"Tal vez los avances de la ciencia algún día desechen la mujer como hacedora de vida y se ponga fin a la violación de la libertad que tiene el que está por nacer. Algo que no creo que una verdadera mujer esté dispuesta a aceptar y menos a renunciar y que yo, hombre, no quisiera vivir para ser testigo."
El filósofo de la Ilustración Jacques Rousseau (1712 -1778), uno de los creadores de las ideas políticas de la Revolución Francesa, dijo que “la libertad de uno termina cuando comienza la libertad del otro”. Una frase que dejó claro la importancia de la responsabilidad individual, porque libertad y responsabilidad individual son inseparables: ¿Quién más, sino el propio individuo debe ser consciente de poner límite a sus decisiones o de impedir el avance descontrolado de las decisiones de los demás?
La evolución de la sociedad ha llevado a la ciencia, la investigación y la tecnología a extender los límites de la frontera individual y de la humanidad, a espacios que parece no tener límites para nadie. Es en este momento cuando surge de nuevo la importancia de recordar a Rousseau y a otros filósofos predecesores y contemporáneos, para recordar a los individuos la importancia de respetar los límites de la libertad y asumir las consecuencias de no hacerse responsable de ellos. Veamos tres ejemplos:
1.- La historia de la humanidad nos ha conducido desde la confrontación de los seres humanos con piedras y garrotes, hasta la amenaza de una guerra nuclear, biológica y con drones.
2.- El derecho a la libertad de procreación nos ha conducido desde la abstinencia en tiempos de fertilidad, hasta la posibilidad de provocar un aborto a quien está por nacer.
3.- El combate a la delincuencia y al crimen organizado, nos ha conducido a tomar medidas que van desde la privación de la libertad de los condenados hasta la pena de muerte.
En los tres ejemplos que he puesto, hay un común denominador: La capacidad que tiene el ser humano de cruzar las fronteras de la libertad de los demás y la responsabilidad que han demostrado muchas víctimas y la sociedad misma, para controlar una respuesta que cruce la frontera del victimario o del agresor y que escale a una confrontación de impredecible final.
La guerra en Gaza, por ejemplo, corresponde a una seguidilla de mutuas violaciones de libertades, con respuestas igualmente mutuas, que no apuntan a la búsqueda de la paz, sino que por el contrario, siguen violando las libertades, escalando a niveles cada vez de mayor irresponsabilidad de los protagonistas, que profundizan el odio y la venganza, incorporando cada vez más actores externos que se suman para poner fin al conflicto o que van en defensa de la parte que consideran más débil o vulnerable.
La pena de muerte como respuesta a quienes cometen determinados delitos, ha ido en retirada en la mayoría de países del mundo, por ser irreversible cuando la justicia se equivoca en el juicio. No se trata de perdonar a los criminales, sino de proteger la vida humana como sociedad.
El aborto libre, es otra de las violaciones a la libertad, en donde una de las partes es más inocente e indefensa que la otra. Sólo por ese hecho merece la protección y defensa de toda la sociedad la vida del que está por nacer. Una parte, que es mucho más inocente e indefensa, que las víctimas inocentes que se sacrifican en las guerras y las que terminan muertas por un mal dictamen de la justicia.
La ciencia, la investigación y la tecnología ha entregado a la mujer muchas alternativas para prevenir o evitar un embarazo, incluso después de consumada una relación sexual. La protección de la madre, tampoco se cuestiona cuando el embarazo pone en riesgo su vida. Ir más allá, es cruzar la frontera de la libertad del que está por nacer y es en ese momento que la sociedad debe pronunciarse en su defensa, al igual que en una guerra o en la aplicación de la pena de muerte a un potencial criminal. La vida del que está por nacer deja de ser una decisión de la mujer y pasa a ser una responsabilidad ineludible de la sociedad.
Tal vez los avances de la ciencia algún día desechen la mujer como hacedora de vida y se ponga fin a la violación de la libertad que tiene el que está por nacer. Algo que no creo que una verdadera mujer esté dispuesta a aceptar y menos a renunciar y que yo, hombre, no quisiera vivir para ser testigo. -Rubén Solano
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