Debería ser un día de mucha alegría y brillo para los Albos. Lamentablemente, la trágica muerte de dos jóvenes fans en las afueras del Monumental y la partida de esta vida el día de ayer de "María Colo Colo", la fans Número Uno del Club, no dan ganas de celebrar. Tal vez sea un día para estar en casa y recordar los momentos de alegría que Colo Colo nos ha dado, el aporte a nuestra Selección y reflexionar sobre el difícil momento por el cual atraviesa nuestra querido Club y el fútbol chileno en general.
Personalmente, quiero compartir la historia de mi pasión por Colo Colo, porque es lo que ha estado dando vueltas en mi cabeza durante todos estos meses previos a este centenario aniversario.
Con sorpresa para mis amigos en Chile, siempre digo que pertenecí a la "Liga de Juveniles Internacionales de Colo Colo". "¿¡Qué es eso!?" Preguntan todos entre risas y sorpresa y con entusiasmo y una sonrisa de oreja a oreja inicio mi relato:
En las "pichangas" de mi barrio, allá en la "Colombia profunda", cuando la pelota era de trapos y las porterías dos piedras envueltas en dos mugrientas camisetas, era costumbre colocarle un nombre al equipo y por ese azar del destino yo pertenecía al Colo Colo. Nunca supe, en ese entonces, de dónde era ni de dónde salió ese nombre, solo sabía que era un equipo famoso, así como lo eran los nombres escogidos por los rivales. Como casi siempre jugaba con los mismos amigos, el nombre se hizo "carne", así como también los apodos que desde las "graderías", a todos nos gritaban: "¡Pasála muelón!", "¡Chutea flaco!", "¡Buena Chuchilla!", ese era yo, un defensa centro "temerario", que donde me ponía nadie pasaba... No siempre jugábamos en el barrio, también íbamos a algunas "canchas" improvisadas de potreros mal cercados, en donde no solo había que ganarle al equipo rival, sino a los perros que soltaban los lugareños...
El reloj de la vida siguió corriendo para mí y para todos. Nunca más volví "chutiar" una pelota, solo las piedras que la vida me ponía en el camino. No se dónde están los demás, ni la suerte que el futuro les proporcionó; pero no creo que haya sido fácil para ninguno de ellos, como tampoco lo fue para mí, que un día llegué a Chile gracias a la "beca autoexilio" que las Organizaciones Criminales le dan a las personas que quieren huir de sus crímenes y violencia...
Ya en Chile, cuando decidí radicarme definitivamente, llegué por azar y por invitación de la corredora de propiedades a visitar un departamento en uno de los edificios que se estaban construyendo en la Florida, muy cerca de la Estación Metro Bellavista. El sector prometía, se estaba comenzando a construir la Autopista Vespucio Sur y el Mall comenzaba a levantar sus muros. Recorriendo el departamento me asome al balcón y observe un Estadio en la distancia y pregunté a la corredora cuál era ese Estadio y fue impactante para mí cuando la escuché decir: "¡Es el Monumental del Colo Colo!". La piel se me erizó y a mi memoria llegó como una tormenta, los años de mi infancia pateando una pelota de trapo y más grande, corriendo por la extensa pista del Aeropuerto Olaya Herrera para volver casa después de haber jugado un reñido partido con el archirrival, los del Barrio Antioquia. No puede contener mi emoción y le dije a la corredora: "¡Yo jugué en el Colo Colo!" ... Rubén Solano
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