En el Consejo General de Evópoli,
que se realizó el fin de semana, tuve la oportunidad de participar al
final de del evento en un taller en que los asistentes debíamos identificar las
cualidades de un gran líder, un líder descomunal. Teniendo en cuent,a la calidad
humana de los asistentes y su rol dentro del partido, me pareció el lugar más
adecuado para recoger las mejores ideas para definir y acercarnos a dicho
perfil.
Las tres comisiones en las cuales
se dividió la asistencia llegaron a la plenaria con un listado de valores y
cualidades que debe tener un líder, las mismas que cada uno declaró tener y
que, entre sí, tenían muchas coincidencias.
Creo, sin lugar a equivocarme,
que todos las cualidades o valores declarados son importantes y necesarios y por
ello, no deberían obviarse por los actuales y potenciales dirigentes sociales y
líderes comunitarios. Mucho menos, por quienes aspiren a ocupar cargos de
representación en centros de decisión política a nivel comunal o regional.
Ahora bien, debemos comprender
que un líder no se hace de la noche a la mañana y menos a través de una
declaración de principios y valores en los que cree, porque es mediante el
trabajo permanente y la práctica constante de aquellos valores que lo podemos
lograr, hasta que fluyan o emerjan de manera espontánea y natural de nuestro
ser y de nuestro actuar. Siendo el mejor indicador de nuestro progreso el
reconocimiento espontáneo que nos hacen quienes nos rodean.
Creo también importante decir,
que el liderazgo no es una meta a la cual se llega para levantar un trofeo o un
título que se adquiere en un centro de formación superior. No es un destino,
sino un camino que construimos y entre más temprano mejor, y que solamente
dejamos de recorrer cuando nos despedimos de este mundo.
Para cerrar esta introducción les diré, que tengo dos noticias: una buena y otra mala. La mala es que, es prácticamente imposible alcanzar la perfección para ser un gran líder. Son muchas las cualidades que debe tener. La buena es, que es posible lograrlo en corto tiempo, si se trabaja en equipo, complementando los talentos y cualidades que cada uno tiene.
Para cerrar esta introducción les diré, que tengo dos noticias: una buena y otra mala. La mala es que, es prácticamente imposible alcanzar la perfección para ser un gran líder. Son muchas las cualidades que debe tener. La buena es, que es posible lograrlo en corto tiempo, si se trabaja en equipo, complementando los talentos y cualidades que cada uno tiene.
Dicho lo anterior y reconociendo
con humildad mis debilidades y carencias y el corto camino recorrido hacia el
liderazgo, deseo compartir una reflexión, específicamente sobre tres valores,
que por supuesto también fueron declarados por las comisiones: Lealtad,
Honestidad y Solidaridad.
Estos tres valores tienen en
común que, al tenerse como practica de vida, potencian la condición de las
personas, especialmente de los líderes y que cuando no se practican o se
violan, pueden hacer grave daño a quienes nos rodean y a las propias
instituciones. En este caso a nuestro partido y al entorno de militantes y
simpatizantes. Justamente, es por la pérdida de estos valores que vivimos en un
mundo, en una sociedad y en un país con creciente perdida de la credibilidad en
las personas y en las instituciones, y en un permanente conflicto.
Que estos valores hayan salido de
las voces del encuentro y no de un documento, auguran un buen futuro para nuestro
partido y para nuestra convivencia. Sólo resta perseverar en su práctica y
hacer de ella un comportamiento natural, hasta ser paradigma y referente para
otras instituciones y movimientos.
Perseverar en la defensa de los
principios y valores de Evópoli y hablar de ellos, de su importancia y
conveniencia para una sana convivencia social y próspera economía. Esto es
lealtad.
Perseverar en la lucha contra la corrupción y el uso indebido de los recursos del Estado, que son generados y aportados por la sociedad. Esto es honestidad.
Perseverar en una gestión de las instituciones públicas y privadas, sin abuso del poder y con servicios oportunos y de calidad. Esto es solidaridad.
Una Ciudad Justa, una sociedad
justa, no es solamente territorio y personas, son también las acciones y las
buenas prácticas que realizan día a día los dirigentes y líderes que la
sustentan. Aspiraciones y sueños de excelentes líderes, líderes descomunales,
que jamás debemos dejar solos. RDS
Rubén D Solano S
Militante de Evópoli
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