sábado, 15 de febrero de 2025

¡NECESITAMOS UN MILAGRO!

    La democracia es un sistema de gobierno que se basa en la participación ciudadana y la responsabilidad de las autoridades. Sin embargo, cuando los cambios estructurales se imponen contra la voluntad de quienes piensan diferente, no es democracia, es tiranía.

     La democracia implica acuerdos y cuando estos no se logran, es la soberanía popular quien debe decidir. Para eso existen la consulta popular y los plebiscitos, que pueden ser vinculantes para quienes están en el poder y de aceptación para las minorías.

    La ciudadanía tiene una gran responsabilidad en la democracia, debiendo educarse en la razón de ser y la importancia del Estado y sus Instituciones, en la existencia y el uso de los mecanismos de participación ciudadana y en la participación activa en la gestión y la fiscalización pública.

    En Chile, tenemos una nueva oportunidad de elegir a nuestros representantes en las próximas elecciones: Presidente de la República, Senadores y Diputados.

     Casualmente, los chilenos hemos tenido la oportundidad de experimentar la TOTALIDAD de las tendencias políticas e ideológicas existentes en los últimos cincuenta años. Desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda han gobernado el país. Hemos vivido en dictadura y en democracia. El país ha sido gobernado por hombres y mujeres, personas mayores y jóvenes. Hemos conocido mentes brillantes y no tanto. Gobernantes que nos han llenado de orgullo y no pocos de vergüenza. Todos con un común denominador: han sido elegidos y aceptados por grandes mayorías. Es difícil calificar la gestión de cada uno, sin despertar la crítica injusta o el fanatismo ciego de una parte importante de la ciudadana.

   De todas maneras, en comparación con otros países de la región, todavía Chile parece avanzar y mantener una buena reputación a nivel internacional, que no debe llenarnos de orgullo, si reconocemos lo que se ha retrocedido en materia social y económica y el injusto retraso en la solución de muchos problemas que han trascendido todos los gobiernos, creciendo en cantidad y en extensión a nivel nacional; siendo la ineficiencia en la gestión pública, la corrupción y el abuso de poder, los más graves problemas y principales causantes de todos los demás. La clase política perdió su norte y la vergüenza. Si hasta la juventud, que era nuestra esperanza y parte de las reservas morales del país, nos ha provocado la última y más grande decepción, con un comportamiento frente a la visión y el qué hacer del Estado, que no se compara con nada visto en la historia de la nación.

     Debemos perseverar en la generación de una cultura de participación ciudadana más inteligente, más inclusiva y más y mejor informada. Solo así podremos elegir los mejores y construir una sociedad más justa y democrática.

    Es fundamental que la ciudadanía exija a las autoridades de gobierno y a quienes están al frente de sus Instituciones, idoneidad y probidad, pero son los partidos políticos quienes deben velar por ofrecer un perfil profesional y de competencias de quienes postulen para ejercer con autoridad y responsabilidad los cargos encomendados.

    La honestidad y la confianza deben volver a la esencia de la gestión pública. Es necesario terminar con el oportunismo y la farsa con que algunos se han aprovechado e infiltrado en la clase política para acceder al control del Estado y sus Instituciones. Necesitamos que aflore la sensatez. Necesitamos un milagro. -Rubén Solano

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