La verdad, es que tomar
decisiones contrarias tampoco cambia las consecuencias en el corto plazo, ni
garantiza un punto de quiebre diferente. Sin embargo, podemos tener la
seguridad que cambiarán los síntomas individuales y especialmente los que son
visibles a la sociedad.
Es fácil comprobar, que quienes
toman decisiones positivas, viven optimistas, tienen fe y sueñan con un mundo
mejor. Lo más importante, es que permanecen con la conciencia tranquila, caminan
en paz por la vida, convencidas de haber hecho y dado lo mejor de sí mismas.
Jamás sentirán, haber sido una carga para la familia, para los vecinos y menos,
para la sociedad…
Ahora pensemos, que el problema de
nuestras decisiones no es lo que pase en nuestro interior, sino en lo que
provocamos en los demás con nuestros síntomas, porque desafortunadamente
transpiramos por los sentidos envidia y resentimiento, con los cuales hacemos
daño y contagiamos a todos los que nos rodean.
Tomemos decisiones positivas y
disfrutemos lo que la vida nos ofrece. No esperemos que salga la mejor dieta
para comenzar o un nuevo año para cambiar. No esperemos a que salga el mejor
candidato para salir a votar. Recordemos que para sobrevivir sólo podemos
contar con lo que hay.
No esperemos que las cosas
cambien para mejor, por si solas o por la voluntad de los demás. La sociedad es
una suma de individuos y la democracia una suma de votos… En una bandada o en un cardumen, nadie sabe cuál es el ave o el
pez que guía; pero, todos son necesarios en el grupo e importan para inspirar
respeto y admiración. En una sociedad democrática, todos los ciudadanos contamos
y nos expresamos con el voto, para dejarnos guiar por la voluntad que
representa la mayoría.
Pero, hay una confusión que me
duele que no clarifiquemos y estemos dejando
instalar en nuestra mente como una falsa verdad: “La abstención significa inconformidad”
Una persona que no vota o que no participa en
la vida política de la sociedad, no necesariamente es alguien que está en
contra del sistema social que nos rige. Creo que solamente están contra del
sistema, quienes explotaron en sus síntomas y no son capaces de controlar su
envidia y resentimiento, quienes viviendo en sociedad no aceptan la voluntad de
la mayoría. Es fácil reconocer los ciudadanos negativos por sus expresiones
verbales y por sus comportamientos personales. Estas minorías de envidiosos y
resentidos, se apoyan en la indiferencia de la gente para decirnos que
“representan una mayoría silenciosa”. Nada más falso y manipulador…Ni los peces
que navegan solitarios, ni las aves que vuelan solas, están en contra del
cardumen o de la bandada.
¿Cómo hacer entender a algunas
personas, que la libertad en una sociedad democrática consiste en hacer todo lo
que NO perjudique a los demás, y no en hacer lo que nos venga en gana? ¿Qué en
la era de la tecnología y las comunicaciones, las viejas tradiciones se
derrumban con las nuevas costumbres o valores que van instalando las nuevas
generaciones y no con violencia ni a pedradas?
Como sociedad debemos ocuparnos y
preocuparnos de estas minorías que están contagiadas y por supuesto de quienes ya
están en el “lado oscuro”, acogiéndolos y ofreciéndoles nuevas oportunidades.
Sin embargo, no debemos permitir que nos acobarden con sus “pataletas” ni menos
consentir que por miedo se les entregue las riendas de la sociedad.
Finalmente confieso, que personalmente
guardo un resentimiento y me arrepiento de no haber intervenido más activamente
en la vida política de mi país natal… Siempre, pensé que no era importante mi
opinión. Tal vez haya tenido razón, pero, nadie me quita este remordimiento de
conciencia que llevo hasta hoy, por no haberme jugado la defensa de un modelo
de sociedad mejor para la gente que amo y extraño… para mis hijos y para mis
nietos.
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