Instrumentos de Participación Ciudadana.
Estrategias para Recuperar la Confianza en
la Democracia Representativa de Chile
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Lo Que Estamos Viendo
Las campañas a la presidencia
de Chile están desatadas. Comenzaron a tomar fuerza con la serie de entrevistas
realizadas por la televisión abierta con programas como “Tolerancia Cero” y
“Aquí está Chile”, con el primer debate radial con los candidatos de Chile
Vamos y con el rating que están marcando las franjas publicitarias. Y aunque
considero que es una pena que los candidatos de la Nueva Mayoría y los Independientes,
no tengan las mismas oportunidades y presencia en los medios de comunicación
que la que tienen los candidatos del Frente Amplio y Chile Vamos, considero que
lo escuchado y visto hasta el momento, sí es suficiente para formarnos una idea
del contenido que tendrán los programas de los candidatos, sus prioridades y
diferencias entre sí.
En lo visto y escuchado hasta
el momento, son recurrentes en declaraciones y entrevistas los temas sobre las
pensiones, la ley del aborto, el matrimonio igualitario, la violencia en la
Araucanía, la delincuencia, las relaciones con Bolivia, la gratuidad en la educación,
los elevados precios de la salud, el Transantiago y los inmigrantes. Sin
embargo, no son suficientes los tiempos asignados para hacer un debate que
profundice y unifique el diagnóstico de cada uno de los temas. Tampoco la
orientación de los debates, permite recuperar la confianza de los ciudadanos
sobre el real conocimiento que tienen los candidatos sobre los temas de interés
ciudadano, ni permite conocer los detalles de cómo los candidatos van a hacer
realidad las propuestas que están haciendo; y creo que la razón es muy simple:
los candidatos, con la complicidad de los entrevistadores, están más
preocupados en desprestigiar a los opositores, cuestionándolos por situaciones
de carácter personal, que si bien son importantes, no corresponden por pertenecer,
en la mayoría de los casos, al campo de la justicia y porque las respuestas de
los interpelados, cualquiera sea y así haya sido una y mil veces expresada, no
es aceptada, ni es suficiente, para quienes las exigen, los cuales asumen una
posición majadera o quizás estratégica, de insistencia y de patética actitud de
poseedores de una ética y una moral superior, que están muy lejos de tener.
Lo
Que Deberíamos Ver
Es importante conocer las
propuestas de los candidatos, la visión de país que tienen, los equipos con los
cuales van a trabajar y las estrategias que van a utilizar para hacer realidad
sus propuestas y acercar el país a la visión de sociedad que proponen. Esto no
será posible, si los ciudadanos no lo exigimos y si los medios de comunicación
no colaboran en este propósito. Quizás hacia el futuro, para evitar estos
problemas, lo mejor sea establecer requisitos más precisos y acordes con el
nivel y las responsabilidades que deben tener quienes desean ser candidatos a
cargos de elección popular. Estas exigencias, no deben entenderse como una
violación al derecho de todo ciudadano a aspirar a un cargo público, sino como
un seguro social, en el sentido que, quienes sean candidatos y posteriormente
resulten electos, tienen las competencias suficientes para hacer un buen
desempeño en el gobierno.
Además de tener la posibilidad
de elegir entre candidatos revestidos de competencias para los cargos, los
ciudadanos debemos comenzar a exigir la existencia del “Voto Programático”, que
obliga a los candidatos a un cargo de elección popular a ser consecuentes en el
ejercicio de sus funciones, con los compromisos hechos a sus electores. Esto no
significa desconocer la complejidad en la toma de decisiones en los centros de
decisión del Estado, las cuales muchas veces demandan acuerdos y obligan a
ceder posiciones y bajar banderas; porque esto es comprensible y válido en todo
espacio y tiempo. Además, porque siempre es posible visualizar dentro de un
contexto, un cambio temporal de estrategia.
