lunes, 7 de junio de 2021

Participación Ciudadana en la Gestión Pública. El Desafío de Combatir el Abuso del Poder y la Corrupción

(Conferencia a los estudiantes de Administración Pública de la Escuela de Administración Pública de Colombia -ESAP. 5 de junio de 2021. Agradezco la invitación del profesor y amigo Julián Felipe Bello López.) 

Rubén D Solano S Presidente Fundescochile
 El propósito de esta charla es sensibilizar a quienes me   escuchan sobre la importancia de participar activamente   en la vida de la nación, de la región y de la localidad en   donde residimos. Nunca antes como hoy tiene tanta   validez el clamor que hizo Martin Luther King cuando   dijo: “No me duelen los actos de la gente mala. Me   duele  la indiferencia de la gente buena”. Hoy también   debemos   recordar el poema de Bertolt Bretch “Ahora   vienen por mí, pero es demasiado tarde”.[1]

 Sin lugar a dudas el título de esta charla es en sí mismo un desafío, porque encierra diferentes temas que pueden ser tratados de manera independiente y porque, además, cada uno de ellos da para una larga conversación. De partida, les invito a consultar en Internet estos temas utilizando sus etiquetas de manera independiente para su búsqueda. Se sorprenderán de lo abundante de la bibliografía. De todas maneras, al final les dejaré algunas referencias para quienes se interesen en conocer un poco más o profundizar en estos temas, que considero deben estar en el centro de atención de las actuales y futuras generaciones, especialmente de nuestra América Latina.

Comenzaré por reconocer el complejo mundo en el que estamos viviendo el día de hoy, en donde según datos de la Agencia de las Naciones Unidas para la Migración -ACNUR[2]: aproximadamente 80 millones de personas en el mundo han sido forzadas a desplazarse y en donde un país Latinoamericano -Venezuela- ocupa el segundo lugar de países con mayor número de desplazados. Hay más de 10 guerras activas y más de 50 conflictos que siguen causando muertes violentas y desplazamientos de la población. El problema adicional son, las consecuencias de los conflictos internos de cada país, que también las padecen los demás países del mundo, especialmente los países vecinos. Así, por ejemplo, Turquía es el país que más sufre con los desplazados por la guerra de Siria y Colombia es quien más padece con los desplazados por el conflicto venezolano. Sin contar que Colombia ha sido una fuente permanente e histórica de desplazamiento y migración de sus habitantes de manera interna y por el mundo, en donde en el último decenio el 8.36% de la población se ha visto involucrada, según una publicación del Centro de Estudios Demográficos y Urbanos de México escrita por Nubia Ruiz: 2011,[3] y titulada el Desplazamiento Forzado en Colombia.

Personalmente, soy una de esas víctimas que hace 25 años fue desarraigada y obligada a una emigración forzada de Colombia hacia Chile y aunque mi experiencia como migrante ha sido positiva, quizás por mi formación en el exterior o por la experiencia de mis padres, que 20 años atrás ya habían sido obligados a desplazarse al Ecuador, la verdad, es que es una experiencia que no se la deseo a nadie, porque ser extranjero sólo es grato cuando se está de paso, cuando somos turistas. No conozco ningún país que, en la práctica, acoja a los inmigrantes como a sus ciudadanos o como uno de los suyos. Esto sólo ocurre en las novelas y películas como Shogun o Lawrence de Arabia y eso después de muchos sacrificios y humillaciones. Esto no es una queja, es una realidad que quiero destacar para abordar la importancia del tema de esta charla y llamar la atención de quienes me escuchan de no ser indiferentes a los acontecimientos que ocurren en nuestro país, en la región y en el mundo. Las declaraciones oficiales de acogida y mano amiga a los extranjeros y migrantes por parte de regímenes y gobiernos del mundo, sólo son eso, discursos políticamente correctos, que distan mucho de la dolorosa experiencia que viven los cientos de millones de personas desplazadas por el mundo. Pensemos que, la mayoría de los conflictos que hay en el mundo, son por acusaciones de los nativos a las invasiones de sus territorios y espacios culturales y religiosos. En este sentido, es fácil reconocer lo poco que hemos avanzado, en la práctica, en la campaña por vivir en un “mundo sin fronteras”, no obstante vivir en un planeta cada vez más globalizado.

La lucha por la identidad y la defensa del origen, sigue siendo más fuerte que la voluntad por la integración, la inclusión y la igualdad. Los pueblos originarios, por ejemplo, se resisten a integrarse al nuevo mundo y luchan por la recuperación de sus tierras y tradiciones. Los estadounidenses se resisten a la convivencia armónica con los afrodescendientes, no obstante haber estado juntos en varias guerras. Palestinos e israelíes se niegan a reconocerse mutuamente y compartir un mismo territorio a pesar de tener un mismo y milenario origen en ese espacio.

