Es impactante la magnitud de la riqueza que acumulan las organizaciones criminales a través del narcotráfico, una industria que mueve millones de dólares anualmente. Sin embargo, lo que me resulta aún más alarmante es el número astronómico de personas que consumen drogas, generando una demanda constante que alimenta esta lucrativa industria ilícita.
La cantidad de consumidores debe ser tan grande, que tienen que ser millones de personas las que están atrapadas en el ciclo del consumo de drogas, las que a su vez perpetúan el poder y la influencia de las organizaciones criminales.
Dicho lo anterior, se debería replantear la estrategia en la lucha contra la drogadicción. En lugar de enfocarse únicamente en combatir a las organizaciones criminales, se debe priorizar la salud y el bienestar de las personas que consumen drogas. La legalización y regulación de la droga puede ser una herramienta efectiva para controlar la calidad y variedad del producto, y para canalizar los impuestos de la industria hacia programas que promuevan la salud mental y la recuperación de la población drogadicta.
Al regular el mercado, se puede reducir la influencia de las organizaciones criminales y minimizar los riesgos asociados con el consumo de drogas. Al mismo tiempo, se puede invertir en programas de prevención, tratamiento y recuperación que ayuden a las personas a superar la adicción y a reconstruir sus vidas.
Aunque no es una tarea fácil, es hora de adoptar un enfoque más humano y más efectivo en la lucha contra la drogadicción. Ponerle freno a una industria ilícita y criminal, que con su poderío ha llegado a controlar todas las esferas del Estado y corrompe autoridades e Instituciones. -Rubén Solano
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