domingo, 12 de enero de 2025

¡PROHIBIDO HABLAR DE: POLÍTICA, RELIGIÓN Y FÚTBOL!

     Durante mucho tiempo, se ha recomendado evitar las conversaciones sobre política, religión y fútbol en grupos y comunidades para evitar conflictos. Sin embargo, la solución a los problemas no radica en guardar ni exigir silencio, sino en nuestra incapacidad para expresar nuestras opiniones de manera respetuosa y fundamentada.

    Esta falta de habilidad para comunicarnos de manera efectiva lleva a que muchas personas opten por guardar silencio en reuniones o evitarlas por completo. Mientras tanto, una minoría de personas dominan la conversación y toman decisiones por la mayoría. Creo que es hora de cambiar este patrón. Necesitamos aprender a comunicarnos de manera efectiva y respetuosa, identificando cuándo es apropiado compartir nuestras opiniones y cuándo es mejor abstenernos.

    En cualquier conversación, hay temas generales que son abiertos a todas las opiniones y temas particulares que requieren más tacto y sensibilidad para abordarlos. Por ejemplo, podemos hablar de fútbol, pero debemos ser cuidadosos al hablar de un equipo en particular para no ofender a los hinchas presentes. De la misma manera, podemos discutir temas religiosos y políticos, pero debemos ser conscientes de nuestras palabras y evitar ofender a aquellos que tienen creencias o afiliaciones diferentes. Al aprender a comunicarnos de manera efectiva, podemos crear un ambiente más inclusivo y respetuoso en nuestras comunidades, pudiendo conversar sobre cualquier tema, especialmente aquellos que se consideran mas polémicos y podrían afectarnos o que ya nos están afectando a todos por igual. 

    La política, la religión y el fútbol tienen temas que generan pasiones y divisiones. Sin embargo, no debemos permitir que ese temor nos silencie. En su lugar, debemos aprender a convivir con nuestras diferencias y conversar abiertamente sobre ellas, sabiendo identificar y respetar las sensibilidades de cada cual.

     Debemos aceptar que la política, la religión y el fútbol son fundamentales en la vida de muchas personas. Es por eso, que ante la imposibilidad de expresar y compartir las opiniones sobre algunos temas en reuniones, la gente se desahoga y da rienda suelta a sus pasiones a través de las redes sociales, que es el lugar a donde se han trasladado las discusiones, los conflictos y las divisiones en la sociedad. La prohibición de conversar de estos temas no ha impedido que la gente hable de ellos, sólo ha cambiado el lugar de la discusión, sin que nadie haga nada por reducir la opinión ofensiva y hacerla más constructiva y con altura de mira.

    Aprender a comunicarnos y centrar los debates en las cosas que nos afectan por igual, apoyándonos en lo que nos es común a todos, debería ser la preocupación, no exigir el silencio, ni estimular la indiferencia. Por ejemplo, en la política, podemos hablar sobre la importancia de las instituciones democráticas y las reglas que las regulan. En el fútbol, podemos hablar sobre las reglas universales del juego y la importancia de la deportividad. En la religión, podemos hablar sobre la importancia de la tolerancia y el respeto hacia las creencias de los demás. Realmente, no debería haber temas tabú. Lo importante es aprender a identificar en dónde están las sensibilidades, para evitar tocarlas o hacerlo, pero con genuino respeto.

      ¿Por qué es importante levantar la prohibición de hablar de política, religión y fútbol? Porque a diario ellos generan noticias que a todos nos llaman la atención. Los acontecimientos no dejan de suceder o de afectarnos porque guardemos silencio. Durante mucho tiempo, se ha considerado tabú hablar de estos temas, algo que debe evitarse para no generar conflictos. Sin embargo, esta prohibición no ha solucionado los problemas que ellos provocan, ni ha mejorado la convivencia, ni ha ayudado a la inclusión ni a la tolerancia. Por el contrario, solo ha servido para aumentar nuestra ignorancia, generando un vacío en el que las ideas y los prejuicios se han ido acumulando por no ser discutidos ni cuestionados y en su desesperación, la gente ha trasladado el debate a otros espacios virtuales en donde sintiéndose segura, no se preocupa por el lenguaje, los sentimientos, ni la reacción de quienes los siguen, llevando la sociedad a una situación de mayor polarización, enojo y grave crisis e injusticia social.

