jueves, 24 de junio de 2021

Hacia una Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública. Primera Parte. Los Síntomas que Nadie Menciona

 

“La ineficiencia e incompetencia de las autoridades, sumado al abuso del poder y la corrupción han sido los “puncetazos en la güata” que hemos soportado por años en Chile, convencidos que son el mal del mundo al cual ningún país escapa y que siempre consideramos no es tan grave, como el que observamos que padecen nuestros países vecinos…” 


Me han pedido que participe en un ciclo de conversaciones que nos permita reflexionar sobre la crisis que padece nuestro país, analizando por etapas, desde los síntomas que nos aquejan, hasta llegar a una propuesta que dé luces para la superación de nuestras diferencias y problemas, nos devuelva la paz y nos encamine hacia un crecimiento sostenido y sostenible.

Como se trata de juntar la visión de varias personas, haré lo posible por distanciarme de las apreciaciones sobre los síntomas de las crisis que vivimos, que considero más visibles y comunes, para intentar llamar la atención de los que considero son menos mencionados, pero no por ello, menos importantes.

El punto de partida de este desafío para dar una opinión será el denominado "estallido social" ocurrido el 18 de octubre de 2019. Es decir, que partiremos por reconocer la debacle en Chile y por ello, es necesario ponernos de acuerdo sobre las razones que provocaron tal estallido, para avanzar hacia un diagnóstico y propuesta de solución compartida. Creo que coincidimos cuando digo que los síntomas cuando son visibles nos facilitan llegar a un acuerdo sobre el diagnóstico sin mayor discusión, como son las bajas pensiones, los salarios precarios, la atención deficitaria de la salud, la carestía de los servicios públicos, los medicamentos y tratamientos, el difícil acceso a las ayudas del Estado en materia de vivienda, educación y emprendimiento, y un largo etcétera de demandas y promesas incumplidas, que por lo demás, se han denunciado a través de pancartas y consignas a lo largo y ancho del país durante la crisis social.

Treinta pesos de aumento en la tarifa del transporte público fueron la “guinda de la torta”, que resume para muchos, décadas de años de injusticia social y la inspiración para un slogan que pasará a la historia: "¡No son treinta pesos son treinta años!" ... Pero, es aquí en donde nos separamos, porque todos esos síntomas, que son reales, sólo son vistos desde la desigualdad material de los chilenos, los cuales, además, son maximizados por los candidatos en sus discursos para ganar simpatizantes, demostrar su conexión con la gente y con sus demandas sociales. Sin embargo, mi teoría es que hay síntomas de los que muy poco se habla y que son los que realmente han provocado la rabia de los chilenos, la cual ha venido en aumento sin que nadie haga nada por evitarla, porque se trata de la constante ineficiencia e incompetencia en la gestión pública por parte de las autoridades, el incumplimiento de las promesas de campaña, el abuso del poder y los constantes actos de corrupción... Hacer una larga fila, por ejemplo, para acceder a un servicio ya es molesto por sí mismo para todos, pero lo que causa rabia y puede ser intolerable, es que algunos se crean con privilegios y se salten la fila constantemente.

Uno de los ejemplos más evidente y reciente de la ineficiencia e incompetencia en la gestión del Estado y que ha provocado rabia ciudadana, se encuentra retratado en la destrucción del sistema de pensiones por parte de una ciudadanía apoyada por una oposición dura, ante la constante demora del gobierno para hacer llegar las ayudas económicas a los cientos de familias chilenas afectadas por la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19. Estamos frente a un Estado que ha hecho costumbre reaccionar a las demandas ciudadanas, únicamente ante la fuerza de las marchas y protestas, con el silencio cómplice a la violencia y destrucción de los espacios y servicios públicos por parte de algunos desorientados. La imposibilidad de focalizar las ayudas demostró que el Estado no tiene información que permita conocer la realidad de vida de los chilenos y sus familias, ni tiene autoridad para exigirla, ni es confiable como depositario de ella.

Y así como la ineficiencia de las autoridades de gobierno provoca rabia en la ciudadanía, también la provoca el constante abuso del poder y los crecientes actos de corrupción que cada vez están más presentes en prácticamente todas las instituciones del sector público y privado de nuestro país. No creo que valga la pena extenderme en la realidad del abuso del poder que vivimos a diario cuando, por ejemplo, tenemos que pararnos frente a una ventanilla o llamar a un call center para hacer una petición o una simple solicitud.

Y sobre la corrupción, no para de asombrarnos los cientos de millones de pesos que se escapan de las arcas del erario, sin que haya posibilidad de recuperar un solo peso, ni de ver a sus autores tras las rejas, mientras las cárceles se llenan de personas con delitos que pueden ser graves, pero que son mucho menores a los cometidos por una elite (política, empresarial y social), llena de privilegios, que parece estar por encima de todo escrutinio y escarmiento.

En resumen, si bien es cierto que la desigualdad material es potencial detonante de cualquier estallido social, debemos poner mayor atención a la injusticia social provocada por la ineficiencia e incompetencia de las autoridades de gobierno, el abuso del poder y la corrupción, porque atacan la dignidad de la inmensa mayoría de las personas y debilitan los valores que se promueven a nivel social y al interior de la familia. Cualquier persona formada en valores entiende, por ejemplo, que debe tener paciencia y esperar su turno para recibir el apoyo que necesita para solucionar sus problemas de salud, vivienda, educación, transporte, justicia, suministro de servicios básicos, etc. Pero, es difícil esperar un comportamiento paciente, moderado o racional de alguien, cuando el apoyo que espera se desvía para favorecer a quienes no están en el turno, no lo necesitan o se queda en el bolsillo de personas deshonestas, egoístas e insolidarias.

La ineficiencia e incompetencia de las autoridades, sumado al abuso del poder y la corrupción han sido los “puncetazos en la güata” que hemos soportado por años en Chile, convencidos que son el mal del mundo al cual ningún país escapa y que siempre consideramos no es tan grave, como el que observamos que padecen nuestros países vecinos… Tal vez debemos reflexionar nuevamente el poema atribuido a Bertolt Brecht antes que nos sorprenda una nueva debacle: “Ellos vinieron por mí, pero ya era muy tarde.” RDS

Hacia una Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización PúblicaEl título puede ser un mensaje subliminal de lo que considero debe ser el camino estratégico para construir de manera diferente la relación Sociedad-Estado-Individuo, porque creo que el problema de fondo es la ausencia e indiferencia de la ciudadanía en la gestión y la fiscalización pública, sumado a la pérdida de credibilidad en la clase política. La participación ciudadana ha estado reducida al voto en las urnas y son los representantes, quienes asumen la responsabilidad de conducir los destinos del Estado y atender las demandas sociales, con un balance cada vez más decepcionante.


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