sábado, 24 de octubre de 2020

¡Fuerza Chile!

Mañana es el plebiscito y hay más expectativa por el comportamiento de la gente después del resultado, que con el resultado mismo. 

Chile vive momentos muy complejos. Observo que hay mucha rabia, mucho odio acumulado. Me parece que no se trata ni de la riqueza ni de la pobreza. Da lo mismo el resultado. Hay algo más profundo, que creo sólo puede tener solución después de una catarsis nacional. 

La dirigencia política, empresarial, religiosa, académica, social,... parecen haberse coludido para decepcionarnos. Hemos perdido la fe y la confianza en todo. Hasta las nuevas generaciones que llegaron al poder, en medio de luchas y movimientos sociales,  nos han decepcionado. Con los milenials ya perdimos todo contacto y la pandemia vino a consolidar esta relación que sólo ha sido distante y digital. 

El país está tremendamente polarizado y terriblemente atrincherado. Es temerario salir a la calle con la camiseta del equipo de fútbol de preferencia y da pánico expresar públicamente lo que pensamos. Mis dedos cada vez tiemblan más cuando escribo lo que pienso y mi familia no deja de preocuparse. Tal vez deba dejar de escribir y de pensar, porque hay personas que están convencidas que con la violencia pueden conseguir lo que quieren gracias a que pertenecemos a un Estado que prefiere "mirar pal'lado". 

Por lo anterior, no deberíamos, seguir tan preocupados de lo que queremos del Estado, sino de lo que debemos hacer para recuperar la confianza en nuestros dirigentes y en las instituciones, y en este sentido, sólo se me ocurre perseverar en promover y fortalecer una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada. 

Necesitamos una ciudadanía moderna,  civilizada y empoderada con mecanismos de participación pacíficos y democráticos que contribuyan a desentrampar la clase política, para que dejen de ponerse trabas, obstruirse, demorar y paralizar la solución de los problemas sociales que ellos muy bien conocen y que sus comunidades también padecen. Porque no importa lo que prometan quienes llegan al poder, sino que cumplan lo prometido. Ya no importa si solidarizan con los problemas sociales, sino cuándo y cómo los van a solucionar. 

El único grito que debería conmovernos y hacer que permanezca en la mente de la clase política después del 18-O es: "¡NO SON TREINTA PESOS, SON TREINTA AÑOS! - RDS

domingo, 11 de octubre de 2020

¡La Democracia está en Peligro!


"La Democracia está en peligro, no porque en sí misma sea un mal sistema para vivir en paz y armonía dentro de una sociedad, sino porque los representantes de los ciudadanos a cargo de los poderes y las instituciones del Estado, han abusado de ella y han quebrado la confianza de la nación. En este sentido, el problema no es la Democracia, sino quienes han abusado del poder que se les ha entregado o delegado."


Doloroso ha sido saber que algunos que han llegado al poder en el último tiempo, personas independientes y jóvenes dirigentes sociales, enarbolando las banderas en favAsassaqqaqor de la justicia social y en contra de la corrupción y el abuso del poder, se hayan mimetizado con la clase política desprestigiada y hoy no tengan ninguna vergüenza en pedir "perdonazos" para quienes sin derecho e ilegalmente, se apropiaron de los bonos destinados a personas y familias vulnerables. ¡Es inaceptable la excusa del empate, tal como lo es la de la venganza, porque el dolor y el sufrimiento son incomparables y nos lleva a una espiral de odio de la cual es muy difícil salir! 

La solución debe ser ejercer un mayor seguimiento y control a las actuaciones de quienes elegimos, y aunque suene paradójico, esto es posible conseguir, siempre y cuando tengamos instituciones confiables y capaces de ejercer con autonomía la labor fiscalizadora que les corresponde. Ahora bien, como la corrupción, el abuso del poder y la codicia es transversal y a contaminado también a las instituciones fiscalizadoras, corresponde a la ciudadanía permanecer atenta para intervenir y asumir la tarea de exigir cumplimiento de deberes y probidad a la clase política y dirigente del país. Algo que la ciudadanía hace desde los movimientos sociales y la protesta. Con ayuda, en algunas oportunidades, con la investigación de medios de comunicación. Pero, esa estrategia debe revisarse, porque al final de cada manifestación pública, es poco o nada lo que se consigue y, por el contrario, cada vez es más lo que se pierde, en vidas, seguridad, trabajo, fuentes de ingreso, infraestructura y espacios públicos y privados. Una lucha callejera que hace los pobres más pobres y los ricos más ricos, en donde la rabia y la polarización aumentan. Esa al menos es la conclusión que se puede sacar, desde el estallido social de octubre hasta el día de hoy.

Por lo anterior, es el momento de tener más y mejores Mecanismos Democráticos de Participación Ciudadana, que separen a las personas sensatas de la lucha callejera, que es un espacio que se han tomado los violentos, los vándalos y los delincuentes, cuyos crímenes desvían la atención y deslegitiman las demandas sociales. Sólo sirven para la crónica roja y como base del discurso de populistas, manipuladores y nefastos líderes. Porque eso está claro como el agua: siempre son los nefastos líderes opositores los que manipulan y se benefician de una masa ignorante, minoritaria y violenta que hoy protestan para un bando, cuando antes lo hicieron para el otro.

Finalmente, para quienes han visto con preocupación la experiencia de la Participación Ciudadana en otros países Latinoamericanos. A ellos les digo que la Democracia Participativa no le quita poder a los Representantes, sino que vela por un ejercicio honesto y de calidad de la política,  buscando recuperar y mantener la credibilidad y la confianza en la Democracia Representativa. Se trata de entregarle a la ciudadanía alternativas democráticas, efectivas y pacíficas para expresar su malestar y exigir la actuación oportuna de las instituciones frente a las decisiones y comportamientos indebidos de la autoridad.

Es posible que quienes hoy pretenden manipular la ciudadanía y se aprovechan de los más vulnerables, igual pretendan aprovecharse, haciendo un mal uso de los nuevos Instrumentos de Participación Ciudadana. Pero, esta dolosa actitud no debe ser lo único más preocupante que lo que hoy tenemos. Además, está la convicción que siempre es mejor perseverar en resolver los problemas por medios pacíficos y no por medios violentos. Debemos mantener el compromiso de promover y perseverar en una estrategia de formación que aumente en el país una Participación Ciudadana más Inteligente, más Inclusiva y más y mejor Informada.

No olvidar que el común denominador de lo que puede denominarse experiencia negativa de la democracia participativa en Latinoamérica, está justamente en la falta de formación ciudadana en el conocimiento y el uso adecuado de los Mecanismos de Participación Ciudadana. Permítanme la comparación: Les entregaron un conjunto de implementos para pescar, pero nadie o muy pocos saben pescar y tampoco hay mucha preocupación de quienes tienen la obligación,  como los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, de ayudarles a superar carencia. RDS