miércoles, 3 de marzo de 2010

¡SIEMPRE HAY QUE ESTAR ALERTA!


El fuerte terremoto que padeció nuestro país, el pasado sábado 27 de febrero ha dejado al descubierto las debilidades de nuestros planes y sistemas de seguridad y emergencia.

Se que para muchos de los lectores es prematuro escribir sobre estos temas, pero quiero hacerlo ahora porque no sabemos que tan lejos o que tan cerca estamos de volver a vivir una nueva experiencia como la ya vivida.

Además, sólo quiero atacar los puntos que considero vitales de tener en cuenta al momento de suceder una tragedia colectiva de cualquier tipo y magnitud.

ACTUAR, NO PENSAR

Es un hecho que en momentos de tragedia, la probabilidad de que la mente del ser humano se bloque es muy alta. Recordemos las imágenes sobre la reacción del Ex Presidente de USA, George W. Bush, cuando los terroristas atacaron las Torres Gemelas de N.Y… Sólo se reacciona por instinto y es justamente el instinto de conservación el único que puede explicar muchas de nuestras conductas.

Si antes de que ocurran las tragedias, pensamos en cuales deben ser las acciones, medidas y comportamientos que debemos asumir en determinadas circunstancias o escenarios que nos encontremos, seguramente que el instinto buscará en nuestro cerebro esas conductas y nos hará actuar de una forma que parecerá más racional. Recordemos que en esos momentos no hay mucho tiempo para pensar. El sábado, sólo fueron 180 segundos y todo se vino abajo!

PRESENCIA DE LA AUTORIDAD

La sensatez, la cordura y el buen criterio, no son conductas que nacen con las personas. Tampoco son conductas que les interese tener a muchas otras. Estas se adquieren en el seno del hogar o en medio de un ambiente escolar y social proclive a ellas. No seamos ingenuos, no le pidamos peras al olmo!

El miedo, el instinto de conservación, el egoísmo, la brutalidad y el instinto criminal, generalmente son los que se apoderan de las personas más vulnerables e ignorantes en los momentos de una tragedia. Tristemente, no son pocos y por esta razón en las catástrofes se convierten en bandas, hordas o masa, que se mueven sin líderes y sin motivos. Estas personas no razonan, no aceptan instrucciones. Sólo se pueden aplacar con gestos u órdenes dadas por personas que demuestren ser más fuertes que ellos.

Cuando las comunidades pudieron levantarse del primer impacto del terremoto y se ordenaron, o cuando llegaron las fuerzas militares, el caos social terminó.

Por eso la presencia de las fuerzas del orden desde el mismo instante de la emergencia o de la tragedia es fundamental. Aquí es mejor pecar por exceso que por defecto, porque nunca se sabe en los primeros minutos, cuál es la gravedad ni la magnitud de lo que esta ocurriendo.

Teniendo en cuenta que existen muchos lugares del país donde no será rápida la presencia de las fuerzas militares, conviene a la población prepararse y tener sus propias Brigadas de Seguridad para reaccionar de manera inmediata cuando vea amenazada su integridad personal o patrimonial.

CAPACITAR, SIMULAR, PRACTICAR,…

Con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, cuando haya la ocasión debemos hablar sobre las medidas de seguridad y el comportamiento que deberíamos tener en caso de una tragedia. Nunca esta demás, ponernos en situaciones difíciles y conocer las experiencias que ayudaron a sobrevivir a otros.

La ONEMI y las demás instituciones públicas y privadas encargadas o preocupadas de estos temas de emergencias y catástrofes juegan un rol muy importante, instruyendo, capacitando y educando la población. La revisión permanente de los planes de emergencia y su divulgación por todos los medios, así como la realización de simulaciones de catástrofes con la participación de la misma comunidad es fundamental. Los pobladores de la Isla de Juan Fernández, deben sus vidas a una acción y a un comportamiento previamente acordado: “Cuando suene el gong. ¡Todos al cerro!”

CONTROLAR LA ANGUSTIA Y LA DESESPERACIÓN

Es la tarea más importante que debemos y podemos cumplir todas las personas desde el mismo momento de la tragedia y desde cualquier sitio y posición. Llevar tranquilidad a los damnificados, hacerlos sentir acompañados, estar con ellos en cuerpo, mente y alma. Acompañar a los familiares y amigos para que nadie se sienta sólo en esos momentos, son acciones que no cuestan nada, pero en cambio si renuevan el espíritu luchador del que está caído. Levantar una bandera golpeada por la catástrofe en medio de los escombros, dio más ganas de vivir y salir adelante en esos momentos que cualquier otro tipo de ayuda!

La labor de los Radio Aficionados, las Redes Sociales, los Medios de Comunicación y tantas personas inscribiéndose en uno u otro voluntariado, renuevan la fe y le dan mucha esperanza a quienes más lo necesitan. Fue genial la idea de un miembro de Facebook, cuando recomendó liberar las claves de acceso a Internet en las zonas de desastre.

REACCIONAR A TIEMPO

Sin embargo, hay elementos que son básicos y necesarios en todas las catástrofes y que inexplicablemente siempre se demoran para llegar. Me refiero por ejemplo, al agua, la leche, los pañales para adultos mayores y niños… La ONEMI los conoce muy bien, e inclusive tiene una lista de ellos, a la cual se puede acceder vía Internet.

Pero, los productos no llegan a tiempo, nunca están disponibles. Esto tiene que cambiar y se me ocurre que existe una manera muy fácil para que así sea: Estos productos deberían ser entregados en consignación o depósito a la ONEMI por parte de los proveedores y/o supermercados cercanos a las zonas de desastre para que disponga de ellos. Tengan la seguridad que no nos va a faltar dinero con que pagar las cuentas!

El traslado de los productos a las zonas de desastre puede resultar un poco más complicado y demorado, pero no tanto como ha resultado en esta oportunidad. La ONEMI debería poder contar con los helicópteros, avionetas, vehículos y naves, de propiedad pública o privada para hacerlos llegar. Tampoco faltará dinero para pagarles los servicios de transporte a quienes no los puedan ofrecer desinteresadamente.

Finalmente, estoy convencido que la solidaridad y la cooperación humana son mucho más grandes y fuertes a nivel mundial de lo que nos podemos imaginar. Así mismo, estoy convencido que tenemos la imaginación, el talento y los recursos suficientes para estructurar sofisticados Planes de Emergencia para enfrentar cualquier tipo de tragedia o desastre.

CAPACIDAD DE GESTIÓN

En donde estamos muy débiles, casi en pañales, es en nuestra CAPACIDAD DE REACCIÓN Y GESTIÓN. No sabemos ordenar las prioridades, ni manejar los recursos que se disponen en un momento determinado. No sabemos distribuirlos. Con nuestros sistemas, estamos dejando mucha gente fuera del alcance de las ayudas y estamos estimulando el oportunismo, el acaparamiento, la especulación y la rapiña de algunos...

Hay muchas lecciones que debemos aprender de esta tragedia y a mi me gustaría enriquecer estas ideas con todos los que quieran, con el fin de hacer más dignas y llevaderas la enorme carga emocional y sensación de vacío e impotencia, que deja en nosotros este tipo de tragedias. AQSA