Nadie debería enfrentarse a un Estado de manera indefinida, por más poderoso que se crea, porque los Estados son casi inmortales. Al contrario, los grupos terroristas y las organizaciones criminales, aunque hacen mucho daño, mutan y actúan desde la clandestinidad, son temporales por la vulnerabilidad de sus cabecillas y líderes, y por la presión de sus huestes que tienen intereses inmediatistas o cortoplacistas. Un ejemplo:
Al final de su vida, por culpa de Pablo Escobar murió mucha gente inocente que vivía en la misma comuna en Medellín-Colombia, donde buscó refugio y protección. Nadie se atrevía a denunciar dónde estaba Escobar, porque había una mezcla de temor y gratitud, que hasta el día de hoy se reconoce en los barrios donde vivió...
Entonces, ¿habrá que agradecer a Pablo Escobar que un día decidió salir de esos barrios para esconderse en otro donde no tenía vínculo alguno? Nunca lo sabremos, porque nadie sabe si salió por amor a esas comunidades que dieron su vida por él o por miedo a que esas mismas personas lo delataran por cansancio a seguir sacrificando sus hijos, sus vidas y patrimonio, en una guerra que tenía perdida desde el primer día que se la declaró al país.
La cruel y dolorosa guerra en Gaza, no debe ser comparada con la de Ucrania y con ninguna revolución o guerra civil que se vive en el mundo, porque se ha estado enfrentando al pueblo judío porque se ha estado enfrentando al pueblo judío, sin tregua alguna, desde que finalmente pudo establecerse como Estado de Israel en el Medio Oriente con la aprobación de Naciones Unidas, después de sobrevivir a la 2da Guerra Mundial. Un pueblo que padeció una larga humillación y pérdida de millones de vidas humanas inocentes en un Holocausto que avergüenza a la humanidad.
El pueblo judío logró levantarse y ganarse en un corto lapso de tiempo, un puesto en la comunidad internacional y el derecho a tener su territorio en donde está. ¿Cuántas guerras desde 1947 tiene que ganar Israel para que su bandera pueda ondear libremente en el Medio Oriente? Ya es hora que el mundo vea a Israel con respeto y lo deje vivir en paz.
Palestinos e Israelíes deben encontrar un camino y destino común y para ello deben alejarse de la influencia y manipulación de líderes fanáticos, mercachiles de armas, drogas y mentes criminales. La liberación de los rehenes y el fin del hostigamiento, son el punto de partida para el fin de una guerra estúpida e inútil en donde nunca ninguno de los dos podrá ganar. -Rubén Solano
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