miércoles, 31 de agosto de 2022

¿Entonces, Qué Pasará si Gana el Rechazo?

De ganar la opción Rechazo. Tendremos la posibilidad de elaborar una Nueva Propuesta Constitucional, porque nuestro país tendrá, sí o sí, una Nueva Constitución. El empoderamiento ciudadano llegó para quedarse y no existe ninguna posibilidad que gobiernos, ni partidos políticos, puedan hacer cambiar la voluntad del 80% que votó por un cambio constitucional en el Plebiscito de Entrada el 25 de octubre de 2020. Mucho menos podrá borrarse de la memoria nacional aquella gran movilización ciudadana del 25 de octubre de 2019. 

El deseo de una Nueva Constitución para Chile es transversal a las tendencias ideológicas, partidistas, regionales y comunales que existen. Pero, debe estar bien hecha, porque nadie quiere quedar por fuera. El mayor tiempo no debe ser problema. Nuestra cultura es nunca hacer bien las cosas a la primera, pero sí sacar el tiempo necesario para corregirlas o hacerlas de nuevo. 

De todas maneras, si los chilenos, como dicen algunos, hemos "padecido" durante 40 años la Constitución del 80, lo cual es discutible, entonces podemos sacrificar un poco más de tiempo para lograr algo mucho mejor. Nada detendrá ni afectará el Programa de gobierno de Gabriel Boric, porque con o sin Nueva Constitución, deberá seguir enfrentando los desafíos y dar solución a los problemas de inseguridad, delincuencia, violencia, terrorismo, narcotráfico, carestía de la vida, pandemias del COVID-19 y del Mono y un largo etcétera que tiene "acogotado" el país.
 
No olvidemos que por iniciativa de la Centro-Izquierda y con el apoyo de la Derecha, se logró abrir el “candado” que, según han dicho, ha impedido aprobar las reformas constitucionales que muchos quieren instalar en el país. Con esta apertura, sumada a los acuerdos de ambas coaliciones previos al Plebiscito de Salida, "Aprobar para Mejorar" y "Rechazar para Reformar" y con la presión ciudadana detrás, no tengo la menor duda que a nuestro país llegarán los cambios envueltos en una Nueva Constitución, que tanto hemos esperado. 

El obstáculo que habrá que sortear, será sobre la conformación del equipo que deberá elaborar la Nueva Propuesta de Constitución. Pero, con la experiencia acumulada y la voluntad de cambio de todos los actores, se descubrirá una mejor fórmula.

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Dicho lo anterior, quiero dedicar los minutos que me restan para llamar la atención en lo débil que se presenta la Participación Ciudadana en la Propuesta. Sobre todo, si tenemos en cuenta que en Latinoamérica, se está avanzado en ella desde la década de los 90’. Son varias las Constituciones que han declarado la Democracia Participativa como sistema político e incorporado algunos de sus Mecanismos de Participación, con una amplia experiencia en su aplicación. Por ello, me resulta incomprensible que los convencionalistas que impulsaron la Propuesta de Nueva Constitución para Chile hayan sido tan tímidos y erráticos en la incorporación de los Mecanismos de Democracia Directa, en circunstancias que siempre tuvieron una mayoría calificada de izquierda, autodenominada "dizque" progresista. Más grave es confundir el exceso de burocracia con los principios que destacan la Participación Ciudadana de ser un ejercicio libre, voluntario y no remunerado por parte de las personas, par contribuir al mejoramiento de la gestión pública y la fiscalización del Estado, las instituciones y sus autoridades.

La Democracia Participativa es vista por algunos como el "cuco" de la Democracia Representativa. Aunque la Democracia Participativa no pretende reemplazar y menos eliminar la representación. Es un complemento a la Democracia Representativa. Todos los Mecanismos de Democracia Directa están para ayudar a hacer realidad las promesas y las buenas intenciones de quienes llegan de buena fe al poder. El principio que orienta la Democracia Participativa se puede definir de una manera simple: "Si ustedes no lo hacen, lo hacemos nosotros". Es la respuesta civilizada y pacífica de la ciudadanía a la inercia, a la indiferencia, a la negligencia, a la obstrucción, a la ineficiencia y a la insensatez que se apodera de algunas autoridades y representantes del pueblo. Es un cambio de estrategia o contención a las dolorosas alternativas que ha utilizado el pueblo para “doblarle la mano” al Estado, como la marcha, la protesta, el paro y la inmolación de personas desesperadas.

Es comprensible que a una parte de la clase política le incomode la Democracia Participativa y no demuestre sincero compromiso con ella. Por eso era necesario que los “independientes y progresistas” la hubieran dejado bien instalada dentro de la Propuesta de Nueva Constitución.
El poco éxito de la Democracia Participativa y sus Mecanismos en Latinoamérica, obedece al contenido de las leyes que la reglamentan, que hacen fácil su manipulación y difícil el uso apropiado por parte de los ciudadanos.

La Democracia Participativa requiere de una ciudadanía preparada para ejercerla con propiedad. Toda vez, que sin Formación Ciudadana permanente y sistemática, la Democracia Participativa y sus Mecanismos son como “tickets” de entrada a un Lollapaluza o la final de una Copa Mundo, en manos de detractores de la música y el fútbol. La Formación Ciudadana es fundamental y debe incorporarse como un Derecho y una Obligación ciudadana, la cual debe ser permanente, gratuita y de calidad. 

La Iniciativa Legislativa Popular, los Plebiscitos Vinculantes, la Revocatoria del Mandato, las Veedurías Ciudadanas, el Silencio Administrativo Positivo, el Voto Programático y otros más, son las "armas" de los ciudadanos en el siglo XXI para ejercer de manera pacífica e inteligente la Soberanía Popular en una sociedad libre y democrática. Pero, debemos conocerlas, estudiarlas y comprenderlas para utilizarlas de manera adecuada y oportuna. De lo contrario, serán un “dolor de cabeza” para quienes gobiernan y una terrible decepción para los ciudadanos, tal como ha sucedido en los demás países de la Región. -Rubén Solano

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