   Negarnos a conversar sobre estos temas no ha sido útil. Debemos aprender a conversar de manera respetuosa y abierta, escuchando con atención e interés las opiniones de los demás y compartiendo con altura las nuestras. Solo así podremos construir una sociedad más pacífica, más justa, inclusiva y solidaria.

    La clave, también está en encontrar un equilibrio entre la pasión por lo que amamos y el respeto hacia los demás. Si logramos practicar la comunicación con respeto y apertura, podemos crear un mundo en el que la diversidad sea celebrada como sinónimo de riqueza.

     Así, podremos vivir en armonía, sin que nuestras diferencias nos hagan enemigos, sino que nos permitan crecer y aprender juntos. La política, la religión y el fútbol pueden ser herramientas que nos ayuden a construir una mejor sociedad para todos.

    Un ejemplo claro, de cómo nuestra incapacidad para comunicarnos con los demás nos ha paralizado e impedido avanzar como país, es lo que sucedió en Chile con el fracaso de las dos propuestas constitucionales. A pesar de que los chilenos, en una amplia mayoría, estabamos dispuestos a cambiar la actual Constitución, los convencionalistas fracasaron en la misión, al enfocarse en criticar y exacerbar los errores de los opositores, aprovechando una mayoría circunstancial para presionar la Convención a incluir normas que solo beneficiaban a sus partidos políticos y coaliciones, ignorando los intereses de los opositores y las expectativas de todos los chilenos.

    Otro ejemplo, es el caso de Venezuela, donde la mayoría de los venezolanos y los países del mundo no están de acuerdo con la autoinvestidura de Nicolás Maduro. Aquí, no se trata de una polémica por la ideología política que representa el chavismo, sino porque no se respetaron los resultados de las elecciones ni el mandato constitucional, en donde Nicolas Maduro perdió de manera apabullante y a vista del pueblo venezolano y la comunidad internacional. Hablar del tema, antes y después de las elecciones, está prohibido en Venezuela y en muchos círculos de Latinoamérica. Esto sólo afianza en el poder un régimen que dió la espalda a los principios de la libertad y la democracia, que rigen la voluntad histórica del pueblo venezolano.

     Lo sucedido en Chile y en Venezuela, son claros ejemplos de cómo el silencio, la indiferencia, la ignorancia y los cómplices pasivos, pueden ser utilizados por personas inescrupulosas, para distraer la atención de la gente, imponer sus ideas, evitar cambios y/o mantenerse en el poder.

     En este sentido, la conversación de los ciudadanos de manera transversal es necesaria, porque el daño que se produce, por no tenerla, es mucho mayor y nos afecta a todos por igual. De todas maneras y aunque algunos crean poder ganar algo aprovechándose del silencio de muchas personas, esto no es así, porque la frustración, la decepción y la ira de quienes han sido silenciados y manipulados, siempre encontrará una válvula de escape que hará que esos triunfos aparentes, se transformen en verdaderas pesadillas para los usurpadores y manipuladores. -Rubén Solano

viernes, 10 de enero de 2025

¡¿DEMOCRACIA O DICTADURA?! (El Dilema del Siglo XXI)

     La situación en Venezuela nos obliga a reflexionar, ya que su crisis política, social y económica puede continuar  extendiéndose a otros países de la región. Antes que el chavismo llegara al poder, muchos consideraban que sería un buen experimento al que había que darle una oportunidad. Sin embargo, el modelo de Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, como fue bautizado, ha demostrado ser un fracaso desde sus inicios en 1.999 sostenido, solo por aquellos que están usufructuando de la riqueza del país, que en un principio, fue repartida de manera irresponsable por Hugo Chávez y que posteriormente ha sido despilfarrada por Nicolás Maduro.

