viernes, 16 de junio de 2017

¡CUANDO QUERER, NO ES PODER!

Instrumentos de Participación Ciudadana.
Estrategias para Recuperar la Confianza en
la Democracia Representativa de Chile
Lo Que Estamos Viendo
Las campañas a la presidencia de Chile están desatadas. Comenzaron a tomar fuerza con la serie de entrevistas realizadas por la televisión abierta con programas como “Tolerancia Cero” y “Aquí está Chile”, con el primer debate radial con los candidatos de Chile Vamos y con el rating que están marcando las franjas publicitarias. Y aunque considero que es una pena que los candidatos de la Nueva Mayoría y los Independientes, no tengan las mismas oportunidades y presencia en los medios de comunicación que la que tienen los candidatos del Frente Amplio y Chile Vamos, considero que lo escuchado y visto hasta el momento, sí es suficiente para formarnos una idea del contenido que tendrán los programas de los candidatos, sus prioridades y diferencias entre sí.
En lo visto y escuchado hasta el momento, son recurrentes en declaraciones y entrevistas los temas sobre las pensiones, la ley del aborto, el matrimonio igualitario, la violencia en la Araucanía, la delincuencia, las relaciones con Bolivia, la gratuidad en la educación, los elevados precios de la salud, el Transantiago y los inmigrantes. Sin embargo, no son suficientes los tiempos asignados para hacer un debate que profundice y unifique el diagnóstico de cada uno de los temas. Tampoco la orientación de los debates, permite recuperar la confianza de los ciudadanos sobre el real conocimiento que tienen los candidatos sobre los temas de interés ciudadano, ni permite conocer los detalles de cómo los candidatos van a hacer realidad las propuestas que están haciendo; y creo que la razón es muy simple: los candidatos, con la complicidad de los entrevistadores, están más preocupados en desprestigiar a los opositores, cuestionándolos por situaciones de carácter personal, que si bien son importantes, no corresponden por pertenecer, en la mayoría de los casos, al campo de la justicia y porque las respuestas de los interpelados, cualquiera sea y así haya sido una y mil veces expresada, no es aceptada, ni es suficiente, para quienes las exigen, los cuales asumen una posición majadera o quizás estratégica, de insistencia y de patética actitud de poseedores de una ética y una moral superior, que están muy lejos de tener.
Lo Que Deberíamos Ver
Es importante conocer las propuestas de los candidatos, la visión de país que tienen, los equipos con los cuales van a trabajar y las estrategias que van a utilizar para hacer realidad sus propuestas y acercar el país a la visión de sociedad que proponen. Esto no será posible, si los ciudadanos no lo exigimos y si los medios de comunicación no colaboran en este propósito. Quizás hacia el futuro, para evitar estos problemas, lo mejor sea establecer requisitos más precisos y acordes con el nivel y las responsabilidades que deben tener quienes desean ser candidatos a cargos de elección popular. Estas exigencias, no deben entenderse como una violación al derecho de todo ciudadano a aspirar a un cargo público, sino como un seguro social, en el sentido que, quienes sean candidatos y posteriormente resulten electos, tienen las competencias suficientes para hacer un buen desempeño en el gobierno.
Además de tener la posibilidad de elegir entre candidatos revestidos de competencias para los cargos, los ciudadanos debemos comenzar a exigir la existencia del “Voto Programático”, que obliga a los candidatos a un cargo de elección popular a ser consecuentes en el ejercicio de sus funciones, con los compromisos hechos a sus electores. Esto no significa desconocer la complejidad en la toma de decisiones en los centros de decisión del Estado, las cuales muchas veces demandan acuerdos y obligan a ceder posiciones y bajar banderas; porque esto es comprensible y válido en todo espacio y tiempo. Además, porque siempre es posible visualizar dentro de un contexto, un cambio temporal de estrategia.
