"El sábado 23 de febrero, nos deberíamos vestir todos de blanco y salir a las calles para demostrar nuestra solidaridad por el pueblo venezolano, orar por la paz y celebrar el fin de la narco-dictadura chavista."
Para el próximo sábado 23 de febrero está previsto el ingreso de la Ayuda Humanitaria a Venezuela liderada por el Presidente Interino Juan Guaidó. Han pasado muchas cosas desde que la Organización de Estados Americanos, el Parlamento Europeo, el Grupo de Lima y más de 40 países del planeta desconocieran el nuevo mandato de Nicolás Maduro, al cual consideran un usurpador del poder y por ello, reconocieran la proclamación que hiciera la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela de Juan Guaidó como su Presidente Interino para cumplir tres objetivos: Aceptar la ayuda de los países del mundo para enfrentar la grave crisis humanitaria de escases de alimentos y medicamentos en el país, liderar la transición y la salida del régimen chavista de Nicolás Maduro y llamar a nuevas elecciones presidenciales.
Ya no se trata de dialogar, ni de aceptar la
continuación del régimen chavista en el poder. Ahora se trata de exigir la
entrega del mando y la salida de toda la cúpula de civiles y militares que
durante 20 años saquearon las riquezas del país, destruyeron la economía,
obligaron al exilio a más de 5 millones de venezolanos, corrompieron las
Fuerzas Armadas, manipularon la historia y tergiversaron las palabras del Libertador Simón Bolívar, hirieron de muerte la democracia, expropiaron las empresas productoras y distribuidoras de bienes y servicios, y enviaron a la cárcel, torturaron
y asesinaron la oposición. Por todo lo anterior, lo único aceptable es una
negociación para una salida pacífica, sin concesión de más tiempo de
permanencia en el poder. Así se desprende de la presión al régimen de Maduro
por parte de la población opositora y de la comunidad internacional, que es
cada día más fuerte, y de la negativa a aceptar mediadores.
Pero nada de lo hasta ahora hecho ha sido suficiente
y, por el contrario, el régimen usurpador ha respondido con mofa y altanería.
Ha desconocido la grave crisis humanitaria en que vive la inmensa mayoría de
los venezolanos, calificando de ser un “show mediático” de la oposición. Ha
desconocido el éxodo provocado a millones de venezolanos que padecen hambre,
necesidades y humillaciones en las fronteras de muchos países latinoamericanos.
Ha armado de manera irresponsable e indiscriminada a todos sus seguidores,
incluyendo a los niños. Ha culpado del desastre económico y el saqueo de la
riqueza nacional a la comunidad internacional, negando su comportamiento
negligente, corrupto e incompetente desde el primer día de haber asumido el
poder hace más de 20 años…
Sobre lo que puede ocurrir el sábado 23 de
febrero, nadie lo sabe. Lo cierto del caso es que son los venezolanos y
únicamente los venezolanos, quienes pueden resolver el problema y darle la
vuelta a una partida que hace dos décadas están perdiendo. Hoy se abre una
oportunidad con la Ayuda Humanitaria, las múltiples declaraciones de apoyo de
los diferentes países del mundo y el liderazgo de Juan Guaidó, que finalmente
parece haber logrado la unidad de una oposición que, por fragmentada, también
tiene una alta cuota de responsabilidad en esta larga tragedia. Ahora no pueden
perder el impulso, ni todo el viento a favor que les acompaña. Es el momento de
regresar a casa, les espera un largo y difícil camino, pero nunca tan largo ni
tan difícil como el que han recorrido durante estos 20 años viviendo
prácticamente como parias.
Los venezolanos no deben sentirse solos en
estos momentos. Los estaremos acompañando en cada paso hasta la recuperación de
su país, de su territorio, de su libertad, de su democracia, de su dignidad y de su orgullo.
Jamás olvidaremos que de sus cunas nacieron los héroes a los que debemos la libertad y la independencia que un día gritaron nuestros ancestros.
Colombia ha estado entre los primeros países
dispuestos a acompañar a los venezolanos y esto me llena de orgullo. Estamos eternamente
agradecidos de Venezuela porque siempre, en los tiempos más difíciles, millones
de compatriotas han sido recibidos y acogidos con dignidad y respeto. Colombia y
Venezuela son mucho más que una historia en común y una misma bandera tricolor. Somos
hermanos y no podemos permitir que bandas criminales, ni narco-terroristas nos dividan, se tomen
los países ni secuestren los gobiernos de turno.
El sábado 23 de febrero, nos deberíamos vestir
todos de blanco y salir a las calles para demostrar nuestra solidaridad por el
pueblo venezolano, orar por la paz y celebrar el fin de la narco-dictadura
chavista. Es el momento de devolverle la mano a los venezolanos. Yo también soy Venezuela. RDS
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