Honorables Convencionalistas: Me dirijo a ustedes y de manera especial, a los chilenos de sangre, nación y corazón que se definen como tal y que habitan este planeta tierra reconociendo como territorio propio la actual República de Chile, porque ninguno debe quedar excluido.
Todos, todas y todes sin excepción,
con sus virtudes y defectos, sus éxitos y fracasos, sus pecados y bondades, sus
aciertos y sus errores, sus limitaciones y excesos, desde la primera fila hasta
la última, los que compartimos esta misma identidad y que nos debemos acoger a
la futura Carta Constitucional que ustedes nos van a proponer, de ser aprobada
en el plebiscito de salida.
Hablo en nombre propio y de
FUNDESCOCHILE[1], una organización de la
sociedad civil, que nació hace dos años para contribuir a la generación de una
cultura de Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor
Informada, comprometida en colaborar en la Gestión y la Fiscalización Pública
desde las organizaciones sociales y comunitarias, porque también entendemos nuestra
responsabilidad en los éxitos y fracasos del país. Por ello nuestra petición a
la Convención fue, previa a esta audiencia, traducir nuestro mensaje en las
lenguas de nuestros Pueblos Originarios y en Creol, para integrar también a
nuestros hermanos haitianos. No creemos que nadie sea más chileno que quien se
cree chileno y está dispuesto a dar su vida por hacer respetar la identidad, la
diversidad cultural y el medio ambiente que la naturaleza nos ha prodigado en
este rincón y pequeño espacio del mundo.
Voy a hablar con la fuerza de mi
corazón y el amor que siento por esta patria que me duele hasta los huesos. En
FUNDESCOCHILE, no nos preocupa ningún modelo socio-económico, ni de gobierno,
ni sistema político que nos rija, porque siendo importantes, nos preocupa mucho
más la probidad e idoneidad de los líderes, la forma de acceder al poder y de
mantenerse en él. Nos preocupa la oportunidad, la transversalidad y la
suficiencia con que llegarán las soluciones a los problemas sociales. Y es en
este punto en donde creemos que es el momento de incorporar a nuestro sistema
político la Democracia Participativa, como la necesaria apertura de la
Democracia Representativa que debe integrar instituciones que permiten una
mayor colaboración de los ciudadanos en la actividad pública[2], como
una estrategia para acelerar la solución de las demandas sociales que se
estancan y eternizan en las oficinas públicas y en los centros de decisión del
país tanto a nivel local, regional como nacional y lleva, como respuesta, a la
pérdida de credibilidad y confianza de la ciudadanía en las autoridades y en la
clase política que nos representa.
Proponemos la incorporación de la Democracia Participativa como una estrategia para contribuir a combatir el abuso del poder y la corrupción, que son los principales causantes de la desigualdad, la injusticia y la rabia social.[3]
Proponemos la Democracia Participativa como una estrategia para que los ciudadanos también tengamos injerencia vinculante desde los territorios en la Gestión Pública, en la Fiscalización de las decisiones de las autoridades y en el cumplimiento de las propuestas de quienes nos representan...[4]
Nuestro futuro y el de nuestros
hijos y nietos, ya no debe estar únicamente en las manos de unos pocos que se
creen con derecho irrevocable a gobernar con total libertad y recibiendo la eventual
fiscalización de entes estatales, que también son susceptibles de ser
manipulados como ha ocurrido en el presente.
Sabemos que la experiencia de la
Democracia Participativa en América Latina no ha sido tan positiva como los
promotores lo deseamos. Sin embargo, les desafiamos a revisar la extensa
bibliografía[5] que compartimos como anexo,
para que descubran y digan: ¿Cuál ha sido la actitud y el aporte en materia de
educación ciudadana de los gobiernos, los partidos políticos, los centros de
formación básica, media y superior, los gremios y los movimientos y
organizaciones sociales, para que la Democracia Participativa se desarrolle en
esos países como debe ser?... Nuestra conclusión es que ha sido un aporte muy
insignificante y en algunos países, derechamente ha sido una burla a la
ciudadanía, al pueblo. Les entregaron la caña de pescar, pero a nadie le
enseñaron a pescar. Y era obvio, ninguno quería dejar de venderle la
"pescada" al pueblo.