     Aunque el experimento chavista fracasó y perdió el apoyo de la mayoría de los venezolanos, ha logrado perpetuarse, gracias a la temeridad de sus cabecillas que transformaron el modelo en un régimen dictatorial y criminal. Su objetivo de construir una mejor sociedad para todos se esfumó muy temprano, obligando al exilio a más de ocho millones de personas y "esclavizando", encarcelando o sepultando a los opositores y a quienes por necesidad o imposibilidad de salir, se han quedado dentro del país.

     Adicionalmente, después de 25 años de régimen chavista, hay una generación de venezolanos que ha crecido en la pobreza y la miseria, dentro o fuera del país, y que al igual que los cubanos, que llevan más de 60 años de régimen dictatorial, con exilio, cárcel y muerte, tampoco conocieron la riqueza y el poder de su país, antes de ser secuestrados por el régimen chavista, que por lo demás, sigue la línea estratégica del castrismo cubano.

     El punto sobre el cual quiero enfocarme, es que ningún país llega a la crisis que enfrenta Venezuela, Cuba y otros países, sin la "complicidad" de los gobernantes que los antecedieron y los ciudadanos que por ignorancia o indiferencia lo permitieron. En este sentido todos somos responsables, en mayor o menor grado, del éxito o del fracaso de los gobiernos y del quiebre social y económico de los países.

     Ahora bien, la responsabilidad es diferente en los ciudadanos y en este sentido, es fácil identificar varios perfiles o tipos de ciudadanos por su comportamiento o actitud frente a la clase política y a quienes ejercen el poder o a las autoridades que están al frente de las Instituciones del Estado. Así, podemos observar que:

- Están los ciudadanos indiferentes, que no se preocupan por la política ni el funcionamiento del Estado y sus Instituciones, que votan por obligación o no votan en absoluto. Están convencidos que nada pasa en el mundo, mientras ellos no estén enterados o no los afecte.

- Están los ciudadanos ignorantes, que solo cumplen con ir a las votaciones y no ejercen ninguna fiscalización y seguimiento a la labor de quienes gobiernan, ni les exigen que cumplan con sus promesas de campaña, ni programas de gobierno. No creen en la importancia de la educación cívica o en la formación ciudadana en temas de Estado, política y sociedad.

- Están los cómplices pasivos, que son, en mi opinión, los más "peligrosos" porque son los que están directa o indirectamente beneficiándose del gobierno o régimen de turno. Son los funcionarios y trabajadores públicos, que callan o hacen la "vista gorda", frente a los abusos de poder y la corrupción, porque no denuncian las irregularidades que ocurren en sus Instituciones. Esta clase de ciudadanos son los incondicionales que utilizan los regímenes para promover las contra marchas o contra protestas ciudadanas.

- Están los políticos tradicionales, de izquierda y derecha, que se ubican en un nivel superior a los cómplices pasivos y por lo tanto los considero principales responsables del quiebre político, económico y social de un país o del fracaso de una sociedad. Ellos están en la cabeza de los poderes del Estado o en la oposición, con un poder muchas veces mayor al de quienes lo están ejerciendo. Su experiencia, seguridad y confianza los vuelve arrogantes y egoístas. Se consideran a sí mismos imprescindibles. Con tanto poder cuando son elegidos o con tanta influencia cuando están en la oposición, las demandas de los ciudadanos, son sólo una carta de negociación en un juego, que solo ellos juegan. Su falta de voluntad en la solución de los problemas sociales, es la razón por la cual los países caen en manos de regímenes criminales y dictatoriales. Sus peleas internas y con sus principales opositores, abren el espacio para que el país se hunda y la sociedad se quiebre.