Vivimos en un extraño mundo multi-polarizado, en donde el que alcanza un poco de poder lo aprovecha para excluir a todos los que le resultan contrarios o diferentes.

Vivimos en sociedades que lo único que tienen de común es que son gobernadas por una clase política, que con contadas excepciones gobierna de espaldas a la ciudadanía y a sus necesidades. Poco idónea, corrupta, codiciosa, abusadora del poder, mientras los habitantes ven con angustia como la pobreza, el desempleo, la desigualdad y la injusticia social sólo son banderas, utilizadas para llegar a los centros de decisión. No son desafíos que los líderes acepten para erradicarlos, sino elementos para armar discursos “sensibleros” o “cebolleros” y ganar el poder. 

Por otra parte, los países sufren las consecuencias de las migraciones, porque no están preparados para brindarles la atención sanitaria y de servicios básicos que demandan las oleadas de gente desplazada; asumen en silencio la injusticia que padecen estos millones de personas, al no exigir una solución al país de origen, transformándose en países cómplices de regímenes autoritarios y criminales. La condición de los migrantes y refugiados, generalmente se agrava en los países anfitriones. Por ello, me resulta increíble ver que en el mundo son débiles o inexistentes las marchas y protestas contra los regímenes y gobiernos de países en conflicto, que provocan el desplazamiento forzado de sus habitantes y que también agravan y precarizan, las condiciones de vida de los habitantes de los países anfitriones.

Y es aquí donde debemos reflexionar. Haciendo un llamado al pueblo, al soberano, de manera particular a las jóvenes y a las futuras generaciones, para que ejerzan y promuevan una Participación Ciudadana cada vez más Inteligente, más Inclusiva y más mejor Informada, de todas las personas desde el momento que alcanzan el uso de razón, para no dejarse desplazar ni manipular por líderes inescrupulosos y perseverar en una Formación Ciudadana que amplíe el conocimiento y manejo adecuado y oportuno de los Instrumentos Pacíficos y Democráticos de Participación, que la humanidad ha ganado a sangre y fuego en cientos de luchas callejeras, porque no debemos olvidar que el paso del absolutismo a la democracia no fue por la generosidad de ninguna monarquía, como tampoco lo han sido los avances por tener una mayor y mejor democracia en donde, por ejemplo, la mujer ganó el derecho al voto, al igual que los trabajadores, los pueblos indígenas y los afrodescendientes, no obstante que la democracia ha reconocido desde sus orígenes la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes como lo han expresado filósofos y politólogos como Norberto Bobio:2008, Robert Dahl:1989, Giovani Sartori: 2005[4]

En este largo proceso de transformación social por un mayor y mejor sistema democrático, en los países latinoamericanos debemos avanzar hacia una Participación Ciudadana en la Gestión y la Fiscalización Pública, apoyados en las conquistas de quienes nos han antecedido. Así, como en el reconocimiento de los países que firmaron en Lisboa-Portugal en junio de 2009,[5] la Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión Pública y que se suma a los cambios introducidos en las reformas constitucionales y en los procesos constituyentes que, además, han reconocido la Democracia Participativa y han incluido más y mejores Mecanismos de Democracia Directa.

En resumen, debemos avanzar y pasar de una lucha fratricida por la recuperación y defensa de los derechos básicos, a una relación civilizada, de armonía y empatía con las demandas de las minorías y de respeto por la voluntad de las mayorías. En donde la protección de los derechos humanos y una mayor calidad de vida para todos los seres vivos que habitan el planeta, estén en el centro de las políticas públicas de cualquier tipo de gobierno y en todos los países del mundo.

En un futuro y sociedad ideal, con una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, ninguna demanda social por legítima que sea, será necesario exigirse por la vía de la violencia y menos vulnerando los derechos de los demás. Ya no está bien aceptar la destrucción de nuestras ciudades, espacios y servicios públicos, porque es autodestrucción. Tampoco debemos aceptar el enfrentamiento de la ciudadanía con las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, porque es enfrentamiento entre hermanos, que aumenta la polarización y el resentimiento. Menos debemos aceptar que haya personas que se inmolen en las plazas públicas acosadas por la desesperación de no sentirse escuchadas ni ser parte de la sociedad.   

