Se ha comparado la catástrofe en la Región de Valparaíso con la del terremoto de febrero de 2010 y me parece que no corresponde estaloñi((iiomparación, especialmente cuando con ella se pretende llamar a lalllll¡l¡llllllll calma a una ciudadanía que hace tiempo está convencida que los incendios tienen más señales de haber sido provocados por manos criminales que por los designios de la naturaleza. La verdad, es que la ola incendiaria en la Región de Valparaíso es más parecida a la ocurrida aquel nefasto mes de octubre de 2019, mal llamado "Estallido Social", cuando una horda de delincuentes, anarquistas y desalmados, aprovecharon, una vez más, el malestar de una masa ciudadana movilizada contra las viejas promesas incumplidas por gobiernos ineficientes, abusadores y corruptos, para destruir e incendiar la infraestructura crítica de la Región Metropolitana de Santiago y todos los espacios públicos de mayor sensibilidad y congregación de la gente.
"Resulta difícil pensar que pudieran existir personas tan miserables y desalmadas capaces de causar tanta muerte y dolor, pero si estas personas existen las vamos a buscar, las vamos a encontrar y tendrán que enfrentar no solamente el repudio de la sociedad entera, sino también todo el peso del derecho y de la ley", dijo Gabriel Boric sobre la catástrofe que padecen y enluta a los porteños; y no tengo por qué no creer lo que dice, aunque es raro que dude de la "existencia de personas miserables y desalmadas" capaces de provocar un desastre como éste.
En su paso por el gobierno Boric ha sido testigo, desde el día uno, de la crueldad y cero empatía que tienen algunas personas con sus semejantes. Son mentes enfermas, personas dañadas por diferentes razones, en donde el odio, el resentimiento y la injusticia social, son algunas de ellas. De todas maneras, estas personas no parecen tener remedio y lamentablemente, no pocas veces son manipuladas por mentes criminales que posan de bienhechores, bondadosas y santurronas en los amplios pasillos de cómodas, pomposas y seguras edificaciones. Como cuando aquel joven irresponsable, otrora diputado dijo: "Hay que hacer la revolución con el lumpen, porque es el único que no tiene nada que perder." Olvidando, en su ignorancia, que el lumpen no tiene ideología, ni partido político, ni escrúpulos y que no hay monto de pensión de gracia de por vida, que sea suficiente para congraciarlos con la sociedad.
Duele saber que el número de personas fallecidas hasta el momento de publicar este artículo, haya llegado a 123 y que se espere un número mucho mayor por parte de las autoridades, porque todavía hay lugares inaccesibles para las brigadas de auxilio y se han reportado 372 desaparecidos. La verdad, es que de probarse que los incendios son provocados estas muertes no serían accidentales, son homicidios, como tampoco sería accidental la quema de los cientos de predios, autos y viviendas. Son actos criminales, son actos premeditados. Nadie provoca un incendio y utiliza acelerantes cerca de poblaciones y vías públicas, sin esperar un desastre de tales magnitudes. Sólo grupos anarquistas y terroristas tienen el poder para atentar contra la seguridad nacional, sin importarles las consecuencias. Ahora, sólo nos queda rezar por las víctimas y sus familiares y convocar nuevamente el espíritu solidario de los chilenos, ese que nunca duerme...
Como lo he dicho en otras oportunidades: lo único positivo de tener a Gabriel Boric y a sus "amiguis del cole" en el poder, es que con ellos, se ha dado la oportunidad de gobernar a todo el abanico de la clase política de extrema izquierda a extrema derecha. Con ellos, la experiencia también ha sido transversal: hombres y mujeres, ricos y pobres, jóvenes y viejos, con y sin "charreteras", y hasta "los", "las" y "les", nos han gobernado. Tal vez ahora, después de tantas "volteretas", que han confirmado el comportamiento errático y arrogante, que tenía la ultra-izquierda frenteamplista y comunista, antes de llegar al poder, se ponga fin al obstruccionismo de quienes estén en la oposición y por fin aflore la sensatez, se contengan las ambiciones personales y se firmen los acuerdos que traen paz y justicia social, con soluciones oportunas y suficientes a los problemas sociales.
Chile necesita de una clase política mayoritaria idónea y proba, porque la clase política mayoritaria que hoy tenemos no lo es. Necesitamos una clase política mayoritaria liberada de consignas y prejuicios del pasado. Una clase política mayoritaria, enfocada en la solución de los problemas sociales y no en su orgullo y enriquecimiento personal. Una clase política mayoritaria insobornable, con valores y principios éticos. Una clase política mayoritaria sin complejos, para hacer respetar el Estado de Derecho y asumir la protección del país y de las personas de bien de enemigos internos y externos. Una clase política mayoritaria, incapaz de claudicar a la presión y a las amenazas de grupos violentos y extremistas, para los que la democracia no significa nada. -Rubén Solano