Qué capacidad de manipulación y de tergiversación
tienen algunos. Llega hasta producir náuseas. La afirmación del Presidente
Sebastián Piñera en China, en relación a que "los países tienen el sistema
político que quieren", no solamente es cierta, sino que tiene raíces en
sus firmes convicciones de demócrata, defensor de la libertad y de los derechos
humanos. Algo que a esta altura de su vida y su carrera política nadie debería
dudar. Salvo sus acérrimos enemigos.
Pretender colgarse de esta afirmación para acallar su voz contra el régimen que encabeza Nicolás Maduro y quitarle legitimidad al movimiento mundial de países democráticos que luchan contra las dictaduras, es demostrar, una vez más, la complacencia de algunos con un régimen que, si bien es cierto, nació en democracia, se transformó en la primera narco-dictadura de América y que para aferrarse al poder ha acudido al genocidio, al desplazamiento de la población y al exilio de millones de venezolanos, ha armado a miles de personas sin ninguna preparación previa. Muchos de ellos sicarios y delincuentes, para infiltrarlos en la población y mantenerla sometida bajo amenaza.
Pretender colgarse de esta afirmación para acallar su voz contra el régimen que encabeza Nicolás Maduro y quitarle legitimidad al movimiento mundial de países democráticos que luchan contra las dictaduras, es demostrar, una vez más, la complacencia de algunos con un régimen que, si bien es cierto, nació en democracia, se transformó en la primera narco-dictadura de América y que para aferrarse al poder ha acudido al genocidio, al desplazamiento de la población y al exilio de millones de venezolanos, ha armado a miles de personas sin ninguna preparación previa. Muchos de ellos sicarios y delincuentes, para infiltrarlos en la población y mantenerla sometida bajo amenaza.
El apoyo de la autodenominada izquierda y su
facción más ideologizada, es una nueva confirmación del fracaso de su modelo y
de lo perverso que pueden llegar a ser sus métodos para tomarse el poder y
mantenerse en él. Ha estado demostrado que su lucha no es por la justicia
social sino por la hegemonía de su élite que vive en guerra por la ambición de
territorio y poder. El resto, la inmensa mayoría de la población, debe optar
por ir al exilio o entregar su dignidad al régimen. Son como bolas de Flipper,
que se mueven al impulso de estos genocidas, que se regocijan demostrando al
mundo la lealtad de sus seguidores; generalmente, una masa diezmada, en su
mayoría ignorantes, hambrientos y enfermos que, para sobrevivir, deben callar
las atrocidades del régimen, aplaudir sus excentricidades y cargar una libreta
de por vida para recibir una ración de alimentos, una atención mínima.
Es urgente que, como sociedad democrática,
avancemos en una participación ciudadana más inteligente e inclusiva. Una
participación ciudadana que entienda la importancia del voto y defienda este
derecho, ganado a sangre y fuego. Las debilidades del sistema y de la
democracia no deben castigarse con abstención por parte de la población, porque
esto significa dejarle en “bandeja de plata” el manejo del país a las minorías,
con lo cual se esfuma el sentido de la democracia de ser la voz de las
mayorías. Una participación ciudadana que entienda que los únicos enemigos de
la justicia social, de la solución de los problemas sociales son la corrupción
y el abuso del poder. Que el bienestar del país y de su economía, no depende de
tener gobiernos de derecha o de izquierda, sino de contar con líderes
responsables, idóneos y honestos. Un populista, es un potencial dictador. Un
peligro para la estabilidad social, política y económica de cualquier
país.
Una participación ciudadana que vaya mucho más allá
y vigile la labor de los gobernantes y sus representantes. Fiscalice los
recursos y fondos del Estado, porque su origen y mantenimiento salen del
bolsillo de todos los ciudadanos. Que comprenda que la población es más longeva
y que crece a un ritmo que desafía la capacidad del planeta, mientras sus
necesidades crecen a un ritmo exponencial; y que, en este sentido, el desafío
está en las alianzas co-creativas, en donde actores de todos los sectores,
públicos y privados, trabajen mancomunadamente en busca de soluciones,
transversales, permanentes e integrales. Es la única forma que podemos cambiar
muchas cosas que han debido cambiar hace cientos de años.
A propósito del Día del Trabajo, por ejemplo, no
hay mucha diferencia entre las inhumanas condiciones en que se construyeron las
Pirámides de Egipto, con las condiciones en que se construyeron castillos y
catedrales en la Edad Media y las de explotación, con que hoy se construyen
mansiones y rascacielos.
No se conocen muchos trabajadores a lo largo de la
historia, que hayan podido disfrutar de las obras que construyeron y que
generalmente han sido para aumentar la riqueza, el orgullo y el poder de unas
minorías, que no sería más grave, si no fuera por el comportamiento de castas
de algunos, que cierran o niegan toda posibilidad de crecimiento y ascenso al
resto de la población.
No cabe duda que el mejor modelo de sociedad para
estas pseudo-castas en el siglo XXI, que se arropan con las necesidades de los
más pobres y vulnerables, y que se llenan la boca con soluciones que no
cumplen, continúan siendo las dictaduras, así como en el pasado lo fueron las
monarquías. Regímenes bajo su control, con sometimiento total de una población
indefensa y debilitada, lo cual logran con facilidad, además, con dadivas y/o
amenazas. Las mismas estrategias que utilizan los criminales, para conseguir el
apoyo y el silencio cómplice de los vecinos, que conforman sus redes de
protección.
Tal es lo que sucede en Venezuela, un país que está
en manos de los cárteles de la droga en donde hasta los criminales han sido
dejados libres de las cárceles para ser armados e integrar los
"colectivos", donde también hay sicarios que controlan las calles y
barrios de todas las ciudades del país, según las declaraciones y denuncias que
han hecho los militares que han desertado y que además han testificado que son
los narco-terroristas del ELN y mercenarios castristas, a cargo del
entrenamiento de estos grupos.
Lo anteriormente expuesto, debería ser suficiente
para que la comunidad internacional y especialmente los organismos
internacionales, condenen el régimen de Maduro y exijan su salida del poder. Un
régimen que ha sobrepasado las atrocidades de todas las dictaduras de la
historia de América, porque ha enviado al exilio a millones de venezolanos, ha
sometido al hambre, las enfermedades y la miseria a toda la población que
no lo acepta; que corrompió las fuerzas armadas y de orden; que entregó la
soberanía del país a otras dictaduras corruptas y violadoras de los derechos
humanos, no debe aceptarse en ningún contexto de convivencia internacional.
Finalmente, no debemos perder el hilo de la
historia, ni de los acontecimientos que ocurren en Venezuela, para evitar la
manipulación y la tergiversación de los hechos, porque resulta fácil para los
defensores del chavismo, creer que el caos y el desastre que hoy se vive en
Venezuela es producto de la conspiración de otros países y gobiernos y no de la
corrupción y la incompetencia de un régimen que desde un principio se desvió
del camino de la democracia para llevar adelante sus ideas y optó por el camino
de la dictadura y el genocidio para imponerlas. Es fácil que, con el paso de los
años, personas inescrupulosas, acusen a otros de las desgracias que ellos
mismos provocaron por su ambición e irresponsabilidad. RDS
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