- Y están los grupos de interés minoritarios, los oportunistas, que saben que no tienen los votos para llegar al poder, pero que son suficientes para venderlos al mejor postor a cambio que satisfagan sus ambiciones e intereses particulares. Estos grupos minoritarios se pueden unir para lograr una mayoría circunstancial, que llega al poder "en río revuelto", con el apoyo de los ignorantes y los cómplices pasivos, que saben moverse en cualquier tipo de gobierno o régimen. Y es aquí en donde lamentablemente surge el dilema, porque nacen las dictaduras, los regímenes autoritarios y totalitarios que matan las democracias...

     Por todo lo anterior, debemos asumir nuestra responsabilidad y forjar una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más Informada, que contribuya al mejoramiento de la gestión y la fiscalización pública a nivel nacional, regional y local. Esto es posible hacerlo, sí las organizaciones de la sociedad civil y los centros de formación superior lideran un cambio de actitud de la ciudadanía frente a un mayor compromiso con la comunidad, la sociedad, el país, el Estado y sus Institiciones.

    Debemos trabajar juntos para construir un futuro mejor. Todos los modelos de sociedad son legítimos, pero exigiendo mayor transparencia y responsabilidad a quienes los proponen y velando porque trabajen para el bienestar de todos los ciudadanos, no solo para beneficio de unos pocos. De todas maneras, debe ser la ciudadanía la que a través de la democracia decida en cuál modelo quiere vivir, pero con respeto de la democracia, la libertad y los derechos humanos.

    Finalmente, debemos reflexionar sobre nuestro propio papel en la crisis que enfrentamos: ¿Somos ciudadanos indiferentes o ignorantes? ¿Somos cómplices pasivos de la corrupción y el abuso de poder? ¿Estamos dispuestos a trabajar juntos para defender los derechos humanos, la libertad y la democracia? Porque estos son los únicos garantes para vivir en un país con mayor igualdad y justicia social.

    La lucha política es un debate legítimo entre ideologías de derecha, centro o izquierda, donde cada una defiende su visión para el país. Sin embargo, la guerra es por algo más fundamental: la defensa de la Democracia como sistema que nos permite elegir libremente entre esas ideologías.

    En otras palabras, la Democracia es el campo de juego donde se disputan las ideologías, pero no es una ideología en sí misma. Es el sistema que garantiza nuestra libertad para elegir, para disentir y para cambiar de opinión.

    Por lo tanto, la lucha por la Democracia es una lucha por la esencia misma de nuestra libertad y nuestra capacidad para autodeterminarnos. Es una lucha que trasciende las ideologías y nos une como ciudadanos que valoramos la libertad, la justicia y la igualdad. - Rubén Solano

jueves, 9 de enero de 2025

¡NI PERDÓN NI OLVIDO PARA LOS CÓMPLICES PASIVOS!

     No podemos ser indiferentes ante la crisis que atraviesa Venezuela. La situación es crítica y ha tenido un impacto directo en Latinoamérica, en nuestro país y en nuestras vidas. La llegada masiva de personas que huyen por la falta de oportunidades, el hambre, la inseguridad y la persecución del régimen chavista de Nicolás Maduro ha colapsado también nuestros servicios públicos, como la salud, la educación y la vivienda, que ya estaban sobrecargados e incapaces de responder oportunamente y con eficiencia a las necesidades de los propios ciudadanos.

     La llegada de migrantes en masa e indocumentados, ha facilitado el ingreso de delincuentes y la instalación de organizaciones criminales, lo que aumentó la inseguridad en nuestro país. Esto no solo ha afectado nuestra calidad de vida, sino que también ha puesto en riesgo la estabilidad y la seguridad nacional.

    Es importante reconocer que la vocación solidaria de un país y su capacidad de ayuda humanitaria tienen límites y es imposible que sea indefinida. Es más grave y complejo que pueda asumir un país latinoamericano como Chile, que enfrenta sus propios desafíos y necesidades. No podemos permitir que la crisis en Venezuela siga siendo una carga insostenible para el país.