El “Voto Programático” lo que
pretende es cerrarles el paso a los oportunistas y a los populistas, entendidos
estos últimos, como los candidatos que ofrecen soluciones inmediatas a
problemas de alta sensibilidad social y compleja resolución. Y para no ponerle
barreras a la innovación y la creatividad, es imprescindible que los
candidatos, especialmente los mencionados, se hagan cargo del cómo van a
lograrlo. Pero, contar con candidatos con perfil y competencias para el cargo y
tener establecido el voto programático en el país, es insuficiente. Es
necesario que los ciudadanos también, cada vez más empoderados y desconfiados
de la clase política, tengan acceso a instrumentos de participación, que más
allá de las movilizaciones sociales, permitan recuperar el control del sistema
democrático, cuando ni los candidatos elegidos, ni las instituciones
democráticas existentes, estén cumpliendo con el rol que les corresponde.
Es importante reiterar, que los
instrumentos de participación ciudadana, no pretenden sustituir las
instituciones democráticas existentes, como tampoco lo harán las movilizaciones
sociales. Por el contrario, su existencia es una señal potente del avance en el
manejo civilizado de los conflictos sociales y el fortalecimiento de las
relaciones Estado – Sociedad. Dicho de otra forma, si el sistema democrático de
un país funciona de conformidad con los intereses y las expectativas de la
mayoría de los ciudadanos, no será necesario activar los instrumentos de
participación ciudadana, y las movilizaciones sociales, se reducirán a las
demandas legítimas de las minorías, debiendo estas, ser más ingeniosas y
persuasivas, para colarse con las mayorías y capturar la atención de los
representantes de los ciudadanos…
Pero, ¿cuáles son esos
instrumentos de participación ciudadana que realmente hacen falta a la democracia
chilena y sobre los cuales deberíamos estar exigiendo su incorporación? Se
trata de instrumentos vinculantes, es decir, que den a los ciudadanos la
posibilidad de tomar decisiones y que no sean meramente consultivos. Comencemos
por los más conocidos en Chile:
El
Plebiscito: Es el más conocido
e inolvidable para los chilenos, porque con uno de ellos se marcó una nueva
etapa en la vida de nuestra sociedad, al recuperar la democracia en manos, por
muchos años de un gobierno militar o una dictadura, como quieran llamarle. El
punto es que un plebiscito vinculante, es una consulta que se hace a la
ciudadanía sobre un tema determinado y la opinión de la mayoría es obligatoria
para quienes estén en el gobierno. Un uso más frecuente de esta figura, nos
ahorraría muchas discusiones, especialmente las de carácter valórico, que
desatan pasiones, atentan contra la convivencia pacífica y parecen ser
impuestas por quienes están en el poder.
El
Silencio Administrativo:
También forma parte de la legislación chilena, pero sólo el conocido como el
silencio administrativo “negativo”, que consiste en entender como rechazada una
petición o una demanda, cuando ésta no tiene una respuesta en un plazo
determinado, por parte de la autoridad de gobierno. Por ello, lo que debe
regularse es el silencio administrativo “positivo”, que, de manera contraria,
supone aprobada la petición o la demanda, cuando no se recibe una respuesta
oportuna ni racional por parte de la autoridad. Así como lo lee, porque no se
acepta como respuesta cualquier declaración de la autoridad. El uso de esta
figura evitaría muchas marchas y protestas ciudadanas, por demandas puntuales o
muy locales, que no tendrían por qué involucrar a toda la sociedad, porque
bastaría con que el ciudadano o la comunidad afectada, elevara una solicitud a
la autoridad de gobierno informando la demanda y la solución que espera. La
autoridad se tomaría un tiempo prudente para estudiar el caso y formular una
respuesta de aprobación o de negación con explicación racional. De lo
contrario, la comunidad o el ciudadano asumen la solución propuesta, con cargo en
sus costos al gobierno local, regional o nacional, donde corresponda.
La
Iniciativa Legislativa Popular:
Chile es un país extremadamente presidencialista, ni siquiera el poder
legislativo tiene la potestad de proponer leyes. Pero, esto es algo que está
por cambiar porque es un rezago de la constitución vigente, de lo cual toda la
clase política es consciente. Lo que debe incorporarse es también la
posibilidad, que los ciudadanos puedan proponer proyectos de ley para la
discusión en el Congreso. Obviamente, esta es una potestad discrecional de la
ciudadanía, la cual solo se activa cuando quienes están en el poder legislativo
o ejecutivo no están discutiendo las leyes que los ciudadanos consideran
prioritarias.