El “Voto Programático” lo que pretende es cerrarles el paso a los oportunistas y a los populistas, entendidos estos últimos, como los candidatos que ofrecen soluciones inmediatas a problemas de alta sensibilidad social y compleja resolución. Y para no ponerle barreras a la innovación y la creatividad, es imprescindible que los candidatos, especialmente los mencionados, se hagan cargo del cómo van a lograrlo. Pero, contar con candidatos con perfil y competencias para el cargo y tener establecido el voto programático en el país, es insuficiente. Es necesario que los ciudadanos también, cada vez más empoderados y desconfiados de la clase política, tengan acceso a instrumentos de participación, que más allá de las movilizaciones sociales, permitan recuperar el control del sistema democrático, cuando ni los candidatos elegidos, ni las instituciones democráticas existentes, estén cumpliendo con el rol que les corresponde.
Es importante reiterar, que los instrumentos de participación ciudadana, no pretenden sustituir las instituciones democráticas existentes, como tampoco lo harán las movilizaciones sociales. Por el contrario, su existencia es una señal potente del avance en el manejo civilizado de los conflictos sociales y el fortalecimiento de las relaciones Estado – Sociedad. Dicho de otra forma, si el sistema democrático de un país funciona de conformidad con los intereses y las expectativas de la mayoría de los ciudadanos, no será necesario activar los instrumentos de participación ciudadana, y las movilizaciones sociales, se reducirán a las demandas legítimas de las minorías, debiendo estas, ser más ingeniosas y persuasivas, para colarse con las mayorías y capturar la atención de los representantes de los ciudadanos…
Pero, ¿cuáles son esos instrumentos de participación ciudadana que realmente hacen falta a la democracia chilena y sobre los cuales deberíamos estar exigiendo su incorporación? Se trata de instrumentos vinculantes, es decir, que den a los ciudadanos la posibilidad de tomar decisiones y que no sean meramente consultivos. Comencemos por los más conocidos en Chile:
El Plebiscito: Es el más conocido e inolvidable para los chilenos, porque con uno de ellos se marcó una nueva etapa en la vida de nuestra sociedad, al recuperar la democracia en manos, por muchos años de un gobierno militar o una dictadura, como quieran llamarle. El punto es que un plebiscito vinculante, es una consulta que se hace a la ciudadanía sobre un tema determinado y la opinión de la mayoría es obligatoria para quienes estén en el gobierno. Un uso más frecuente de esta figura, nos ahorraría muchas discusiones, especialmente las de carácter valórico, que desatan pasiones, atentan contra la convivencia pacífica y parecen ser impuestas por quienes están en el poder.
El Silencio Administrativo: También forma parte de la legislación chilena, pero sólo el conocido como el silencio administrativo “negativo”, que consiste en entender como rechazada una petición o una demanda, cuando ésta no tiene una respuesta en un plazo determinado, por parte de la autoridad de gobierno. Por ello, lo que debe regularse es el silencio administrativo “positivo”, que, de manera contraria, supone aprobada la petición o la demanda, cuando no se recibe una respuesta oportuna ni racional por parte de la autoridad. Así como lo lee, porque no se acepta como respuesta cualquier declaración de la autoridad. El uso de esta figura evitaría muchas marchas y protestas ciudadanas, por demandas puntuales o muy locales, que no tendrían por qué involucrar a toda la sociedad, porque bastaría con que el ciudadano o la comunidad afectada, elevara una solicitud a la autoridad de gobierno informando la demanda y la solución que espera. La autoridad se tomaría un tiempo prudente para estudiar el caso y formular una respuesta de aprobación o de negación con explicación racional. De lo contrario, la comunidad o el ciudadano asumen la solución propuesta, con cargo en sus costos al gobierno local, regional o nacional, donde corresponda.
La Iniciativa Legislativa Popular: Chile es un país extremadamente presidencialista, ni siquiera el poder legislativo tiene la potestad de proponer leyes. Pero, esto es algo que está por cambiar porque es un rezago de la constitución vigente, de lo cual toda la clase política es consciente. Lo que debe incorporarse es también la posibilidad, que los ciudadanos puedan proponer proyectos de ley para la discusión en el Congreso. Obviamente, esta es una potestad discrecional de la ciudadanía, la cual solo se activa cuando quienes están en el poder legislativo o ejecutivo no están discutiendo las leyes que los ciudadanos consideran prioritarias.
