"De nada sirve tanta teoría y condena a los inculpados, si quienes gobiernan y comenten delitos, pueden continuar ocupando cargos públicos y seguir contratados por el Estado. De esa forma es imposible terminar con los delitos de corrupción y abuso de poder."
La unánime condena del jurado a Donald Trump por 34 delitos y la posibilidad que el Expresidente pueda continuar en la carrera presidencial e incluso poder gobernar desde la cárcel en caso de ser elegido, deja en evidencia una de las mayores brechas de la democracia y principales causas de su deterioro y desprestigio.
La corrupción se entiende como el proceso de quebrar deliberadamente el orden de un sistema, tanto ética como funcionalmente, para obtener un beneficio personal. Este término proviene del latín *corruptio*, y se asocia comúnmente con actos ilegales y abuso de poder para lograr ventajas indebidas.
Los delitos de corrupción, también conocidos como "delitos funcionarios", son conductas ilícitas cometidas por funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos o que afectan el patrimonio del Estado. En el código penal chileno hay un capítulo dedicado a este tema que identifica 39 delitos de corrupción. Entre ellos se conocen los siguientes:
- *El Peculado*: Apropiación indebida de fondos públicos.
- *La Colusión*: Acuerdo entre partes para defraudar a terceros o para lograr una ventaja ilegítima.
- *El Cohecho*: Ofrecer, dar o recibir algo de valor para influir en la acción de una autoridad o persona a cargo de un servicio público.
- *El Enriquecimiento ilícito*: Incremento patrimonial de un funcionario público sin justificación legal.
- *El Tráfico de influencias*: Uso indebido de influencias derivadas del cargo para obtener beneficios.
- *La Negociación incompatible*: Participación en negociaciones en conflicto con las funciones oficiales.
- *La Malversación de fondos*: Uso indebido o ilegal de fondos públicos.
Estos delitos son considerados graves porque afectan la confianza en las instituciones públicas y pueden tener consecuencias negativas para la sociedad y la economía.
El éxito en la lucha contra la corrupción también se puede medir de varias maneras, aunque es un desafío debido a la naturaleza clandestina de la corrupción. Estos son algunos métodos utilizados para medirla y controlarla:
- *Indicadores de Percepción*: Utilizar herramientas como el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International, que mide la percepción del nivel de corrupción en el sector público en diferentes países.
- *Evaluaciones de Políticas*: Revisar la implementación y efectividad de las políticas anticorrupción y los programas de reforma institucional.
- *Estadísticas Judiciales*: Analizar las estadísticas de casos de corrupción reportados, investigados y sancionados.
- *Transparencia en la Gestión*: Medir la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de fondos públicos y en los procesos de adquisiciones.
- *Participación Ciudadana*: Observar el nivel de participación ciudadana y la capacidad de la sociedad civil para ejercer control social y denunciar actos de corrupción.
Es importante destacar que, aunque no siempre se pueden tener métricas objetivas y cifras duras debido a la naturaleza oculta de la corrupción, estos métodos proporcionan una aproximación para evaluar el progreso en la lucha contra este problema que es global.
Sin embargo, de nada sirve tanta teoría y condena a los inculpados, si quienes gobiernan y comenten delitos, pueden continuar ocupando cargos públicos y seguir contratados por el Estado. De esa forma es imposible terminar con los delitos de corrupción y abuso de poder, cuando se pasa por alto la aplicación de medidas más viables y ejemplares como: a) la separación de por vida de los cargos públicos a los condenados por estos delitos; b) imposibilidad de realizar o participar en contratos con el Estado o cualquier organismo público, sea nacional, regional o local; c) persecución sin límite de tiempo y espacio hasta la recuperación total de los recursos robados al Estado; d) cárcel efectiva para los condenados por estos delitos. Pero, lo más importante, para evitar que todos estos juicios terminen siendo una burla para los ciudadanos, se debe declarar la imprescritibilidad de estos delitos. No está bien que estos criminales al cabo de unos pocos años sin haber sido descubiertos o sometidos a juicio terminen disfrutando de un enriquecimiento ilícito.
Finalmente, los ciudadanos no debemos dejarnos impresionar por el número de personas que acompañan o forman parte del séquito que siguen hasta los tribunales a estos acusados de delitos de corrupción y abuso de poder. No olvidemos que son una minoría de seguidores incondicionales, muchos tal vez, cómplices o beneficiarios de los resultados de sus delitos.
Nadie debería servir de "idiotas útiles" ni de cómplices innecesarios de una clase política, que llega al poder para logra ventajas indebidas, abusando de la confianza de los ciudadanos, que se apropia de los recursos que están para solucionar los graves problemas de desigualdad e injusticia social. -Rubén Solano
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