"Son los gobiernos que están a cargo del Estado y sus instituciones, los principales y únicos responsables de la paz o el caos que se vive en un país. Por extensión, es responsable la clase política, porque es la fuente donde se nutren los Estados de las personas para gobernar."
Los victimarios, al igual que las víctimas, son transversales en la sociedad. Están en todas las culturas, etnias, pueblos, credos, géneros y edades. No deberíamos olvidar este "pequeño" gran detalle, para entender mejor lo que nos pasa, focalizar las raíces de la desigualdad, la rabia y la injusticia social y redireccionar la lucha social.
Son los gobiernos que están a cargo del Estado y sus instituciones, los principales y únicos responsables de la paz o el caos que se vive en un país. Por extensión, es responsable la clase política, porque es la fuente donde se nutren los Estados de las personas para gobernar.
La corrupción, el abuso del poder y la ineficiencia en la gestión y la fiscalización pública, son las principales enfermedades que atacan los Estados, porque paralizan o ralentizan la solución de los problemas sociales, profundizan la desigualdad y aumentan la injusticia y la rabia social.
La colusión de los gobiernos y la clase política, por temor o por ambición, con otras fuerzas maléficas de la sociedad, hacen insolubles los problemas sociales. Es la inmensa mayoría de la población, que no pertenece a ninguna de esas élites corruptas y miserables, la que padece las consecuencias de sus nefastas alianzas, porque quienes pertenecen a ellas son los únicos que sobreviven.
Esquilmar las arcas del Estado se volvió un objetivo de quienes llegan al poder. Quienes no roban o roban menos estando en el poder, lo hacen porque nunca han estado en él o han estado poco tiempo. Algunos, que llegan por primera vez y saben que van a durar poco, roban desde el "minuto uno" de la llegada.
No perdamos de vista lo realmente importante: Quienes están en el poder, no están dispuestos a soltarlo fácilmente y quienes aspiran a él, no están dispuestos a dejar pasar ninguna oportunidad para tomárselo. La revolución para todos ellos es una estrategia legítima, pero los ciudadanos debemos saber que detrás de toda revolución hay una contra-revolución, porque donde nace una amenaza surge una defensa, en donde las víctimas siempre son los mismos: los eslabones más débiles de uno y otro lado.
Aclaremos algo: El problema no es la izquierda ni la derecha, los civiles ni los militares, los ricos ni los pobres, los nativos ni los inmigrantes, los partidos políticos ni las organizaciones sociales. Ni siquiera lo son las ideologías ni los credos religiosos: Son las mentes criminales que se infiltran o enquistan en las instituciones, que siendo minorías, tienen el talento para manipularnos y hacerse acompañar por una ciudadanía indiferente, ignorante o pagada.
Nadie pide renunciar a ninguna institución, partido político, religión, credo, organización o entidad legalmente constituida, tampoco es necesario refundarlas, como absurdamente creen algunos, sólo debemos alejarnos de las mentes criminales, que se reconocen fácilmente, porque cancelan a todos los que piensan diferente a ellos. Debemos rechazar que sean las mentes criminales, junto a los corruptos y abusadores del poder, quienes lideren o lleven la vocería de los demás.
¡Por una Participación Ciudadana con Dignidad, más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada: Formación Ciudadana para una auténtica Democracia Participativa! -Rubén Solano
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