    Pero, más allá de las consideraciones prácticas, hay una razón moral y ética para actuar y ayudar a los venezolanos a recuperar su patria y su libertad: Ningún país, ni ser humano sensato, debe guardar silencio ni ser cómplice de la violación de los derechos humanos que ocurren en otros países. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de denunciar y condenar las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y de exigir que se respete la voluntad democrática, los derechos y la dignidad de su pueblo.

    Es el momento de unirnos para alzar la voz y exigir una solución ahora ya a la crisis en Venezuela. No podemos permitir que la indiferencia y la inacción permitan que la situación empeore. Debemos actuar con solidaridad, compasión y determinación para ayudar al pueblo venezolano a recuperar la democracia, su patria, su libertad, su dignidad y su futuro. Nadie puede ser indiferente a este llamado. Chile y el mundo saben de la responsabilidad, por las graves consecuencias, que también tienen los Cómplices Pasivos. No podemos seguir  repitiendo los errores del pasado. ¡Fuerza Venezuela! -Rubén Solano

miércoles, 8 de enero de 2025

¡VENEZUELA LIBRE Y DEMOCRÁTICA!

       Venezuela, cuna de la Independencia Latinoamericana, ha sido un faro de esperanza y libertad en la región. Figuras como Simón Bolívar, Francisco de Miranda y José Antonio Páez han dejado una huella imborrable en la historia de América. Además, la generosa hospitalidad de su gente para muchos que huían de las dictaduras de esa época y buscaban refugio y una nueva oportunidad.

    La riqueza de Venezuela ha sido siempre compartida, y sus puertas han permanecido abiertas para todos aquellos que buscan una mejor vida. La cultura, las artes y la ciencia venezolana ha enriquecido la herencia latinoamericana. Un ejemplo destacado es el invaluable aporte del ilustre Don Andrés Bello, quien dejó en Chile una huella profunda en la modernización de la República, el derecho, la literatura y la educación. Fue el fundador de la Universidad de Chile y su primer Rector hasta su muerte. Su contribución a la literatura latinoamericana son solo algunos ejemplos de su legado.

   Pero más allá de su riqueza cultural y natural, Venezuela es también la cuna del sueño de la Gran Colombia, un ideal de unidad y libertad que Simón Bolívar soñó para nuestra América. Un sueño que no debe ser quebrado o roto por la ambición de unos pocos, sino que debe ser preservado y fortalecido por la solidaridad y la unidad de nuestros pueblos.

    Es hora que América se una al pueblo venezolano, para exigir respeto a nuestra tradición libre, democrática y pacífica. Hoy, más que nunca, es fundamental recordar la grandeza de este pueblo y de su gente, y exigir que se ponga fin a la tragedia que vive Venezuela y sea un testimonio de gratitud, solidaridad y capacidad de los latinoamericanos para unirse, superar adversidades y luchar por la democracia, la libertad y la justicia. ¡FUERZA VENEZUELA! -Rubén Solano

martes, 7 de enero de 2025

¡FUERZA VENEZOLANOS!

     Llega un momento crucial en la vida de las personas en que debemos tomar una postura firme y decidida para proteger la dignidad y el respeto de la familia y de sí mismos. Un momento en que debemos estar dispuestos a hacer frente a cualquier obstáculo y a sacrificar los intereses personales para evitar que el abuso de poder y la humillación nos arrebaten el presente y el futuro.

    Es hora de decir ¡BASTA! a la opresión, a la usurpación, a la manipulación, a la explotación, a la humillación y al exilio. Es hora de levantarse y de reclamar el legítimo lugar que les corresponde en el mundo. Es hora de demostrar que son personas dignas, respetables y merecedoras de vivir en paz, con libertad y felicidad. -Rubén Solano