El tema sobre el cual les propongo reflexionar tiene que ver con el presente y el futuro de las empresas en Latinoamérica y sus repercusiones en la solución de los problemas sociales. Esto, debido a los cambios radicales que están ocurriendo en la conducción política de los países, que se mueven de un extremo a otro en poco tiempo, generando incertidumbre, tanto para inversionistas como para trabajadores, clientes y usuarios. Chile, país donde resido hace casi 30 años y Colombia, mi país natal, son el punto de preocupación de esta conversación, porque casualmente, comparten algunas cosas de manera similar. Por ejemplo, ambos países están siendo gobernados hoy por tendencias políticas muy contrarias a las que históricamente lo han hecho, teniendo, además, una visión muy diferente sobre el papel del Estado en la sociedad y la participación de los privados en la prestación de servicios como la salud, la educación, el transporte, las pensiones, etc.
Mi preocupación radica en el hecho, que en ambos países, existen empresas privadas, que bien o mal, ya están atendiendo estas demandas y creo, que provocar cambios radicales sin atender a la naturaleza jurídica de las empresas, a las necesidades y expectativas de los clientes o beneficiarios y a las reales posibilidades y capacidades de quienes asumirán el reemplazo, puede ser contraproducente y ocasionar problemas mayores a los que se quiere solucionar, toda vez, que las empresas están cada vez más inmersas en la sociedad, participando de muchas formas en los compromisos globales de protección del medio ambiente, el crecimiento y desarrollo de los países y de todos sus stakeholders, porque la responsabilidad social empresarial ya no es un mito. Por eso, el cierre de empresas no debe ser algo político, ideológico, caprichoso, ni tomado a la ligera. Debe tener una alta dosis de tecnicismo y pragmatismo. No se trata pues, de hacer una defensa del modelo de empresa privada frente al modelo de empresa pública, sino de proteger lo existente, mejorándolo si es necesario, para evitar el cierre, lo incierto y lo inexistente, porque para nadie es un secreto la dificultad de crear, sacar adelante y consolidar un emprendimiento o un proyecto empresarial.
Para entender un poco más el punto a donde quiero llegar, les invito a repasar una experiencia reciente: la de Venezuela, que en su interés de instalar un modelo socio económico radicalmente diferente al existente, expropió y precipitó el cierre de muchas empresas con sus nuevas medidas y políticas económicas y fiscales, ocasionando graves consecuencias, que padecen hasta el día de hoy, el país, los venezolanos y el continente.
Cierre y Expropiación de Empresas en Venezuela
El número de empresas que se han expropiado en Venezuela varía según la fuente y el período considerado. Sin embargo, les comparto algunas de las siguientes estimaciones que entregan diferentes fuentes y estudios:
- Según el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad. Entre los años 1999 y 2009 se expropiaron aproximadamente 1,200 empresas. El Observatorio del Gasto Público de este mismo Centro de Estudios dice que desde el año 2000, el número de empresas expropiadas en los últimos 20 años se aproxima a las 5,500, de las cuales 3,000 quedan activas.
- La Confederación Venezolana de Industriales, dice que entre el 2002 y 2016, el gobierno expropió o intervino de forma forzosa 692 empresas de capitales privados.
Los cinco sectores económicos donde hubo un mayor número de expropiaciones de empresas fueron: la construcción, la agroindustria, el petrolero, el comercial y los alimentos.
Algunas de las empresas más emblemáticas que fueron expropiadas son: Electricidad de Caracas, Agroisleña, Sidor, Cemex, Banco de Venezuela, entre otras. Esta misma Confederación, reveló que entre 2002 y 2012 se confiscaron 1.168 empresas, de las cuales el 60% eran de gran tamaño y un sondeo más actualizado de Conindustria, que incluye los 13 años que Chávez permaneció en el poder, dice que la cifra de compañías, galpones y terrenos expropiados subió a 1.440.
- Finalmente, el Portal Financiero Bloomberg, reportó que en las últimas dos décadas se expropiaron más de 1.000 empresas, numerosas fincas y propiedades, incluidos activos de multinacionales como Kimberly-Clark, Cemex y Kellogg’s.