La tesis que postulo o mejor, la utopía que invito a seguir,  es que las crisis sociales que vivimos, que han llevado a la gente a la protesta, la marcha, las movilizaciones sociales, la autodestrucción, el sacrificio y la pérdida de vidas inocentes, debe tender a la disminución y desaparición y evolucionar a una estrategia en donde prime las acciones de las instituciones de un Estado Justo que además, tiene el respaldo ciudadano, que se puede materializar con el uso de los Mecanismos de Democracia Directa, que han sido incorporados en las constituciones políticas de América Latina y que no tengo duda, son mucho más efectivos para lograr los cambios o transformaciones sociales que todos deseamos.

Finalmente, y esto es muy importante, no puedo dejar de reconocer lo complejo y difícil que resulta este nuevo escenario de aspirar a la generación de una nueva cultura ciudadana, porque el problema que tenemos es que, en medio de tanto crecimiento económico, logros y avances científicos, en donde los beneficios no llegan a todos los habitantes, sino que por el contrario, las brechas entre unos y otros son cada vez más grandes. A pesar, que con cada política pública que se anuncia, nos sentimos como ganadores del boleto con derecho a vivir en un paraíso; pero pronto nos damos cuenta que es una ilusión y que sólo unos pocos privilegiados están incluidos para vivir en él.

Por todo lo anterior, la conclusión es que el camino que debemos seguir o el desafío que debemos aceptar es que nos involucremos en la formulación, la gestión, la fiscalización y la evaluación de las políticas públicas y no solamente estemos disponibles para la crítica, la marcha y la protesta cuando ya no hay nada por hacer. Esta estrategia de la Participación Ciudadana para la Gestión Pública, que no sólo es posible, sino que además forma parte del deber ser de la Democracia Participativa, requiere de un proceso de Formación Ciudadana permanente, que no creemos que vaya a ser asumida por la clase política tradicional que ha encontrado en la ignorancia y la indiferencia ciudadana el mejor aliado para perpetuarse en el poder, no obstante ser de manera general, con contadas y honrosas excepciones, una clase política desprestigiada y despreciada por sus constante actos de corrupción y abusos del poder que con sus actos, sólo han agravado la condición de injusticia social y desigualdad que padecen la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta. La Formación Ciudadana debe ser al mismo tiempo un derecho ciudadano y una obligación del Estado y deben ser las Organizaciones Sociales y Comunitarias las llamadas a asumir esta tarea, llevando incluso, un control del comportamiento y la tendencia de los indicadores de corrupción. Sobre este último punto les recomiendo un estudio de la CEPAL, sobre la Corrupción y la Impunidad en América Latina. [6] que expone las relaciones entre crimen organizado, exclusión social e ingobernabilidad; por otra parte, analiza la desconfianza social con motivo de la crisis de legitimidad que sufren las democracias en la región, debido a la falta de transparencia pública y a la corrupción. También se analiza el índice de corrupción de Transparencia Internacional, frente al cual urgen políticas de buena gobernabilidad y anticorrupción. RDS

Bibliografía

·         Bobbio, N. (2008). Democracia. En Bobbio, Norberto, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino. Diccionario de Política. Tomo 1. México: Siglo veintiuno editores.

·         Dahl, R. (1989). La poliarquía: participación y oposición. Madrid: Tecnos

·         Lissidini, A. (2008). Democracia directa latinoamericana: riesgos y oportunidades. En Y. W. Alicia Lissidini, Democracia directa en Latinoamérica (págs. 13-62). Buenos Aires : Prometo Libros.

·         Londoño O. Juan F. (2015). Democracia participativa en Colombia: Entre la promesa incumplida y el propósito colectivo. CEDAE y Registraduría Nacional del Estado Civil. Colombia

·         Sartori, G. (1987). The Theory of Democracy Revisited. Catham, NJ: Catham Publishers.



[1] Texto del Poema de Bertol Bretch: Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. - Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. - Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó. - Mas tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. - Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. - Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde.

[2] ACNUR. Tendencias Globales. Desplazamiento Forzado en 2019. “El 1% de la humanidad se encuentra desplazado” Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados

[3] Ruiz R, Nubia Yaneth. 2011. El Desplazamiento Forzado en Colombia: Una revisión histórica y demográfica. Estudios Demográficos y Urbanos. Vol. 26. N°1 México.

[4] Sartori, Giovanni. 2005. Teoría de la Democracia

[5] Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión Pública. 2009. Carta firma por 16 países en Lisboa-Portugal.

[6] Wiledant, Gonzalo y Otra. 2007. La Corrupción y la Impunidad en el marco del desarrollo en América Latina y el Caribe: Un enfoque centrado en derechos desde la perspectiva de las Naciones Unidas. Serie Políticas. Públicas. División de Desarrollo Social. Chile

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