“Sin
olvidar que saldremos de la crisis política y social, cuando los ciudadanos
podamos erradicar o ejercer control real a la principal pandemia que vive el
país: La corrupción, el abuso del poder y la codicia que están presentes, sin
excepción, en todos los sectores de nuestra sociedad.”
La grave
crisis por la que atraviesa el mundo y que también afecta a nuestro país,
obliga a todas las instituciones de carácter público, privado y social a unirse
en una sola voz para poder enfrentarla y superarla. Lamentablemente, para Chile
el desafío es doblemente mayor, por cuanto la pandemia del COVID-19 ha llegado
en su peor momento, cuando el país vive una de las más graves crisis política y
social de su historia.
La pérdida de
credibilidad y confianza en la clase política y empresarial por tantos años de
corrupción, abusos y codicia, terminaron por colmar la paciencia de los
ciudadanos, que ahora exigen cambios estructurales de todo orden y solución
inmediata a las demandas sociales acumuladas.
Sin confianza
y sin mecanismos de participación ciudadana que obligue a los gobernantes a
cumplir sus programas y propuestas, la gente ha salido a las calles una y otra
vez, para presionar los cambios y exigir respuestas oportunas y suficientes a
sus demandas. Jamás había visto tanta rabia y determinación juntas, frente a un
gobierno que se ha visto sorprendido y sobrepasado, con un Estado atrapado en la
burocracia y en el entramado de sus propias instituciones.
Sin autoridad
moral de las fuerzas de orden y seguridad y sin un gobierno capaz de hacer respetar
el Estado de Derecho, la delincuencia y la anarquía, para quienes no existe ningún
régimen ni modelo democrático a respetar, han agravado la situación del país,
cometiendo impunemente toda clase de crímenes a lo largo y ancho del país.
Destruyendo la infraestructura y los servicios públicos, desmantelando y
saqueando los establecimientos de comercio y aterrorizando una población, que
no entiende cómo es posible que haya tanta ignorancia y maldad en algunos, toda
vez que las manifestaciones y protestas que se han hecho para reclamar y exigir
más y mejores derechos, se hayan transformado en la ocasión para enfrentamiento
de personas, con pérdida de vidas humanas y lesiones irreparables en la de muchos
de nuestros jóvenes. Se han perdido innumerables empleos y se ha destruido sin
consideración ni respeto, el legado que con tanto esfuerzo y sacrificio otras
generaciones nos han dejado y que, para mayor desgracia, en esta crisis sanitaria,
extrañaremos y sentiremos su pérdida.
Por todo lo
anterior, ahora más que en ninguna otra ocasión debemos estar unidos. Chile se
encuentra en Estado de Catástrofe y el gobierno ha hecho esta declaratoria, que
finalmente parece coincidir con la decisión que muchos reclamaban y esperaban
desde el comienzo mismo del “estallido social”. Ahora la ciudadanía, sí o sí, debe
entrar en “cuarentena” y todo quedará paralizado, con excepción de algunos
servicios, como los sistemas de salud, las farmacias y los supermercados. Ya no
tienen sentido las marchas, porque la agenda del gobierno nuevamente cambió, y esta
vez, no por la fuerza de la presión ciudadana, sino por la fuerza de la naturaleza.
Y aunque son muchas las interrogantes, la pregunta importante que cada uno,
seguramente, se debe estar haciendo es: ¿Sobreviviré a esta catástrofe? Y la
respuesta es simple: es imposible saberlo. Pero, las probabilidades serán mínimas si no nos
preocupamos por nuestros vecinos. Porque lo único cierto y paradójico de esta
pandemia es que, si nos aislamos, nos protegemos a nosotros mismos y protegemos
a los demás. No sobreviviremos sin la ayuda de los demás y si tampoco ellos se
protegen. Extraño ¿verdad? Sobre todo, cuando la confianza ciudadana está atravesando
su peor momento.