Efectos del Cierre y Expropiación de Empresas
Pero, la pregunta que se deben estar haciendo es: ¿Qué tiene que ver este relato con el tema de la conferencia? Pues, mucho porque, si bien es cierto las Empresas No Tienen Vida Propia, su existencia es generadora de bienestar e incluso de vida en el caso de las dedicadas a los temas de salud y de sobrevivencia, para quienes un empleo o trabajo lícito, es su única opción de generar ingresos económicos. Por eso, el cierre indiscriminado y no planificado de empresas genera graves consecuencias que afectan directamente a las personas y sus familias, aunque los medios de comunicación sólo se ocupen del descalabro, la crisis económica y el decrecimiento de Venezuela, después de haber sido una potencia en América. Ahora, recordemos algunas consecuencias de esta tragedia:
- Recesión: La política de expropiación ha afectado negativamente la producción nacional, la inversión privada, la diversificación económica y la generación de empleo. Según el Fondo Monetario Internacional, Venezuela ha sufrido una contracción del PIB de más del 70% desde 2013. Es la mayor caída de la historia moderna.
- Deudas: El gobierno ha tenido que enfrentar demandas y arbitrajes internacionales por las expropiaciones, que le han supuesto el pago de millonarias indemnizaciones a las empresas afectadas. Por ejemplo, el gobierno tuvo que pagar US$908 millones a la petrolera Exxon Mobile por la nacionalización de algunos de sus proyectos en 2007.
- Éxodo laboral: La política de expropiación ha provocado la pérdida de talento humano, la fuga de cerebros y la emigración masiva de trabajadores calificados. Según la Organización Internacional para las Migraciones, más de 5,6 millones de venezolanos han abandonado el país desde 2015, buscando mejores oportunidades en otros países.
- Miseria: La política de expropiación ha contribuido al desabastecimiento, la inflación, la pobreza y el hambre en Venezuela. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, el 96% de la población vive en situación de pobreza y el 79% en pobreza extrema. Además, el 30% de la población sufre de inseguridad alimentaria severa.
Estas son algunas de las consecuencias de las expropiaciones realizadas, que han deteriorado la calidad de vida de los venezolanos y han generado una profunda crisis humanitaria y social que se extendido por todo el continente, agravando la situación interna de países hermanos como Chile y Colombia.
Conclusiones y Recomendaciones
La conclusión de esta charla, para abrir el diálogo y que espero así la hayan captado, es que la solución de los problemas sociales y la instalación de nuevos modelos políticos y económicos no debe partir por el cierre de las empresas. La primera preocupación del Estado y, por ende, de quienes llegan al gobierno, debe ser la de garantizar el bienestar de la ciudadanía, que no se logra con el cierre de las empresas, como lo ha demostrado la experiencia venezolana o la de otros experimentos como el cubano o el argentino.
Para lograr ese bienestar o para calmar el malestar, si se quiere, se debe partir por erradicar la corrupción, el abuso del poder y la ineficiencia en la gestión y la fiscalización pública, que son los principales causantes de la demora en la solución de los problemas sociales, la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la rabia social, así como del incumplimiento y desvío de los objetivos y la misión de las empresas, en donde algunos empresarios encuentran un camino expedito para la explotación, la colusión y la evasión de impuestos, por ejemplo.
Por otra parte, los países democráticos, si quieren lograr cambios positivos en la sociedad, deben involucrar la ciudadanía, pero no incentivando la violencia, la autodestrucción, ni entregándoles "antorchas y garrotes" como medio para conseguir sus propósitos. Es necesario generar y promover una cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada, con organizaciones sociales fuertes, capaces de contribuir al mejoramiento de la gestión y la fiscalización pública.
Finalmente, creo que una mejor estrategia para gobiernos de ideas radicales en países polarizados políticamente, como los que hoy están en Chile y Colombia, es permitir la cohabitación de empresas tanto públicas como privadas e incentivar entre ellas una sana y equilibrada competencia.
¡Las Empresas No Tienen Vida! ¡Las Empresas Son Vida y Supervivencia! Debemos cuidarlas.
¡Gracias!
Rubén D Solano S
rdsolano@gmail.com
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