La izquierda Latinoamericana, esa radical, extrema y resentida, la que se dice comunista, pero que no tiene idea lo que eso significa, nacida y alimentada en la envidia, la que hoy gobierna en los países del Continente, está confirmando una vez más su incompetencia para dirigir los destinos de una sociedad cada vez más demandante e intolerante. Sin programas viables de gobierno, sin apoyo de sus áulicos y sin un modelo de sociedad que cautive, sólo les queda seguir culpando a la oposición de sus fracasos, como si ellos nunca hubieran estado en la oposición. Es imposible que sean respetados, mientras sigan navegando en un mar de mentiras, de contradicciones y volteretas. Sólo podrán sostenerse en el poder, enviando al exilio a la cárcel o al cementerio a sus opositores, cerrando las fronteras y apropiandose de los bienes y la riqueza de los países para repartirsela con sus familiares y mercenarios.
Se pueden interpretar y justificar los acontecimientos históricos, pero no se pueden cambiar los hechos. Esta izquierda mediocre, que sólo da vergüenza, combate la ambición, la corrupción, el abuso del poder, los privilegios, el terrorismo, la violación de los derechos humanos, el desplazamiento de la población, ... pero sólo si ocurren por la acción de quienes están en la "vereda del frente." No tienen capacidad de autocrítica. ¡Qué lejos se ve la luz al otro lado del túnel en que nos han metido! -Rubén Solano
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