La situación en Venezuela nos obliga a reflexionar, ya que su crisis política, social y económica puede continuar extendiéndose a otros países de la región. Antes que el chavismo llegara al poder, muchos consideraban que sería un buen experimento al que había que darle una oportunidad. Sin embargo, el modelo de Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, como fue bautizado, ha demostrado ser un fracaso desde sus inicios en 1.999 sostenido, solo por aquellos que están usufructuando de la riqueza del país, que en un principio, fue repartida de manera irresponsable por Hugo Chávez y que posteriormente ha sido despilfarrada por Nicolás Maduro.
Aunque el experimento chavista fracasó y perdió el apoyo de la mayoría de los venezolanos, ha logrado perpetuarse, gracias a la temeridad de sus cabecillas que transformaron el modelo en un régimen dictatorial y criminal. Su objetivo de construir una mejor sociedad para todos se esfumó muy temprano, obligando al exilio a más de ocho millones de personas y "esclavizando", encarcelando o sepultando a los opositores y a quienes por necesidad o imposibilidad de salir, se han quedado dentro del país.
Adicionalmente, después de 25 años de régimen chavista, hay una generación de venezolanos que ha crecido en la pobreza y la miseria, dentro o fuera del país, y que al igual que los cubanos, que llevan más de 60 años de régimen dictatorial, con exilio, cárcel y muerte, tampoco conocieron la riqueza y el poder de su país, antes de ser secuestrados por el régimen chavista, que por lo demás, sigue la línea estratégica del castrismo cubano.
El punto sobre el cual quiero enfocarme, es que ningún país llega a la crisis que enfrenta Venezuela, Cuba y otros países, sin la "complicidad" de los gobernantes que los antecedieron y los ciudadanos que por ignorancia o indiferencia lo permitieron. En este sentido todos somos responsables, en mayor o menor grado, del éxito o del fracaso de los gobiernos y del quiebre social y económico de los países.
Ahora bien, la responsabilidad es diferente en los ciudadanos y en este sentido, es fácil identificar varios perfiles o tipos de ciudadanos por su comportamiento o actitud frente a la clase política y a quienes ejercen el poder o a las autoridades que están al frente de las Instituciones del Estado. Así, podemos observar que:
- Están los ciudadanos indiferentes, que no se preocupan por la política ni el funcionamiento del Estado y sus Instituciones, que votan por obligación o no votan en absoluto. Están convencidos que nada pasa en el mundo, mientras ellos no estén enterados o no los afecte.
- Están los ciudadanos ignorantes, que solo cumplen con ir a las votaciones y no ejercen ninguna fiscalización y seguimiento a la labor de quienes gobiernan, ni les exigen que cumplan con sus promesas de campaña, ni programas de gobierno. No creen en la importancia de la educación cívica o en la formación ciudadana en temas de Estado, política y sociedad.
- Están los cómplices pasivos, que son, en mi opinión, los más "peligrosos" porque son los que están directa o indirectamente beneficiándose del gobierno o régimen de turno. Son los funcionarios y trabajadores públicos, que callan o hacen la "vista gorda", frente a los abusos de poder y la corrupción, porque no denuncian las irregularidades que ocurren en sus Instituciones. Esta clase de ciudadanos son los incondicionales que utilizan los regímenes para promover las contra marchas o contra protestas ciudadanas.
- Están los políticos tradicionales, de izquierda y derecha, que se ubican en un nivel superior a los cómplices pasivos y por lo tanto los considero principales responsables del quiebre político, económico y social de un país o del fracaso de una sociedad. Ellos están en la cabeza de los poderes del Estado o en la oposición, con un poder muchas veces mayor al de quienes lo están ejerciendo. Su experiencia, seguridad y confianza los vuelve arrogantes y egoístas. Se consideran a sí mismos imprescindibles. Con tanto poder cuando son elegidos o con tanta influencia cuando están en la oposición, las demandas de los ciudadanos, son sólo una carta de negociación en un juego, que solo ellos juegan. Su falta de voluntad en la solución de los problemas sociales, es la razón por la cual los países caen en manos de regímenes criminales y dictatoriales. Sus peleas internas y con sus principales opositores, abren el espacio para que el país se hunda y la sociedad se quiebre.
- Y están los grupos de interés minoritarios, los oportunistas, que saben que no tienen los votos para llegar al poder, pero que son suficientes para venderlos al mejor postor a cambio que satisfagan sus ambiciones e intereses particulares. Estos grupos minoritarios se pueden unir para lograr una mayoría circunstancial, que llega al poder "en río revuelto", con el apoyo de los ignorantes y los cómplices pasivos, que saben moverse en cualquier tipo de gobierno o régimen. Y es aquí en donde lamentablemente surge el dilema, porque nacen las dictaduras, los regímenes autoritarios y totalitarios que matan las democracias...
Por todo lo anterior, debemos asumir nuestra responsabilidad y forjar una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada, que contribuya al mejoramiento de la gestión y la fiscalización pública a nivel nacional, regional y local. Esto es posible hacerlo, sí las organizaciones de la sociedad civil y los centros de formación superior lideran un cambio de actitud de la ciudadanía frente a un mayor compromiso con la comunidad, la sociedad, el país, el Estado y sus Institiciones.
Debemos trabajar juntos para construir un futuro mejor. Todos los modelos de sociedad son legítimos, pero exigiendo mayor transparencia y responsabilidad a quienes los proponen y velando porque trabajen para el bienestar de todos los ciudadanos, no solo para beneficio de unos pocos. De todas maneras, debe ser la ciudadanía la que a través de la democracia decida en cuál modelo quiere vivir, pero con respeto de la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Finalmente, debemos reflexionar sobre nuestro propio papel en la crisis que enfrentamos: ¿Somos ciudadanos indiferentes o ignorantes? ¿Somos cómplices pasivos de la corrupción y el abuso de poder? ¿Estamos dispuestos a trabajar juntos para defender los derechos humanos, la libertad y la democracia? Porque estos son los únicos garantes para vivir en un país con mayor igualdad y justicia social.
La lucha política es un debate legítimo entre ideologías de derecha, centro o izquierda, donde cada una defiende su visión para el país. Sin embargo, la guerra es por algo más fundamental: la defensa de la Democracia como sistema que nos permite elegir libremente entre esas ideologías.
En otras palabras, la Democracia es el campo de juego donde se disputan las ideologías, pero no es una ideología en sí misma. Es el sistema que garantiza nuestra libertad para elegir, para disentir y para cambiar de opinión.
Por lo tanto, la lucha por la Democracia es una lucha por la esencia misma de nuestra libertad y nuestra capacidad para autodeterminarnos. Es una lucha que trasciende las ideologías y nos une como ciudadanos que valoramos la libertad, la justicia y la igualdad. - Rubén Solano
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