Qué relato más cruel y doloroso. La verdad, es que nunca he entendido eso de las herencias. Agradezco a mis padres que me enseñaron a no esperar nada material de ellos ni de nadie, igual que la enseñanza que di a mis hijos, lo que no fue muy grato, pero sí muy saludable para todos, porque nada que no hayamos construido nosotros mismos nos pertenece. El mejor legado es la educación y el ejemplo. Es muy extraño el comportamiento de algunos humanos, que nunca tienen tiempo para estar cerca de los padres, involucrarse en sus proyectos económicos y sociales, ni atender sus demandas en la difícil etapa de la vejez. Pero, sí disponen de todo el tiempo necesario, para realizar los engorrosos trámites para quedarse con sus herencias...
Soy Gerontólogo Social y desde mucho tiempo, antes de titularme, he asistido como voluntario en Hogares de Personas Mayores, los ELEAM, como se denominan en Chile (Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores), y en ellos he sido testigo del abandono en que se encuentran muchas personas mayores, algunas dejadas a la suerte y la caridad de quienes administran estos lugares. Conocí personas mayores cuyos familiares fueron a dejarlos a estos centros, pagaron el primer mes de atención y nunca más volvieron. En adelante, todos los gastos debieron ser cubiertos por el centro, porque no es posible devolver las personas mayores a sus lugares de origen, ya que sus propiedades fueron vendidas por sus herederos. Estos familiares, son seres miserables, se apropiaron de la herencia de las personas mayores y los dejaron en manos de personas desconocidas para que se hagan cargo de su cuidado. Para que decir, los cientos de miles de personas que están a cargo de los vecinos o de personas que no tendrían por qué hacerlo. Doloroso es saber que hay personas que son familiares y dicen estar a cargo de sus abuelos o padres mayores, cuando la verdad es que no los cuidan, sino que los maltratan y abusan de ellos.
Lo anterior contrasta con el comportamiento de la sociedad, donde los habitantes tienen una esperanza de vida cada vez mayor, pero no desean llegar a la vejez para no ser una carga para la familia, ni para los hijos a los cuales dedicaron toda o parte de su vida desde el nacimiento. Por eso, es cada vez más común escuchar el deseo de la gente por una muerte asistida, la eutanasia y hasta el suicidio, el cual ha crecido de manera importante en los últimos años en las personas mayores, según datos de la OMS.
Las herencias materiales no deberían existir. Los bienes materiales de las personas mayores deben ser destinados única y exclusivamente para su cuidado y atención hasta el último de sus días. Si algo queda al final, nadie que no lo merezca, debería creer tener derecho sobre ellas.
Es hora de reflexionar sobre nuestros valores y prioridades. ¿Qué es más importante, la herencia material o la dignidad y el cuidado de las personas mayores? Es hora de cambiar nuestra forma de pensar y actuar. Debemos priorizar el cuidado y la atención de las personas mayores, asegurarnos que vivan sus últimos días con dignidad y respeto.
Imaginemos un futuro donde las personas mayores sean valoradas y respetadas, donde su cuidado y atención sean la prioridad. Un futuro donde la herencia material no sea lo más importante, sino el legado de amor, respeto y dignidad que les dejamos a nuestros seres queridos. Es hora de trabajar juntos para crear un futuro más humano y compasivo para las personas mayores.
Esta reflexión no excluye la labor ni la obligación del Estado de hacerse cargo de las personas mayores, especialmente de las que no tienen redes de apoyo ni de cuidado y que igual merecen un trato digno y ser sacadas de la injusticia, el abandono, el dolor y la tristeza. -Rubén Solano
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