Por lo anterior, para que no se repita la
historia y para conjurar a los detractores de la Democracia Participativa que
nos llenan con argumentos de fracasos de este sistema, una Nueva Constitución
para Chile no solamente debe declarar un sistema de Democracia Participativa,
sino incluir el derecho y la obligación de promover una Educación Cívica 2.0 o
mejor aún, promover una Formación Ciudadana para el siglo XXI que incluya a las
personas desde que tienen uso de razón hasta el día de su muerte. Porque la
soberanía reside en los ciudadanos y estos deben estar a la altura de la
evolución y complejidad del Estado y sus instituciones para invocarlas y
utilizarlas.[6]
Creemos que, más importante que una bonita declaración de principios, debe ser el comportamiento ciudadano informado, coherente y permanente, porque la Participación Ciudadana es para ejercerla y no sólo para declararla. Queremos una ciudadanía que haga uso oportuno e inteligente de los Mecanismos de Participación Ciudadana vinculantes, democráticos y pacíficos, como la Iniciativa Legislativa Popular, los Plebiscitos, los Referéndum Revocatorios y las Veedurías Ciudadanas entre otros...
La Democracia Participativa y sus Mecanismos de Participación no son un capricho ciudadano, sino la forma de Democracia para el siglo XXI que ciudadanos más informados, más educados y más conectados necesitan y exigen. Es la alternativa pacífica de solucionar las controversias en una sociedad que ha sido constantemente engañada por la clase política y que ha tenido que salir a la calle para inmolarse y recibir al menos su atención, no necesariamente la solución, la cual muchas veces ha sido "chutiada pa delante"...
Finalmente, quiero cerrar esta intervención agradeciéndoles el esfuerzo que hacen y el difícil desafío que asumieron y reafirmar, que la Democracia Participativa no elimina ningún cargo, ni desconoce la importancia de la representación a pesar de su fracaso. Por el contrario, la Democracia Participativa es un complemento de la Democracia Representativa y puede rescatarla de la crisis,[7] contribuyendo a recuperar la confianza ciudadana en las autoridades y mantener en alto el prestigio de nuestras instituciones.
La Democracia Participativa es un
proceso complejo[8] que tiene un alto costo,
es cierto, pero nunca tan alto como los costos de la corrupción y de cualquier
estallido social. Además, jamás será causante de la autodestrucción de la
sociedad ni de las lágrimas que han derramado en las calles cientos de personas
por reclamar sus derechos.
Los Mecanismos de Participación Ciudadana de carácter vinculante que se incorporen,[9] permanecerán latentes y se activaran de manera complementaria, cuando las instituciones del Estado, las autoridades de gobierno o los representantes en el poder, dejen de cumplir el mandato para el cual fueron elegidos. Son previsibles los errores que ocurrirán en su implementación, pero se superarán con formación ciudadana y con el fortalecimiento de alianzas co-creativas y co-productivas entre las Organizaciones de la Sociedad Civil-Los Centros de Formación Superior y las Entidades del Estado.
Con una Democracia Participativa como principio, con mecanismos activos de participación y con autoridades de gobierno y representantes responsables, tendremos leyes más oportunas y gestión pública más eficiente. Terminaremos con el bloqueo y el obstruccionismo de los políticos irresponsables y oportunistas. Habrá control a la desigualdad y a la injusticia social. Habrá mayor freno al abuso del poder y a los actos de corrupción. Las comunidades tendrán más injerencia en las decisiones que los afectan. Disminuirá la rabia y no tendrá sentido la paralización de las actividades del país, la destrucción de los espacios públicos, la autodestrucción de la sociedad, ni la inmolación de ningún ciudadano desesperado, ni el enfrentamiento de la ciudadanía con las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública. Un enfrentamiento irracional que sólo deja más víctimas y nos polariza cada vez más...
Una última reflexión para destacar la importancia y la vocación inclusiva que envuelve la democracia participativa. No creo que alguien con mediana inteligencia, desconozca que somos un país multicultural. Cuando estoy viendo un partido de fútbol de la selección de Chile, de nuestra Roja querida, como el que jugará hoy en Paraguay, pongo mi energía y mi corazón en ella.... y al final, después de una larga espera y una profunda angustia, cuando llega el gol de Chile, el corazón se me quiere salir y dejo escapar ese grito de alegría y de emoción que me puede durar mucho tiempo después. Lo más increíble es que jamás me ha preocupado el origen del autor o autores de los goles. Si vienen de mi equipo favorito o del archirrival. Ni siquiera me importa dónde nacieron, ni quiénes son sus padres. Solo me importa que son un seleccionado nacional y que pusieron alma, vida y corazón en la cancha. Todos traen lo mejor de su vida, su experiencia y su entorno para ponerlo a disposición de los chilenos que amamos el fútbol...
