Quiero felicitar a la mayoría de Evópoli,
que en el Consejo General realizado el sábado 25 de enero ganaron con su
propuesta de iniciar una campaña en favor del voto por la APROBACIÓN de una
Nueva Constitución para Chile y su elaboración con unos constituyentes MIXTOS.
Fue un proceso democrático y transparente
organizado por la directiva, que tuvo para todos los militantes un poco más de
dos meses de campaña, preparación y reflexión, en virtud de que el 15 de
noviembre del 2019 un grupo de parlamentarios, firmaron un acuerdo para iniciar un proceso constituyente que le dé
salida a la crisis social por la cual atraviesa nuestro país.
Personalmente, era partidario de la
“Libertad de Acción” y de unos constituyentes sin vínculos parlamentarios. No
voy a recordar los motivos de mis convicciones, porque no corresponde y por
respeto a la voluntad de las mayorías. Pero sí deseo hacer propicia, en este
acontecimiento democrático de Evópoli, la ocasión para compartir algunas
reflexiones sobre lo que debe ser el comportamiento de los militantes de un partido milennial, nacido en democracia, sin
“pecado original” y sin rezagos de una clase política desprestigiada y en
decadencia.
Seré directo en mis apreciaciones. Debemos
aceptar lo esencial. No complejizando lo que por naturaleza es sencillo de
entender: Una sociedad necesita de la política y de los políticos, tal como
necesita la salud y los médicos o la educación y los maestros. El que tengamos
algunos políticos que nos producen vergüenza, es sólo nuestra responsabilidad,
tal como lo es tener médicos y maestros mediocres. Al fin de cuenta, somos
nosotros los ciudadanos quienes los elegimos.
La libertad que tenemos para pensar y
actuar, no debe conducirnos a vivir en una organización sin reglas, porque
entonces no existiría o no tendría sentido la organización. El consenso y los
sistemas de votación son mecanismos estratégicos para asegurar la convivencia y
la existencia de las organizaciones. Es poco inteligente vivir en
una sociedad democrática y no entender o no aceptar las decisiones que se toman
según sus reglas.
La libertad, como el derecho a pensar, no
tiene límites, pero sí el actuar, que se encuentra cuando se vive en una
sociedad democrática. Por ello, está bien exigir a los demás que acepten las
decisiones y actuaciones de quienes obtienen el apoyo de las mayorías. De todas
maneras, si no quedamos conformes, en democracia siempre existe la manera de
iniciar una nueva estrategia para lograr en el futuro un cambio en la opinión
de la mayoría o de trabajar por la creación de una nueva normativa para tomar
decisiones.
La crisis social por la cual atraviesa
nuestro país, responde a una contradicción y agregaría, a una falta de sensatez
y coherencia de muchos ciudadanos, que sólo aceptan y respetan las ideas que
ellos proponen. No son pocos los grupos minoritarios que hoy existen, que sin
respeto a la voluntad de las mayorías y utilizando todo tipo de estrategias,
por no decir también de armas y violencia, pretenden imponer su voluntad dentro
de una sociedad que tiene establecidas reglas y mecanismos de participación,
para que los ciudadanos sean escuchados y hagan valer sus derechos… Por
supuesto, que no voy a caer en la ingenuidad de decir que dichas reglas y
mecanismos sean los más adecuados, ni que quienes están en la obligación de
hacerlos valer lo estén haciendo bien. Claro, que vivimos en una época en que
se vulneran con facilidad los derechos de las minorías. Pero, ese es otro tema
del cual he escrito y hablado en otras oportunidades cuando me refiero a la
importancia de promover y ejercer una Participación Ciudadana más Informada,
más Inteligente y más Inclusiva.
Sin embargo, no deseo desviarme del
objetivo central de este mensaje, que es la oportunidad que tiene Evópoli, de demostrar la importancia de respetar la libertad de los
militantes de promover sus ideales y convicciones, al mismo tiempo de
entender que la sobrevivencia y éxito que deseamos y esperamos como
organización, depende del respeto a las reglas y principios que postulamos,
porque de lo contrario, no es posible avanzar como organización social, ni
tendremos la capacidad de instalar el modelo de “País Justo” que soñamos para
Chile.