Veedurías
Ciudadanas: Fiscalizar la
gestión de los organismos del Estado a nivel nacional, regional o local, es
algo que corresponde a las instituciones especializadas, que deben velar por la
puntualidad en la ejecución de las obras o proyectos, la calidad de los
materiales y el uso adecuado de los recursos, con seguimiento de los planes y
presupuestos. Lamentablemente, esta función fiscalizadora no ha sido
suficiente, ni permanente; y sin pretender hablar de las causas, lo importante
es que esta función la puede y debe complementar la ciudadanía a través de
figuras como las veedurías ciudadanas, que se organizan e instalan
autónomamente, para ejercer la fiscalización de los proyectos que afectarán sus
condiciones de vida. Con las veedurías ciudadanas nos adelantamos a la
corrupción para evitarla o controlarla. Se evita el despilfarro de los escasos
recursos del Estado y la realización de obras, que más que contribuir a
solucionar un problema, lo que hacen es agravarlo.
Revocatoria
del Mandato:
Conocido también como referendo revocatorio, le concede a la ciudadanía la
posibilidad de llamar a una votación para evaluar la continuidad de un
representante elegido por el voto popular, que se considera, no está cumpliendo
con los compromisos adquiridos en campaña. La pregunta es ¿Por qué razón la
ciudadanía debe mantener en el poder a un representante que, sin justificación
alguna, no está trabajando para lograr los objetivos o metas que se propuso y
que fueron la razón por la cual llegó a ocupar el cargo?
A
Manera de Conclusión
Nadie puede negar los avances
de la sociedad en materia de organización y participación ciudadana. Cada vez
son más añejas las ideas de la exclusión social y más cercanas las
oportunidades de los ciudadanos, para influir en la gestión pública. Hacerlo de
manera más civilizada e inteligente es el desafío, aprovechando las conquistas
sociales y utilizando los instrumentos de participación ciudadana, que son las
nuevas “armas” de la democracia.
Las figuras o instrumentos de
participación ciudadana, mencionados precedentemente, ponen freno a la corrupción,
al abuso del poder y a la gestión negligente de las instituciones del Estado,
al tiempo que aceleran la solución de los problemas sociales, porque ayudan al
ejercicio responsable de la democracia y al cumplimiento de los programas de
gobierno. Si las instituciones democráticas creadas no operan, los ciudadanos
pueden activar sus instrumentos, para que se aceleren los procesos.
Los
instrumentos de participación ciudadana no crean una democracia paralela, ni
sustituyen las instituciones democráticas existentes, solo contribuyen al
mantenimiento de la gobernabilidad, al cumplimiento de los planes del gobierno
y al fortalecimiento de la confianza de los ciudadanos en la clase política,
sus gobernantes y representantes.
Es necesario salir de la “edad
de piedra” y terminar con el vandalismo y la violencia callejera, como
estrategia para reivindicar derechos o exigir nuevas demandas. Nadie debe
inmolarse por una causa, ni bloquear los derechos y libertades de otros
conciudadanos. El siglo XXI no solo trae avanzada tecnología, sino inteligencia
artificial. Nos corresponde hacer un esfuerzo, como seres humanos, para hacer
uso inteligente de ellas y estar a la altura de una sociedad que es muy
diferente a la esclavista y explotadora del pasado.
Para terminar, deseo que hayan
observado que lo expresado en este documento, no es exclusivo ni aplicable o
recomendable a una sola tendencia política; porque todos los ciudadanos, al
margen de su color político, credo, raza, sexo, etnia y capacidades, debemos
trabajar en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria, solidaria,
cooperativa, libre, equitativa, pacífica, … Al final, todos queremos lo mismo.
Pero, la discusión siempre ha sido, cómo lo vamos a lograr, y aquí hay cabida
para muchos modelos e iniciativas. Sin embargo, mientras se pretendan instalar,
por una vía pacífica y haciendo uso del sistema democrático participativo
existente ¡Bienvenido el modelo!, porque nadie sobra en Chile como para
enviarlo al exilio e imponer una idea, y nadie es tan sobrado, como para
dejarlo gobernar solo. RDS
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