Original publicado el 13 de agosto de 2023)
Por supuesto que criticar el mal gobierno que está haciendo la extrema izquierda, encabezada por Gabriel Boric, no exculpa al resto de la clase política del caos y la incertidumbre que hoy se vive en Chile, porque no llegamos a donde estamos por azar o casualidad. La clase política de derecha lo sabe muy bien y lo repite mucho en estos tiempos, cuando por ejemplo, pretende explicar las causas del Golpe Militar.
El gobierno de la extrema izquierda chilena, del Frente Amplio y el Partido Comunista, debería ser la "gota que derrame el vaso" de la indiferencia ciudadana. En otra oportunidad había escrito: que lo bueno de un gobierno de extrema izquierda en Chile, es que con él, habríamos conocido la oferta de promesas de todo el arco de la clase política que existe y cuando finalice este gobierno no quedará nada por probar y si hemos aprendido la lección, exigiremos cada vez mejores candidatos, con perfil adecuado a los cargos que necesita el Estado y sus Instituciones. Dejaremos de elegir al menos malo del abanico, aceptar nombramientos del gobierno por amiguismo y compadrazgo, y no por reales méritos, como debe ser. Claro que para ello debemos aprender otra importante lección: la remuneración y honorarios que reciben quienes trabajan en cualquier cargo público, por altos o bajitos que sean, se pagan con nuestro dinero. Sí, con ese que llaman impuestos directos e indirectos, incluyendo la inflación y los camuflados que inexplicablemente, hemos naturalizado, como los seguros que pagamos para protegernos de la falta de protección que el Estado está obligado a brindarnos y todo lo demás que pagamos a las empresas privadas, para "escapar" de los malos servicios públicos, como por ejemplo en salud, educación y transporte.
Lamentablemente, en la clase política que está en la oposición o en contra del actual gobierno, no se percibe una propuesta diferente y atractiva a las ya conocidas y probadas en el pasado. Todo parece indicar que seguiremos con más de lo mismo: alternancia de un poder oportunista, arrogante e individualista que no solucionará los históricos y crecientes problemas del país. Seguiremos creciendo en injusticia, desigualdad y rabia social... De todas maneras, para no perder la esperanza, deseo estar equivocado y conocer más temprano que tarde la voz de algún partido político o movimiento social que demuestre estar leyendo correctamente las señales del presente y lidere una real propuesta, que incluya y beneficie a todos a los habitantes y no a unos pocos. Sin corrupción, sin abuso del poder y con preocupación por ejercer una gestión y fiscalización pública eficiente, sería un buen comienzo, sin importar por lo pronto, el color ni la bandera ideológica que levante. -Rubén Solano
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