Por lo anterior, estoy convencido que el
camino de quienes no “ganamos” en el Consejo General, debe ser respetar la
voluntad de la mayoría y apoyarlos para que tengan éxito. Partimos de la buena
fe de los “ganadores” y de su firme convicción en que ese es el camino
correcto. Su éxito será el de Evópoli y, por lo tanto, también será nuestro.
¿Qué otro sentido tiene la democracia, en una sociedad de ciudadanos libres,
que convivimos en organizaciones y espacios de manera voluntaria?
Tal vez, quienes pretendan negar los
resultados del Consejo Nacional, también deban reflexionar en la exigencia que imponemos
al Gobierno, por no hacer respetar el Estado de Derecho y ceder ante la presión
de las minorías, dando la espalda al mandato de sus electores, como se
desprende de la desaprobación ciudadana reflejada en el resultado de las
encuestas de opinión pública. Convengamos, que no debemos exigir al Gobierno,
lo que nosotros no somos capaces de cumplir en la práctica,
Ahora se inicia un nuevo juego y nos
corresponde a todos, incluyendo a quienes estábamos por opciones diferentes,
ayudar para que el plebiscito del 26 de abril salga adelante con la opción
aprobada por el Consejo Nacional de Evópoli. Posteriormente, debemos respetar y
hacer respetar la opción que decidan los chilenos. Así estaremos siendo parte
del juego de la democracia, en donde sea la voluntad de la mayoría y ojalá las
mejores ideas y argumentos las ganadoras.
Debemos negarle la entrada con fuerza y
determinación a los violentos, a los criminales, a los manipuladores, a los
populistas. A quienes desean ganar victimizándose, inmolándose, suicidándose.
Caminando en una ridícula y patética “primera línea”, ya superada por la
historia de la humanidad, con héroes de verdad, de carne y hueso, que jamás
cubrieron su rostro para defender lo que consideraban que les era propio. Que
lloraron las pérdidas y las derrotas, porque había algo más grande que sus
individualistas y anárquicos intereses. Que nunca se quejaron de abusos ni
excesos, porque ni siquiera conocieron una institución humanitaria que les
defendiera.
Hacer lo esencial es entender nuestras
diferencias, promover los acuerdos y respetar la palabra comprometida. Es
fortalecer la democracia dotándola de mecanismos de participación ciudadana
cada vez más modernos, que den seguridad y confianza a los ciudadanos en las actuaciones
de quienes representan su voluntad, y de todas maneras, no seguir creyendo que
quienes piensan diferente a nosotros, son nuestros enemigos, porque como dice
Yuval Noah Harari, es ahí donde las democracias colapsan.
Debemos terminar con la oposición
obstruccionista, con la zancadilla, con los “palos en la rueda”. Con mayor
razón, la que se da al interior de nuestro partido. Esto sólo conduce al
retroceso o estancamiento de la sociedad y de nuestra organización.
El camino del éxito de Evópoli es muy
claro, y tiene enemigos reconocidos: la corrupción, el abuso del poder y la
ambición de quienes desean enriquecerse fácilmente con el dinero y los recursos del pueblo. Todo enquistado en el sector público y privado, en donde ningún
partido político ni organización social escapa. Por ello, debemos promover una
nueva Constitución o una reforma de la actual, basada en una Democracia
Participativa, que dé más protagonismo a los ciudadanos. Que responda de manera
oportuna y con respeto a sus demandas individuales o colectivas. Que colabore
en la gestión y fiscalice la actividad pública de los representantes elegidos
en los diferentes centros de toma de decisiones; porque no se trata de terminar
con la democracia representativa, sino de rescatarla de los corruptos y los
ineptos, y renovar la confianza ciudadana en una nueva clase política. RDS
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