queda un camino: luchar por una mayor injerencia o Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública."

Lo que está pasando en la Convención Constitucional, es el reflejo del abandono que por años ha tenido la clase política tradicional, léase partidos políticos de la coalición de “Chile Vamos” y de la otrora “Concertación”, ambas autodenominadas de centro derecha y centro izquierda respectivamente, de una ciudadanía que a base de marchas, gritos y protestas ha logrado cambiar las prioridades de los planes y programas de los gobiernos de turno. Programas ambiciosos y exitosos en el crecimiento y el desarrollo económico, pero cuyos resultados no llegan oportunamente, ni con justicia ni equidad, a una gran parte de la población que crece y se expande por todo el territorio nacional en número, sueños y ambiciones.

Todos los partidos de ambas coaliciones sin excepción, no obstante haber gobernado, legislado y participado del poder judicial en los últimos treinta años, no se han ocupado de construir un modelo social, económico y político estable para Chile, que hoy amerite ser defendido por la ciudadanía la cual, a pesar de su decepción, en cada convocatoria a elecciones, les ha dado una y otra vez una nueva oportunidad, sin dejar de dar señales de malestar con la creciente abstención que va llegando al 80% del potencial de electores y que en cada encuesta de opinión no deja de ratificar con una aprobación que no llega a dos dígitos.   

La estrategia de la clase política para llegar al poder, ha sido mantenerse unidos en coaliciones de partidos debido a que son cada vez más frágiles, fragmentados por las luchas internas y por la defensa de causas específicas y de interés particular y no por propuestas de cobertura nacional, que apunten a dar respuesta a los grandes desafíos del país y demandas sociales. Pero, quizás la estrategia más cruel y nefasta de los partidos políticos para llegar al poder y mantenerse en él, ha sido aumentar el número de militantes y simpatizantes sobre la base de polarizar la sociedad, demonizando los orígenes de los partidos de oposición y sus ideologías, manteniendo vivo y estático sus pasados de fracasos y crímenes. Todos reclaman el regreso al pasado para recuperar lo perdido, como si se tratara de un viaje en “micro”. Por lo demás, ni siquiera coinciden en cuál debe ser el punto de retorno.

Esta estrategia de polarizar, de ver al adversario político como un enemigo al que hay que someter o eliminar, ha transformado a los chilenos en enemigos permanentes entre sí y ha cubierto el país con un manto de desconfianza, odio y resentimiento generando, además, una profunda brecha económica. Así, cuando el Estado aprueba apoyos y beneficios para todos, es muy triste ver que, en la práctica, hay gobiernos locales que los niegan o retrasan a las personas y familias que son identificadas como militantes o simpatizantes de partidos diferentes a quienes ocupan la alcaldía. Hasta en algunos fondos concursables no escapa la influencia de los políticos en la adjudicación de los recursos a los proyectos presentados por las organizaciones sociales... 

Hoy, esa clase política tradicional ve con angustia como el poder se escapa de sus manos. Los resultados de las últimas elecciones y el comportamiento de los constituyentes en la Convención Constitucional, ha dejado en evidencia su precaria condición y hegemonía, porque ni siquiera uniendo las dos Coaliciones, alcanzan el tercio de los votos en la Convención para impedir su debacle, la que lamentablemente, nos afectará a todos los chilenos, porque la alternativa no parece mejor, toda vez que han sido los movimientos sociales, capturados por dirigentes radicales y políticos oportunistas, quienes parecen encumbrarse. Ellos han venido siguiendo y transmitiendo con fervor y paciencia las recomendaciones y lecciones estratégicas de foros internacionales y de intelectuales de dudosa intención.

Estamos frente a una encrucijada que nos involucra a todos y que no parece tener reversa, porque esta clase política tradicional es egoísta y se niega a aceptar su fracaso y su responsabilidad. Es fácil para ellos y con razón están convencidos, que todavía son la mejor alternativa para los chilenos. No reconocen la fuerza que ha tomado la ciudadanía, la que sólo ven como una montonera de votos. No aceptan su demanda por mayor injerencia en la formulación de las políticas públicas y en la gestión y la fiscalización de las instituciones del Estado, que han sido capturadas por su irresponsabilidad, por la incompetencia, el abuso del poder, la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos. Una clase política que ha sido incapaz de ver y menos reconocer su desprestigio y el creciente desprecio de la gente.

Ya nos cansamos de votar por los “menos malos”, porque parece que todos son iguales y votar por miedo ya no es una opción cuando los ciudadanos hemos estado tan cerca de caer en la "Fuenteovejuna", para hacer justicia frente a una delincuencia cada vez más temeraria y asesina que crece sin control. Ninguna autoridad, ni nacional, ni regional, ni local, ha demostrado tener el coraje de hacer respetar la ley ni el Estado de Derecho. Ni siquiera tuvieron la autoridad moral para asistir y ponerse de pie en la instalación de la Convención Constitucional.