Veedurías Ciudadanas: Fiscalizar la gestión de los organismos del Estado a nivel nacional, regional o local, es algo que corresponde a las instituciones especializadas, que deben velar por la puntualidad en la ejecución de las obras o proyectos, la calidad de los materiales y el uso adecuado de los recursos, con seguimiento de los planes y presupuestos. Lamentablemente, esta función fiscalizadora no ha sido suficiente, ni permanente; y sin pretender hablar de las causas, lo importante es que esta función la puede y debe complementar la ciudadanía a través de figuras como las veedurías ciudadanas, que se organizan e instalan autónomamente, para ejercer la fiscalización de los proyectos que afectarán sus condiciones de vida. Con las veedurías ciudadanas nos adelantamos a la corrupción para evitarla o controlarla. Se evita el despilfarro de los escasos recursos del Estado y la realización de obras, que más que contribuir a solucionar un problema, lo que hacen es agravarlo.
Revocatoria del Mandato: Conocido también como referendo revocatorio, le concede a la ciudadanía la posibilidad de llamar a una votación para evaluar la continuidad de un representante elegido por el voto popular, que se considera, no está cumpliendo con los compromisos adquiridos en campaña. La pregunta es ¿Por qué razón la ciudadanía debe mantener en el poder a un representante que, sin justificación alguna, no está trabajando para lograr los objetivos o metas que se propuso y que fueron la razón por la cual llegó a ocupar el cargo?
A Manera de Conclusión
Nadie puede negar los avances de la sociedad en materia de organización y participación ciudadana. Cada vez son más añejas las ideas de la exclusión social y más cercanas las oportunidades de los ciudadanos, para influir en la gestión pública. Hacerlo de manera más civilizada e inteligente es el desafío, aprovechando las conquistas sociales y utilizando los instrumentos de participación ciudadana, que son las nuevas “armas” de la democracia.
Las figuras o instrumentos de participación ciudadana, mencionados precedentemente, ponen freno a la corrupción, al abuso del poder y a la gestión negligente de las instituciones del Estado, al tiempo que aceleran la solución de los problemas sociales, porque ayudan al ejercicio responsable de la democracia y al cumplimiento de los programas de gobierno. Si las instituciones democráticas creadas no operan, los ciudadanos pueden activar sus instrumentos, para que se aceleren los procesos.
Los instrumentos de participación ciudadana no crean una democracia paralela, ni sustituyen las instituciones democráticas existentes, solo contribuyen al mantenimiento de la gobernabilidad, al cumplimiento de los planes del gobierno y al fortalecimiento de la confianza de los ciudadanos en la clase política, sus gobernantes y representantes.
Es necesario salir de la “edad de piedra” y terminar con el vandalismo y la violencia callejera, como estrategia para reivindicar derechos o exigir nuevas demandas. Nadie debe inmolarse por una causa, ni bloquear los derechos y libertades de otros conciudadanos. El siglo XXI no solo trae avanzada tecnología, sino inteligencia artificial. Nos corresponde hacer un esfuerzo, como seres humanos, para hacer uso inteligente de ellas y estar a la altura de una sociedad que es muy diferente a la esclavista y explotadora del pasado.

Para terminar, deseo que hayan observado que lo expresado en este documento, no es exclusivo ni aplicable o recomendable a una sola tendencia política; porque todos los ciudadanos, al margen de su color político, credo, raza, sexo, etnia y capacidades, debemos trabajar en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria, solidaria, cooperativa, libre, equitativa, pacífica, … Al final, todos queremos lo mismo. Pero, la discusión siempre ha sido, cómo lo vamos a lograr, y aquí hay cabida para muchos modelos e iniciativas. Sin embargo, mientras se pretendan instalar, por una vía pacífica y haciendo uso del sistema democrático participativo existente ¡Bienvenido el modelo!, porque nadie sobra en Chile como para enviarlo al exilio e imponer una idea, y nadie es tan sobrado, como para dejarlo gobernar solo. RDS

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