Es aquí entonces
donde surge un desafío para las Organizaciones Sociales y Comunitarias, para sus
líderes y dirigentes, de demostrar su razón de ser e importancia para las
comunidades que representan y para el país. Es cierto, que también nos coge en
un momento en donde nuestras organizaciones también carecen de recursos y
medios para cumplir sus objetivos y servicios de mejor manera. Al menos, así se
desprende del reciente estudio publicado por el Centro de Políticas Públicas de
las PUC, denominado “Relación Estado-Organizaciones de la Sociedad Civil:
Experiencia Internacional y Orientaciones para Chile”, que nos recuerda que en
el país hay cerca de 300 mil Organizaciones Sociales y Comunitarias, de las
cuales aproximadamente el 57% están activas y de este porcentaje sólo el 22% forman
parte del Catastro de Organizaciones de Interés Público, según el Ministerio
Secretaría General de Gobierno. Otros estudios del mismo Centro, nos recuerdan
que casualmente es la población de más alto riego hoy, los adultos mayores, los
que tienen el porcentaje más grande de participación dentro de las
Organizaciones Sociales y Comunitarias. Pero no todo es tan oscuro, porque si hay
algo perenne en Chile y que aún no está contaminado es el espíritu solidario y
voluntario que abunda en nuestras comunidades y al cual debemos apelar los líderes
y dirigentes sociales para contribuir a superar la actual catástrofe. En este
sentido, creo que algunas de las tareas que demos realizar son las siguientes:
·
Cada Organización Social y Comunitaria, debe mantener
una comunicación abierta y permanente entre los dirigentes y líderes de éstas,
para coordinar tareas y actividades en beneficio de sus afiliados. Unificar
criterios y manejar una misma información sobre medidas de prevención y
cuidados para ellos. El propósito es evitar que el COVID-19 no crezca en
nuestra comunidad.
·
Levantar un catastro de las viviendas de los
afiliados con la cantidad de personas y características del grupo que la
conforma y tener un medio de contacto rápido, seguro y permanente.
·
Colaborar con las autoridades sanitarias de la
municipalidad a identificar en la comunidad personas con algún síntoma de gripe
o resfrío y pedirles un testeo oportuno para descartar el contagio de COVID-19.
·
Ayudar para que los adultos mayores, los niños y
las personas con enfermedades crónicas, hayan recibido la vacuna contra la
influenza, sin correr riesgos esperando en largas filas y salas de espera.
·
El abastecimiento de medicamentos y artículos de
primera necesidad puede ser un problema para muchas familias y personas, especialmente
si no tienen conocimiento ni manejo con las compras a domicilio y por Internet.
Aquí es muy importante el apoyo del voluntariado juvenil, que puede ayudar en
la capacitación a través de vídeos y también colaborando en las compras para las
personas y familias que lo necesiten.
La idea es que
los dirigentes y líderes de las Organizaciones Sociales y Comunitarias, no dejen
de hacer su labor ni pierdan el contacto con la comunidad y sus afiliados.
Tener presente que la comunidad no la hace una sede, sino nuestra comunicación
y preocupación permanente de ella. No perdamos de vista la importancia de
mantener una relación estrecha, de colaboración y de comprensión con las autoridades
y los funcionarios locales, especialmente con quienes tienen a cargo las áreas de
salud, sanitarias, de aseo y cuidado del orden y la seguridad de la comuna, las
cuales merecen nuestra gratitud y deben tener nuestra bendición por todo lo que
hacen.
La autonomía e
independencia de las Organizaciones Sociales y Comunitarias es fundamental, para
poder contribuir de manera transversal y libre de prejuicios en las necesidades
de la comunidad. De ninguna manera, se debe permitir la manipulación de la
clase política, ni la desviación de su función social, que debe ser en
beneficio de toda la comunidad, sin distingo de credos, religiones, razas, genero,
etc. Esto no impide el trabajo que debemos realizar los dirigentes sociales con
todos los actores sociales, pero desmarcados de cualquier relación y propuesta
oportunista, egoísta y chantajista. Sin olvidar que saldremos de la crisis política y
social, cuando los ciudadanos podamos erradicar o ejercer control real a la
principal pandemia que vive el país: La corrupción, el abuso del poder y la
codicia que están presentes, sin excepción, en todos los sectores de nuestra
sociedad.
Finalmente,
buscar alianzas, unir fuerzas y hacer tareas y actividades en común con otras Organizaciones
Sociales y Comunitarias que estén en la comuna. La crisis que estamos viviendo
debe ser una oportunidad para salir fortalecidos, tanto como personas, como familia
y como comunidad. Necesitamos de la ayuda, la creatividad, la solidaridad y la
cooperación de todos: las Organizaciones
Sociales y Comunitarias tienen una enorme responsabilidad. RDS
Rubén D Solano S
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