Lamentablemente, lo que nos espera no es nada bueno. Los regímenes de extrema, sean de izquierda, derecha o independientes, han dejado hambre y miseria en los países en donde se han instalado. Cárceles, hospitales y cementerios han sido ocupados por los dirigentes y líderes de la oposición, junto a una larga estela de emigrantes que vagan por las calles de muchas ciudades del mundo. Los grupos armados que se forman y crecen a su alero para sostenerlos en el poder, al final se transforman en sicarios y mercenarios, porque ningún gobierno es capaz de sostener el nivel de vida ni de privilegios que han tenido dentro de estos regímenes corruptos y abusadores.

La extrema izquierda chilena está a punto de hacerse con el poder, no porque tenga un mejor programa de gobierno para el país, sino porque está demostrando ser más capaz de juntar muchos enemigos contra la clase política tradicional. Porque eso es la política chilena, una "guerra" de declaraciones y acusaciones mutuas, animadas por unos medios de comunicación sedientos de "sangre" y rating. No existe un debate de propuestas y programas responsables.

Así las cosas, la salida de esta encrucijada no ocurrirá dando una oportunidad a la clase política de extrema, ni tampoco otra nueva oportunidad a la clase política tradicional, porque el fracaso no es de los modelos sociales ni económicos, sino del comportamiento egoísta y de malas prácticas de una clase política que equivocó el rumbo, que se olvidó de su misión y que ha dedicado su tiempo e influencia a erosionar las arcas del Estado, desacreditar, obstruir, bloquear e impedir que tenga éxito cualquier oposición que llegue al poder.

En este escenario de desprestigio de la clase política tradicional y de revanchismo y oportunismo de la clase política emergente, a los ciudadanos sólo nos queda un camino: luchar por una mayor injerencia o Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública. Promover una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, para contener la manipulación, porque la lucha callejera, habiendo sido importante, sólo ha servido para cambiar la prioridad de algunos pequeños puntos de las agendas de los gobiernos. La realidad, es que sólo nos ha dejado mayor miseria y pobreza, muertos, ciegos, tuertos y resentidos sociales. 

En este sentido, una Formación Ciudadana a la altura del siglo XXI, más allá del conocimiento de los poderes del Estado y el amor por los símbolos patrios, es clave para contar con una mayor y mejor Participación Ciudadana, porque debe ser preocupación de la sociedad evitar la manipulación y las propuestas populistas de políticos inescrupulosos a las personas más vulnerables; como también nos debe preocupar el abuso del poder, especialmente el de “ventanilla” que es ejercido por el funcionario público de la “primera línea”. Todo lo cual ocurre por la ignorancia de la ciudadanía en sus derechos y deberes y de su incapacidad de hacer uso de los instrumentos legales que le permiten ejercerlos y hacerlos respetar. Un capítulo aparte merece la estrategia de la formación ciudadana.

La recuperación de nuestra democracia y sus instituciones no será una tarea fácil ni rápida, ni siquiera estamos seguros, que nuestros nietos puedan disfrutarla, porque el daño es muy grande; hay demasiada desconfianza en las autoridades, las instituciones del Estado, y la clase política, empresarial y social. Por ello, debemos hacer un llamado y apelar a la buena voluntad y la sensatez de todos los chilenos, principalmente del ciudadano medio, de aquel que no forma parte de ninguna élite de privilegiados ya mencionados, aunque nos consta que hay personas no contaminadas y muy buenas dentro de estas élites y confiamos que ellos sigan aportando con su experiencia e inteligencia en este nuevo Chile. Tampoco forma parte de este primer llamado, el conjunto de personas que han sufrido de primera mano y de manera permanente la ausencia del Estado, razón por la cual han perdido toda credibilidad en promesas y discursos. Para todos ellos, sólo cabe la respuesta concreta, oportuna, suficiente y permanente; y por supuesto que seguiremos siendo testigos de su desconfianza por mucho tiempo más, para la cual la comprensión y la paciencia será el mejor aliado.

Por supuesto debemos esperar y estimular el comportamiento sensato de todos, especialmente de aquellos ciudadanos que están por fuera de aquellas élites y clase vulnerada, porque en adelante sólo podremos avanzar como sociedad si contamos con una mayoría de personas sensatas, de buen juicio y capaces de empatizar con las demandas y preocupaciones de los demás, sin importar su orientación política, creencias, origen y género. Personas que, por su comportamiento coherente y honestidad, sirvan de referentes y ejemplo para los demás. Y es aquí en donde los Convencionalistas tienen una gran oportunidad para liderar un nuevo comienzo que nos involucre a todos y en donde los chilenos hemos puesto nuestra esperanza… 

En resumen, con una Formación Ciudadana permanente y sistemática, es posible tener una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada. De esta manera, el sueño de la Democracia Participativa será realidad al tener sentido y ser posible la injerencia de los ciudadanos en la Gestión y la Fiscalización Pública, con lo cual se ordena y controla el Estado y sus instituciones, porque no se trata de poner fin ni desplazar a la representación democrática. Por el contrario, se trata de rescatarla y recuperar la confianza en ellas, las autoridades y las instituciones del Estado. Queremos volver a sentir orgullo por quienes nos representan. RDS

Rubén D Solano S
Presidente Fundescochile

 

 Abogamos por:

 “Una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada y por

Una Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública” 




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