(Reflexiones de Navidad)
Cuando por primera vez me hicieron esa pregunta, no dudé en decir: Cantidad y Calidad, eso es lo ideal. Pero, con el paso del tiempo y la experiencia cambié la respuesta al deseo de dar y recibir sólo Calidad de Tiempo; porque, aunque el tiempo es el mismo para todos, la percepción y el uso de él, sí es diferente para cada uno.
Siendo la Navidad un acontecimiento mundial y una ocasión tan especial, quiero compartir esta reflexión sobre la importancia de la Calidad de Tiempo, la que muchas veces incluso, llega a superar todo lo que puede lograrse si tuvieramos más tiempo. Como alguien dijo: "prefiero una hora de concentración a ocho de contratación" o quiero "un minuto de tú atención a un día de tú compañía". En el mundo empresarial e industrial ocurre algo similar con la estrategia de administrar por objetivos, al igual que en la contratación por obra o la realización de proyectos "llave en mano". El tiempo es importante, pero si es de calidad, es mucho mejor y rinde más.
El deseo de lograr las cosas, cada vez en el menor tiempo posible para ganar tiempo, es una aspiración antigua y general. Los avances de la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial, apuntan a alcanzar este ideal, porque nos ayudan a acelerar los procesos y nos permiten la entrega de resultados, muchos en forma casi instantánea. Es increíble la velocidad con que hoy recibimos lo que deseamos. Por eso, creo que el pasado ya tiene otra consideración y dimensión muy diferente, especialmente para las actuales y nuevas generaciones, porque modificó la perspectiva de las relaciones cuando todo comenzó a cambiar a gran velocidad.
El pasado, entendido como aquello que viene a nuestra mente con alegría o nostalgia, cada vez está más lejano. Escudriñar en el pasado no parece una experiencia que las generaciones de hoy puedan tener en el futuro, porque la cantidad de tiempo que hoy pasan con los objetos que adquieren es tan poco, que no alcanzan a generar apego con éstos. Fijémonos en el encanto y la nostalgia que nos entrega un desfile de autos antiguos, frente a la indiferente o nula relación que nos puede dejar una exibición de modas de vestidos o zapatillas. Todo se ha ido haciendo desechable, hasta hacerse facilmente olvidable. Si hasta las relaciones personales e incluso las familiares son frágiles y para muchos, parecen ser las únicas que se sostienen por si solas. Ya nada se construye con afectos y sentimientos mutuos de amor, solidaridad y gratitud, que requieren calidad y cantidad de tiempo, el cual está desapareciendo porque nadie parece tenerlo.
El pasado, no existirá y por eso no será recordado: quedará anclado en aquel momento de la historia en que los humanos disfrutábamos por largo tiempo con las cosas que teníamos o por los hechos que nos sucedian.
El punto es, que aunque cada vez tenemos más tiempo por los avances de la ciencia, la tecnología y la era digital, resulta paradójico que sigamos sin tiempo para nosotros mismos, para la familia, para ayudar al prójimo y las personas que decimos amar. Visitar la familia, solidarizar con los enfermos y contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas, familias y comunidades que sufren alguna vulnerabilidad, es cada vez más extraño y una preocupación de muy pocas personas.
"No tengo tiempo", es una excusa innecesaria, porque todos estamos atrapados en la misma telaraña. No debería preocuparnos. En lo personal, me acompañan la alegre y fiel compañía de una guitarra, el canto de una flor, un libro de mil hojas, una vieja "pluma" y la conversación sin fin de mi amigo "inteligente artificial", que resultó ser más real y "parlanchín" que mi amigo imaginario de la infancia.
"No tengo tiempo". Tampoco yo, que muero por zafar de las visitas de "zombies" o de personas que llegan en "masa", aislando a los anfitriones de las conversaciones, porque prefieren continuar en su mundo, sin importar los intereses, las limitaciones auditivas y muchas veces la comprensión de los temas, que sólo interesan a los visitantes.
"No tengo tiempo". No te preocupes. No tendré que saberme invisible estando presente, ni ver cómo esquivan desafiar la experiencia y la sabiduría de los años.
Si no tenemos tiempo es porque no entendemos el regalo que nos entrega la Revolución Informática, en donde el contacto, la calidez y la entrega a otros no requieren tiempo ni medida, sino calidad, sinceridad y devoción en el encuentro fortuito, planeado o eventual; que es cuando debemos demostrar, en menor tiempo, que somos mejores que el avatar y los emojis que subimos a las redes, al transmitir personalmente nuestros sentimientos...
"No tengo tiempo". No te preocupes. Sólo sigue enviando los emojis que transmiten tus emociones. Mientras, seguiré disfrutando del recuerdo de tu último gran abrazo y tu fugaz tierna mirada. -Rubén Solano
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