Esto es lo que extrañamos de la
clase política y de ustedes en esta Convención. Hay veces que no parece que
estuvieran jugando para el mismo equipo, para el mismo país. Se debe revertir
con el ejemplo esa extraña sensación de exclusiones que hay en el ambiente: ¡Cómo
duelen los proyectos sociales que traen solución a las comunidades y que luego
son rechazados, al parecer por autoridades inescrupulosas, cuando no ven, por
ejemplo, en los promotores o beneficiarios a sus compadres! ¡Cómo duelen estas
campañas electorales cuya financiación, deja la sensación de no alcanzar para
promover la experiencia, la formación y la sensatez de la mayoría de los
candidatos y sea sólo suficiente para que algunos puedan continuar en el
poder!... Por ello, no es extraño ver la remontada de algunos candidatos que,
sin ninguna sustancia, pero con suficiente desfachatez e inmediatez, flotan
como espuma nociva en las RRSS, para finalmente sorprendernos al capturar el
voto de una masa desinformada.
Necesitamos recuperar el rumbo o
iniciar un nuevo camino en donde la Participación Ciudadana sea mucho más que
depositar un voto en las urnas, el cual debe ser voluntario, para que sea el
termómetro que mida el éxito o el fracaso de nuestro sistema político y no un
voto obligatorio, que oculte la decepción ciudadana y contenga la rabia social
como en una olla a presión. RDS
“Promovemos
una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y Mejor
Informada, comprometida en colaborar en la Gestión Pública y en la
Fiscalización de las Instituciones del Estado”
[1] FUNDESCOCHILE: P.J. N°290386
con fecha 03-06-2019
[2] Soto Barrientos, Francisco. 2013. El
Desafío de la Participación. Referendo e Iniciativas Legislativa Popular en
América Latina y Europa. Ediciones LOM. Chile. Pág.237
[3] Recomendamos la lectura del libro de
Carlos Peña “Pensar el Malestar. La Crisis de Octubre y la Cuestión
Constitucional”
[4] Chile firmó en el 2009, junto a
otros 15 países la Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la
Gestión Pública.
[5]
Compartimos un archivo Excel
con o una relación bibliográfica sobre Democracia Participativa y temas conexos
que fundamentan y profundizan esta presentación.
[6]
Ese saber nos debe permitir comprender aquello que nos caracteriza, como bien
lo afirma el poeta colombiano William Ospina: «Ante cualquier afirmación,
ante cualquier verdad, ante cualquier prestigio, siempre habrá un colombiano
vehemente que se niegue, que refute, que se oponga. Ello puede ser visto como
algo odiosamente negativo por los entusiastas de la autoridad, por quienes
piensan que la sociedad no es viable si no se funda en la fuerza; pero hoy
podemos verlo como desafió para la imaginación, en la búsqueda de un tipo de
democracia donde ser ciudadano no signifique ser un eterno subordinado, ese
anodino personaje de Kafka que padece con sumisión las arbitrariedades del
Estado, las pequeñas tiranías de los funcionarios, las profusas manipulaciones
del poder».
[7] Boaventura de Sousa Santos,
Reinventar la democracia. Reinventar el Estado, Buenos Aires, Consejo
Latinoamericano
de Ciencias Sociales, 2006, p. 51.
[8] Un buen análisis de las complejidades
de la Democracia Participativa y de las estrategias utilizadas para su
implementación se puede leer en diferentes investigaciones como la de Eloísa
del Pino y Cesar Colina en diferentes países de Europa. Ver referencia
bibliográfica.
[9] Recordamos que en Chile existen
mecanismos de participación ciudadana desde el 2008 que en su mayoría son de
carácter informativo y consultivo promovidos y regulados por diferentes leyes
como la de Transparencia (L.20.285/08), del Lobby (L.20.730/14) y de Asociación
y Participación Ciudadana en la Gestión Pública (L.20.500/11), de Formación
Ciudadana (L.20.911/16).
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